Lo mejor del reportaje, sin duda, es el principio, cuando salen explosiones en Irak, manifestaciones con cócteles molotov, cargas policiales y de repente una toma de la Mila saliendo de un coche, haciendo como si estuviese en medio de todo el guirigay.
La Mila es una lerda, chupacámaras y pseudorreportera de Google. Sus entrevistas son auténticos ejercicios de onanismo en los que ella habla el doble que el entrevistado y se permite sacar conclusiones de todo constantemente. Esta tía tendría que haber dejado la televisión el glorioso día en que Umbral la mandó a tomar viento.