Te he oído y visto lamerle el culo a cuanto país mierdero ha salido por aquí. Argentina, maravillosa, sus gentes puro amor; los coleguitas colombianos metidos en negocios turbios que tuviste, gente estupenda de un país fantabuloso. Cualquier república bananera es la hostia en verso, cualquier país de mierda una maravilla, cualquier tiraflechas de tres al cuarto que malvive en el lumpen es para ti una persona íntegra y digna, cualquier puta una modelo de pasarela. Cualquier idioma, por minoritario que sea, valiosísimo.
En cambio si hablamos de España sólo se te oye mierda; sus gentes basura son. Los madrileños engreídos, los andaluces vagos, los extremeños paletos. El idioma castellano, el español, una cosa sin importancia opresora y fascistoide que se ha ganado el sitio que ocupa -ninguno y pobre- en el mundo a base de pisotear a los demás.
Mi tierna edad, cuarenta y dos, me permite recordar Kosovo y también otras cosas pretéritas. Lo que no me alcanza, a lo mejor a ti sí, que eres más viejo y sin duda más pellejo, es para entender por qué hay que mirarse en el espejo legal de Estados Unidos para aplicarlo aquí, cuando su manera de entender las leyes no ha sido ni siquiera similar nunca, cuando su ordenamiento territorial es muy otro y cuando su gestación como nación es radicalmente diferente. Eso sí, ojo, no menciones que en EEUU en cada puta casa hay una bandera del país, que van todos a una a defender la integridad y los intereses de su nación, que ahí nadie quiere irse y que sus símbolos, su himno, su bandera y su patriotismo se respeta en cada casa y en cada esquina y ay del que no se descubra ante el himno o no se cuadre ante su bandera. Eso, aquí, no; hombre, eso no, por favor.
Mi tierna edad tampoco me alcanza para entender qué coño tiene que ver Kosovo con la situación de aquí. O a lo mejor sí. Un país no reconocido por la gran mayoría de países civilizados del mundo, una miseria andante cuyo afán secesionista sólo ha traído la ruina. ¿Ves? En eso se puede parecer. En lo que no se parece es nada más, puesto que étnicamente y religiosamente es diferente del país matriz, mientras que ya me dirás a qué etnia diferente pertenecen los catalanes, o qué religión diferente profesan, o qué clase de ocupación sufren.
Resulta ridículo, absolutamente ridículo, que hables de lo que sufre la educación en catalán en Cataluña, cuando resulta que es la vehicular, la mayoritaria y la que aplasta al otro idioma que también se habla. Evidentemente al respecto de esto también has tenido que meter otros de tus complejines con lo de la lengua gallega, como si el que en Galicia haya sitios donde una vieja no ha hablado castellano jamás hiciese que el castellano fuera cosa desconocida en Barcelona. Más ridículo resulta aún que digas algo como que "ante la existencia de la posibilidad de que les den algo más", como si eso fuese una cosa en plan remota que se prefigura en el horizonte y no una realidad. Pues no, mira. No es ante la existencia de una posibilidad de un trato favorecedor. Es ante la REALIDAD de que tienen un trato favorecedor, unas cuotas de autogobierno sin parangón en Europa, unas competencias que son prácticamente totales y que son mayores que las que tiene el resto de España.
En esta desigualdad tú pretendes ahondar, porque a ti te pasa lo que le pasa a muchos españoles: odiáis España y todo lo que ella significa. Romperla, a cualquier precio. No importa cómo, hay que romperla. Cada vez que España sufre, te alegras. No sé las causas. Quizá te humillaron de niño por hablar en gallego y no en castellano. Quizá unos curas franquistas te tocaron la colita en el colegio. Quizá se reían de ti recordando tus orígenes rurales en la universidad. Quizá, qué sé yo, te dieron algún porrazo en alguna manifestación galeguista. Quizá un día te diste cuenta de que Franco era de tu tierra, o te jode que Rajoy también lo sea y su partido fuera fundado por otro gallego y que en tu tierra siempre ganen. Ya nos lo contarás.
Pero vamos, cómo no vas a defender una desigualdad, tú, el de "es que los inmigrantes ilegales vienen bien a la economía y si no fuera por ellos muchas empresas no podrían generar riqueza haciéndolos trabajar en negro".
No eres, tampoco, el único español que odia su país. Hay demasiados como tú. Sobráis todos.