Mierdete de Filo
Veterano
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Te odias porque a veces de forma fugaz pasa la nauseabunda idea por tu mente de que le echas de menos.
Noches en vela esperando a entrara en tu cuarto a hurtadillas, se acostaba junto a ti y después de meterse bajo el edredón te convencía de que aquello a lo que jugabais era algo normal, nada malo. Pero que no todos lo hacían, solo aquellos que eran muy especiales. Pero por eso debía ser secreto, para que no pensaran que no eran especiales porque nadie quería jugar así con ellos.
Pero tú no entendías por qué cada vez, antes de irse te abrazaba, te pedía perdón jurándote que nunca más volvería a pasar. No entendías por qué necesitaba tu perdón cada vez que trataba de forma especial, como solo tratan a los que son especiales...aunque te hiciera sufrir. Empezabas a comprender cuando sentirte especial significaba sentirte sucio y despreciarte, sentir lástima de ti mismo por no encontrar fuerzas para despegar su piel de la tuya.
Y ese dolor crecía como un animal cebado por el tormento de saber que después de cada perdón, de cada promesa, se volvería a acercar la oscura sombra de la traición por el pasillo a través de la puerta de tu cuarto. Día tras día
- "Soy especial"-, repites entre sollozos mientras te acurrucas de nuevo debajo de tu edredón, viendo como, otra vez, se levanta de tu cama. Viendo como con lágrimas en los ojos se pone el pantalón de espaldas a ti para ir de vuelta al colchón que noche tras noche volverá a abandonar para hacerte sentir de nuevo especial.
Noches en vela esperando a entrara en tu cuarto a hurtadillas, se acostaba junto a ti y después de meterse bajo el edredón te convencía de que aquello a lo que jugabais era algo normal, nada malo. Pero que no todos lo hacían, solo aquellos que eran muy especiales. Pero por eso debía ser secreto, para que no pensaran que no eran especiales porque nadie quería jugar así con ellos.
Pero tú no entendías por qué cada vez, antes de irse te abrazaba, te pedía perdón jurándote que nunca más volvería a pasar. No entendías por qué necesitaba tu perdón cada vez que trataba de forma especial, como solo tratan a los que son especiales...aunque te hiciera sufrir. Empezabas a comprender cuando sentirte especial significaba sentirte sucio y despreciarte, sentir lástima de ti mismo por no encontrar fuerzas para despegar su piel de la tuya.
Y ese dolor crecía como un animal cebado por el tormento de saber que después de cada perdón, de cada promesa, se volvería a acercar la oscura sombra de la traición por el pasillo a través de la puerta de tu cuarto. Día tras día
- "Soy especial"-, repites entre sollozos mientras te acurrucas de nuevo debajo de tu edredón, viendo como, otra vez, se levanta de tu cama. Viendo como con lágrimas en los ojos se pone el pantalón de espaldas a ti para ir de vuelta al colchón que noche tras noche volverá a abandonar para hacerte sentir de nuevo especial.