A mi la única vez que me ha pasado -y he estado en alguna ocasión mas de una semana sin soltar el mejunje del amor- ha sido por que una mente malévola ejerció su talento.
Al lío. Hace mucho tiempo, cuando era mas inconsciente de lo que soy ahora de la condición femenina. Siempre que alguna chica me cortaba en pleno calentón; pues hacía la travoltana como un tonto del culo cualquiera. Pero claro. ¿Qué pasa si la calientanardos te pide que duermas con ella? Y áun si dice que "dormir nada mas". Pues el imbecil que todos somos lo interpreta como una señal inequívoca de que al cabezón le toca trabajar en la mina. Pues no. Hay gentuza en el mundo. Mujeres que tratan de mantener la tradición inquisitorial torturando salvajemente a los hombres ofreciendo encantos, esperando la reacción y negando luego el premio. Si alguno no conoce esto; de gracias a LOL pues no sabe la suerte que tiene. En fin.
A la cama. En un primer momento si, la hijalagranputa, se prestó al tocamiento, al beso, al mordisquito y a la caricia... Todo sin despelote alguno. Yo en slip azul, dados de sí los elásticos y remetido por la raja culera. Ella con una camiseta de los Iron Maiden y unas braguitas celeste con un smily en la nalga derecha. Un smily amarillo, de los del Acid House aquel que dió tanto porculo en los 80. Arcadas me daban a mi con el House ese. Cosa que no evitó, en mi, una adoración mística por el icono que se distorsionaba al adquirir la forma de lo que medio ocultaba: Un culo redondo, duro y firme como el de una patinadora. Tampoco andaba mal de tetas, algo colganderas, tipo lágrima y con pezones de los que son prácticamente una bolita pegada en el lugar preciso. Distruté de ellas como un esaladadeestacas cualquiera gilipolleando por los foros de la vida. Poco me importó que los Maiden interpusieran una pose jevilona entre sus pechos y mis manos. Rindo culto a los Maidren desde que tengo uso de razón. Pero entre teta y respeto artístico; pierde el artista. El careto de Bruce Dickinson - que estaba a la altura del pezón derecho- fué toqueteado, arrugado, palpado y frotado de mil maneras aquella noche. Poco tiempo pasamos en esa faena para que, en ella y en mi, se edureciera todo lo endurecible. Momento en que la crueldad se hizo patente. Un "ya vale" salió de su boca. No hubo forma de hacerla cambiar de opinión. Mira que todos conocemos que las fechas de caducidad son imprecisas. Que la estancia prolongada en las carteras no hace sino incrementar la efectividad de los profilacticos. Incluso si el envoltorio presenta alguna rajilla y el texto está medio borrado son capaces de cumplir con su función. Para ella mi queridísimo segundo condón, Condoncete II como yo lo llamaba, era poco. Aquel que llevaba mas de un año conmigo alegrándose de mis pocos triunfos y llorando con mis muchos fracasos fué despreciado sin compasión. La discusión fué larga. Lo suficiente como para que se me bajara la trempera y le sirviera de argumento en su favor. Un argumento demoledor y tajante. Como digo. Era yo buena persona en esos tiempos y en lugar de cagarme en sus muertos, figuradamente, y en el asiento de su scooter, literalmente, que es lo que debería haber hecho; pues me presenté compresivo e ilusionado con alguna oportunidad futura. Cedí.
A dormir. Poco que señalar. Costó dormir, mucho. Pero lo conseguí pensando en el Timeo pues Platón siempre me resulta soporífero. Incluso teniendo al lado un culaco sonriente y unas tetorras metaleras recién magreadas.
A espabilarse. Mal despertar fuè el de esa mañana. Para mi por que abandoné el sueño por las hostias que daba la mala pécora que durmió a mi lado. Para ella por que descubrió que el smily había sido profanado con un lecheretazo abundante que aun conservaba algo de frescor y no había acartonado la zona. De nada sirivió que mi calzones andaran mas pringados que su culo. De nada jurar involuntariedad en el evento. Estaba convencida de que durante la noche y despierto me había frotado el cipote con ahínco y deleite para terminar regándole el culo con el resultado. Y luego había pringado el slip para disimular y tener falsa prueba que sustentara mi excusa. Por lo visto me tenía por alguien capaz de elavorar tan buén plan en tan malas circunstáncias. Cosa curiosa pues me conocía de meses ya.
Así pues. Mal final para tan mala historia. Decir que a día de hoy muchos de mis amigos consideran la versión de ella como la cierta. Y puesta en práctica por alguno en circunstancias similares; por lo visto funciona bien. Poco consuelo es para mi.
Quizás esto le sea útil al Abogado.