Menudo bajonazo me ha pegado esta tarde, hace nada como quién dice. Venía por la A-5 sentido Talavera y me daba el sol en la cara, la luz brillante del ocaso me ha serenado, me gusta recrearme en el campo verde a última hora del día mientras los mongos y camiones me adelantan. La sierra de Gredos nevada, el verde vivo del campo y el sol sobre mi cara me ha devuelto la placidez de cuando yo andaba en mi pueblo y era un niño sin problemas y despreocupado. Entonces de repente, en mi mente, todo se ha vuelto insoportable, todo era tan bello y yo tan desgraciado que he pensado en suicidarme. Mi cabeza ha empezado a elucubrar una forma de suicidio, en la cual yo llamaría al 112 y les explicaría que me iba a suicidar y que se pasasen a recoger el cadáver a tal dirección. Lo he pensado así porque no me gustaría que nadie de mi familia se encontrase el cuerpo en descomposición al cabo de unos meses. Sobre la mesa dejaría una nota manuscrita donde pediría perdón al casero por los desperfectos causados en el piso y en recompensa le dejaba la fianza. Al resto de gente, sin determinar en la nota, simplemente les dejaría los motivos de mi decisión. Que sería que no soporto mi existencia y que no tengo motivos para seguir adelante. Sin más.
Ya antes habría hablado con los de la funeraria y habría pagado mi entierro. No quiero seguir siendo una carga para nadie ni después de muerto. Durante unos cuantos minutos mi mente ha estado proyectando mi muerte, mientras el sol me daba de cara y los coches me adelantaban como metáfora de mi vida.