Hoy empieza el fin de semana.
Verruga, tumbado en su cama en la pensión de doña Paquita, está pensando en si quedarse este fin de semana en Madrid o volver al pueblo. Ahora, que es un hombre de posibles, está pensando en si darse el lujazo, antes para él prohibido, de pasar el finde fuera, en la gran ciudad, en la capital. Piensa, mientras oye por la ventana el murmullo de las fiestas, que hoy que puede igual se queda. Que tiene dinero, y que el dinero, qué cojones, vale para disfrutarlo.
Sabe que a pocas calles, o quizá en esa misma manzana, decenas de miles de jóvenes ligeras de ropa por el calor van a emborracharse por las urgentes avenidas y las populosas calles del centro, en una orgía que celebra la homosexualidad, la liberación, la diversión y -esto ya le duele un poco más- la juventud. Dicen que en estas fiestas de maricas, travelos y popper pilla hasta el jorobado de Nôtre Dame, porque el alcohol nubla la mente y quizá alguna guiri o alguna nacional -qué más da- empapada en tinto de verano pueda querer ayuntamiento carnal con él. En cualquier caso se puede hinchar a ver tetas, escotes, culitos teenager reventones. Puede rozarse, al amparo de la multitud, con tiernas jovencitas que aún no han cumplido la mayoría de edad, esas cuyos shorts no llegan a tapar sus redondas, turgentes y durísimas nalgas. Ha oído que al son de la música de Alaska y las Nancys Rubias y enfebrecidas por el calor, el sol, el alcohol, los porros y las hormonas, las mocitas madrileñas van alegres y risueñas en busca de nuevas experiencias.
Y piensa en cómo debe ser colarse en esa marabunta de chavalitas, oler, sí, amigos, oler de cerca, metiendo la nariz incluso en el pelo de esas prepúberes y degustar con la pituitaria esa mezcolanza de feromonas, sudor, perfume y chocho ardiente.
Hoy Verruga está pensando en probar lo que durante tanto tiempo tuvo vedado: el intenso, mareante y adictivo sabor de la fiesta, de la alegría, del fornicio.
Y si la cosa no chuta, pues a las peluquerías de chinas de la calle Leganitos, que se tarda diez minutos paseando.