mister4
Clásico
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Mr David rebuznó:
Mezclas cosas como una batidora, macho. Primero, la apariencia no representa, en general, nada. Es cierto que es una rama de la filosofía, pero no es correcto aplicarlo a gente que no ha decidido racionalmente la estética que proyecta, igual que no tiene sentido aplicar las enseñanzas de la epistemología a las predicciones futbolísticas del pulpo Paul, porque su decisión no está basada en ningún método científico. Las mujeres se visten como se visten porque las demás mujeres se visten como se visten, es una lógica circular irracional que no significa absolutamente nada. Hay unas empresas que introducen una moda a través de canales culturales o publicitarios, atraen a las consumidoras alpha y las demás las siguen. Decir que los que crean estas modas son genios criminales en busca de abaratar el sexo para garantizar la decadencia de occidente no es realista, como entenderás. Sólo son hombres homosexuales de mediana edad con caras adicciones que mantener.
Segundo, la forma de vida de la gente de hoy nació en los 60 y 70, ciertamente. Promiscuidad, experimentación con drogas, una cierta "rebeldía apática" o "rebelión pasiva" como se ha dado en llamar... Todo eso estaba en los 60 y 70, efectivamente, pero no fue arte de magia ni que los machos deseables estuvieran muriendo en Vietnam. Los machos "deseables" llevan siendo carne de cañón en las guerras desde el principio de los tiempos, tienen pocas utilidades más, como ahora desarrollaré. Como todos los cambios sociales de importancia, sólo ocurren porque son posibles tecnológicamente. En los 50 ocurrió la revolución del plástico, el auge de los suburbs (en el sentido americano, esas casitas blancas de madera en las afueras). En los 60 ocurrió la revolución química. La gente empezó a experimentar con drogas elaboradas, como el LSD o la cocaína, drogas que no es posible consumir sin un complicado proceso de transformación química, ahora accesible al gran público. Antes de los 60, las drogas que era posible consumir eran drogas "naturales", como la marihuana, o medicamentos, como la benzedrina.
Y llegó la píldora anticonceptiva. Eso lo cambió todo. Las mujeres podían disfrutar de su sexualidad en la medida de sus posibilidades sin miedo a pagar por ello durante décadas. Las mujeres tuvieron acceso a la promiscuidad, por así decirlo. A la de verdad, a la masculina. La verdadera igualdad, ni más ni menos. Pero claro, si a nosotros nos gustan las chicas con las tetas grandes, independientemente de cuales sean las ideas de esa atractiva mujer o si directamente piensa, ¿qué os hacía pensar que los hombres que les iban a gustar para ser promiscuas iban a ser científicos y pensadores? Ahí está el problema, da igual cuantas películas de Disney les hagas ver de niñas, su sexualidad va a ser "contrasocial" sí o sí. Podrás convencerlas de que el amor sólo lo conseguirán con un príncipe (arquetipo prosocial, persona beneficiosa para la sociedad) pero es que les picará el chocho con un macarra sí o sí, un clarísimo arquetipo contrasocial. Vencer esta tendencia lleva consigo un complicado proceso de alienación, de cientos de miles de canciones pegadizas hablando de una cosa llamada "amor", de miles de películas en las que la protagonista vence la atracción que siente por alguién malo en favor del "amor". Cultura para chicas la llaman, os sorprendería lo pocas mujeres que hay trabajando en ella. En este sentido también se lucha por imponer un arquetipo de hombre atractivo que sea inofensivo, estoy pensando en los metrosexuales, seguro que se os ocurren más ejemplos. La satanización de la sexualidad femenina es un tema fascinante.
Tercero, follar es como comer. Es igual. Sólo tiene de íntimo y psicológico lo que tú quieras darle, lo que la sociedad quiera darle. En los colegios hacen bien en explicar todas las opciones para que cada persona pueda decidir que estilo de vida quiere llevar. La promiscuidad, pese a lo que he dicho arriba, no tiene nada de malo. A ti y a mí no nos afecta en absoluto, admítelo, si no hay un Dios que castigue esas cosas con inundaciones y lluvias de fuego, nos es indiferente. Que tú y yo no encajemos con el tipo de hombre que las mujeres desean a la hora de ser promiscuas, no tiene que afectarnos en más que en un inevitable sentimiento de envidia. Si quieres un consejo, deja de intentar salvarles el alma y dejales que disfruten del viaje, e intenta hacerlo tú también.