Fucked de la vida
Muerto por dentro
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Una noche cené una lata de sardinas y se me hizo poco así que me bebí un vaso de leche con galletas de postre. Me acosté porque por aquel entonces yo trabajaba y tenía que madrugar, y a medianoche me despertaron unos sudores fríos y un dolor de estómago que no podía ni levantarme. Creía que me había llegado la hora y que la parca me iba a llevar de la mano, no sé ni cómo fui hasta la taza del cagadero y allí me senté a cargar líquido, una mierda líquida y amarillenta, del color del old style del foro. Sentía que en mi estómago había una rata destrozándome los intestinos para escapar de allí dentro. El sudor me corría por la cara y empapaba mi frente como nunca antes. Se me nubló la vista y lo veía todo en un tono sepia, como si aquello que me estaba pasando fuese un recuerdo de mi propia vida y lo estuviese contemplado desde el más allá. Retorcijones atroces que me hicieron desear la muerte sin más dilación. Y con la angustia de tener que madrugar a la mañana siguiente y ya me quedaban menos horas. Me levanté tres o cuatro veces porque estaba descompuesto. El ojete no me lo podía limpiar porque lo tenía irritado y si me lo rozaba se me escapaba toda la caca y me entraban ganas de defecar otra vez. Me tuve que subir el pijama y acostar tres o cuatro veces con todos los resto de plasta en el culo y los muslos. Es asqueroso pero cuando uno se debate entre la vida y la muerte no valen remilgos.
Mi sentido arácnido me dijo que mezclar sardinas y leche no hace buena combinación.
Mi sentido arácnido me dijo que mezclar sardinas y leche no hace buena combinación.
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