Yo era principiante, no hace falta decir que nunca había estado con una tía que me hiciese buenas mamadas y poder saber cómo iba el asunto. Me la tragaba entera, creía, en mi bendita ignorancia, que cuanto más adentro más gusto daba. Hasta la campaniña, oiga. Me daban arcadas entre la acidez de mi baba mezclada con efluvios masculinos y el volumen y alcance de lo que engullía. Entonces me apartó, porque yo me amorraba allí como un ternero y me dijo, con una voz muy dulce que nunca antes le había oido: solo chupa
la punta. Menuda vergu me dio, quedé como un pardillo. Empecé a chupar la punta, pero ya estaba encelado perdido y no podía controlar meterme todo el capulo con ansia viva. No se corría, yo tampoco sabía muy bien cómo iba la vaina, estaba un poco a su merced. Y ahí fue donde hizo la primera tentativa de colocarme a cuatro patas, pero yo me mostraba recio. Quizá por los nervios típicos de la primera vez. Pero ya la tenía como un poste porque nos habíamos estado tocando antes mutuamente. Se la metió en la boca y empezó a chuparmela, perdí la voluntad propia y me dejé llevar. Aquello era super placentero. Me dijo que le avisara, no entendí muy bien qué significaba, así que me corrí en su boca como un bendito y en mi boca se dibujó una sonrisa de placer. Se enfadó un poco conmigo, pero a mí me dio igual, me acababa de enamorar de aquel canalla. Luego intentó volver a ponerme a cuatro, yo accedí, pero al final nada...
Luego sigo que me estoy cagando y no aguanto mucho.