Claver era un muy buen jugador ACB cuando saltó a la NBA. Incluso en su primera temporada fue titular en unos cuantos partidos y jugó aceptablemente. Pero como a ciertos alumnos, el profe le cogió manía y carne de baquillo. Un menda un poco protestón pide traspaso y se larga, como hacen los niggas, pero el chaval se ve que es buena gente y aguantó banquillo como un campeón. Al año le volvieron a hacer lo mismo y luego lo facturaron a Denver. Y es que sino juegas, por bueno o normal que seas, tu cotización baja.
Vas a otro equipo con el rol de jugador de relleno. Le falta esa mala ostia. Navarro mismo jugaba en Memphis, pero viendo la banda de mataos que tenía alrededor cuando se largó Pau, les dijo, "Ahí os quedáis". Lo mismo pasó con Rudy (problemas de espalda aparte). Aunque aquí nos neguemos a veces a verlo, la NBA es más exigente con los de fuera que con los niggas saltarines que anda todos los días de fiesti-putis y coqueteando con la farlopa, porque eso "vende" menos.
Hay que ser malotes, aunque seas un mal jugador de basket, por lo menos entras en el rol de pega-ostias con tatuajes y tal, como seas un poco blando y te dediques sólo al baloncesto y no a repartir, te ponen la etiqueta de "blando" y a comer banquillo.
De este rol solo se han librado super-clases tipo Ginobilli, Nowitzki o Parker, y porque algunos tienen entrenadores que juegan al baloncesto, que es lo que importa. A otros sólo les vale lo que encaja en su modelo de juego, que suele ser dársela al bueno y los demás a defender como perros. Con excepciones, como siempre. Y Claver cayó en Portland, donde Terry Stots debe de ser el entrenador con menos foráneos en su plantilla y la pelota es para Aldridge, Damian Lillard y poco más, los de relleno, a defender.