Feliz 20-N, 40 años, ni más ni menos

Rey, te has olvidado de lo mejor de Franco: con Franco había gimnasios de verdad. Pregúntale a tu padre. Pero que no venga y cuelgue la foto de su gimnasio franquista. No hate, please.
 
Con Franco pocos gimnasios había. Se consideraban una fuente de proliferación de homogayers, no como ahora.
 
Carles Sudrià, sobre la crisis del 73, ya dijo que __________.

Pero a nosotros nos lo dijo antes, cuando éramos compañeros de mili en __________.
 
Es intolerable usar el sarcasmo en un tema tan serio como el que estamos debatiendo ahora, sea el que sea.
 
Y en el que nosotros somos expertos, claro.
 
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En una ocasión piloté el Antonov del barón de Bellpuig.

Tengo unas fotos de su sobrino en pelotas.
 
¿En cuántos escuadrones de vigilancia aérea habéis estado?

Yo, en uno más que vosotros.
 
Mi nick es Tiboroski, así que aquí la autoridad sobre Rusia soy yo.
 
Yo trabé amistad personal con Winston Churchill durante una de sus visitas a Granada.
 
¿En cuántos escuadrones de vigilancia aérea habéis estado?

Yo, en uno más que vosotros.
Aterrizando en Gando en un vuelo de Air Europa, hace un par de años, había un E-3 Sentry de la OTAN en la pista contigua, despegando. Eso me confiere un 93,68% de capacidad para pontificar.
 
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La documentación de los AWACS acabo de sacarla de internet hace 5 minutos, pero entonces ya tratamos ese tema.
 
Madre mía, :lol::lol::lol:
A ver, que a mí también me da pereza explicar lo que son las causas externas y las internas, joder.

Cierto, se me fue el dedo al 1, imagino que lo mismo te pasó a ti con el 1973 de Suarez :lol::lol:
Al lío, ahora resulta que hablas de datos de 1975-1976, que me parecce muy bien, pero es que ni tienes en cuenta la escala global del asunto ni te interesa tenerla en cuenta. Por ejemplo, una de las causas de la crisis del petróleo se debe a que Nixon devaluó el dólar EN EL AÑO 1971. Pues con la crisis del petróleo lo mismo, empezó el 1973 y sus efectos se fueron acrecentando con el tiempo. Uno de ellos fue que, se acabó la "energía barata", la dependencia de la cual por parte de España es innegable. Otro efecto es que, al ser una crisis de nivel MUNDIAL, muchos emigrantes españoles volvieron al país, con lo que es otra causa de la subida del paro, por ejemplo.
Pero como ya te ves venir el percal, agarras y te pones a hablar de cómo encararon la crisis los dos gobiernos, obviando las causas para no hacer más el ridículo de lo que haces. Aquí te dejo un link del mismo profesor, donde encontrarás datos que a lo mejor te sorprenden, como por ejemplo los efectos de la crisis del petróleo de 1973 (fíjate en lo que pone en negrita y bien grande, :lol::lol: )


https://economia.elpais.com/economia/2012/02/10/actualidad/1328871012_734915.html

El 6 de octubre de 1973, día del Yom Kipur, o del Perdón, para los judíos, las tropas de los países árabes vecinos lanzaron una ofensiva a gran escala contra Israel. Tras tres semanas de combates, los israelíes —contando con la ayuda de EEUU— lograron restablecer su hegemonía. Esta breve guerra iba a dejar un rastro profundo, y no solo en Oriente Próximo. Sabedores del soporte occidental al Estado hebreo, los países árabes decidieron utilizar el petróleo como arma económica y bloquearon los envíos previstos a los países que apoyaban a Israel. Los precios se triplicaron en muy pocas semanas y aún aumentarían más en los años siguientes. Fue el detonante del fin de la época dorada —la larga etapa de crecimiento económico que siguió a la Segunda Guerra Mundial—, que en aquellos momentos sufría ya los efectos de la crisis del sistema monetario internacional y las consiguientes presiones inflacionistas. Pocas semanas después, el 20 de diciembre, moría asesinado en Madrid el almirante Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno español y hombre de confianza de Francisco Franco, el anciano dictador de 81 años. La muerte de Carrero, delfín y garante del régimen, significaba el inicio de un proceso de transición abierto a todo tipo de incertidumbres.
Estos dos acontecimientos y sus secuelas iban a presidir la trayectoria económica de España en los años siguientes. Para comprender el proceso es necesario que nos detengamos primero en el estado de la economía española en vísperas de la crisis del petróleo. Después del inapelable desastre que significó la autarquía, la liberalización impulsada por el Plan de Estabilización de 1959, si bien incompleta, abrió el paso a una etapa de crecimiento económico sin precedentes. Este fue un proceso estrechamente vinculado a la gran expansión que se producía paralelamente en toda Europa Occidental. De Europa vinieron los turistas y los capitales que permitieron a España adquirir la maquinaria y la tecnología con la que se modernizó y amplió el sector industrial. A Europa fueron centenares de miles de trabajadores que contribuyeron con sus remesas a la mejora del país, tanto a escala macroeconómica como familiar.
La economía española creció entre 1960 y 1973 más que ninguna otra de Europa, una diferencia que se explica en gran medida por la magnitud del atraso anterior. Las estimaciones más fiables nos hablan de que el PIB por habitante de España era el 62% del de los principales países europeos antes de la Guerra Civil y que descendió 20 puntos en los años de la autarquía. El gran crecimiento de los años sesenta permitió recuperar la cota perdida, pero no ir mucho más allá: hacia 1973, el PIB por habitante español era el 64% del europeo. En cualquier caso, esta etapa de fuerte expansión alteró profundamente la estructura económica de España. La industria se diversificó y extendió sus raíces más allá de las regiones industriales tradicionales, mientras el auge del turismo impulsaba la construcción y los servicios. Consecuencia de todo ello, un fortísimo proceso migratorio convirtió a millones de campesinos empobrecidos en trabajadores urbanos mejor remunerados y, sobre todo, con mejores expectativas de futuro.
La crisis petrolera de 1973 fue el detonante del fin de una época dorada

Este decenio largo de crecimiento acelerado, sin duda globalmente positivo, no se produjo sin sombras. Algunas de ellas iban a convertirse en amargos costes en cuanto cesara la expansión. El más importante de estos débitos derivaba de los efectos que las veleidades políticas del Estado franquista impusieron sobre el proceso de crecimiento.
Mediante la concesión de vías privilegiadas de crédito y de otras ventajas a determinados sectores y empresas públicas y privadas, los Gobiernos de Franco provocaron que la inversión industrial se distribuyera en función de los intereses políticos o particulares de los dirigentes de turno y no conforme a la rentabilidad o a las expectativas de futuro de cada sector. No olvidemos que el poder se ejercía sin control democrático alguno y bajo la férula de la represión. La economía española presentaba así, a comienzos de los años 1970, una estructura deforme en la que habían adquirido un peso excesivo actividades que nunca fueron rentables y que pronto devendrían insostenibles.
Una segunda sombra surgida en los años del desarrollo fue una fuerte tendencia a la inflación que obligaba a adoptar medidas de reajuste periódicamente. El alza de los precios se tornó especialmente intensa en los ejercicios previos a la crisis petrolera debido en parte a las condiciones internacionales, pero también a factores internos. Entre 1970 y 1973, los precios subieron en España a un ritmo superior al 9% anual.
Sobre este escenario de desequilibrio estructural y de fuerte inflación impactó la multiplicación súbita de los precios del petróleo. El barril de Arabia ligero (el de mayor consumo en España) pasó de 3 a 11,70 dólares entre octubre de 1973 y enero de 1974. Dos terceras partes del consumo energético español dependían de las importaciones de crudo. La factura a pagar aumentó en 2.500 millones de dólares, lo que significaba, por sí solo, un incremento del déficit comercial del 50%. Un impacto de esta magnitud iba a tener, inevitablemente, importantes consecuencias. A corto plazo implicaba un empobrecimiento colectivo por transferencia neta de recursos al exterior, un aumento de las presiones inflacionistas y la aparición de serios desajustes fiscales. A nivel más profundo, el cambio en los precios relativos de la energía conllevaba una alteración de las condiciones de producción y hacía inevitable un reajuste de carácter estructural. Todo ello en un contexto internacional de gran incertidumbre.
Los años del ‘desarrollo’ legaron inflación y una industria deforme

Ante este panorama, las autoridades se vieron abocadas a tomar decisiones que iban a tener consecuencias de amplio calado. La primera de ellas, y la más trascendente a corto plazo, era la referida a los precios de venta interior de los derivados del petróleo. Una repercusión plena del alza del crudo implicaba (como mínimo) doblar los precios de venta de los productos derivados, algo que hubiera tenido repercusiones depresivas inmediatas sobre la actividad económica. No se trataba solo del transporte; recordemos que la mayor parte de la electricidad se producía en centrales térmicas consumidoras de fuel.
Ante esta eventualidad, el último Gobierno de Franco optó por una repercusión tan solo parcial, absorbiendo el Estado una parte del aumento del coste del crudo por la vía de reducir los impuestos que gravaban el consumo de derivados. Así, mientras los precios de las gasolinas y el fuel aumentaban tan solo en torno a un 20% en términos reales, los ingresos del Estado por la venta de derivados del petróleo disminuían un 35%.
El mismo objetivo de soslayar los efectos de la crisis internacional tuvo la segunda gran decisión de estos meses cruciales: el mantenimiento de una política monetaria laxa destinada a evitar dificultades de financiación a las empresas. Se trataba de sostener la demanda interior ante el fuerte declive que estaba experimentando la demanda exterior. Tengamos en cuenta que, a diferencia de España, los países europeos de nuestro entorno adoptaron de inmediato políticas de ajuste, transfiriendo los aumentos del precio del crudo a los consumidores y adoptando al tiempo medidas de control de la oferta monetaria. La consiguiente contracción económica de estos países tuvo efectos inmediatos sobre España: en términos reales, los ingresos procedentes del turismo descendieron más de un 30%, y las exportaciones, casi un 8%.
Esta política acomodaticia o compensatoria continuó tras la muerte de Franco y el inicio efectivo de la Transición. Sus resultados fueron, por un lado, un retraso en el proceso de ajuste, con el consiguiente mantenimiento de tasas de crecimiento relativamente altas, pero a costa de un agravamiento de los desequilibrios de fondo. Entre 1973 y 1976, el PIB español creció un 16%, mientras que en los principales países de Europa Occidental el crecimiento fue tan solo del 5,5%. Pero en julio de 1976, cuando la dimisión forzada de Carlos Arias Navarro —legatario de Franco— permitió el acceso de Adolfo Suárez a la presidencia del Gobierno, la situación ya era muy delicada. La inflación interanual se acercaba al 20%, el déficit de la balanza exterior por cuenta corriente superaba los 4.000 millones de dólares y el déficit del Estado aumentaba. La permisividad monetaria no había podido evitar, por otro lado, el ascenso del desempleo, que afectaba ya a más de medio millón de personas, el triple que tres años antes.
La crisis de fondo se agravó por la respuesta del Gobierno de Franco

Los meses siguientes fueron los más intensos de la transición política. La prioridad otorgada al delicado proceso de demolición del régimen autoritario hizo que la adopción de medidas económicas correctoras tuviera que esperar a la elección del primer Gobierno democrático. A primeros de julio de 1977, el presidente Suárez, ratificado en las primeras elecciones libres, nombraba vicepresidente del Gobierno para asuntos económicos al profesor Enrique Fuentes Quintana, uno de los más prestigiosos economistas del país. Se iniciaba una nueva etapa en la que el ajuste económico se convertiría en el elemento central del escenario público.
El retorno al equilibrio exigía, en primer lugar, poner fin a la enloquecida espiral de aumentos de precios y salarios que estaba en la base del desbordamiento inflacionario. El Estado, por otro lado, debía reducir el déficit público y el consecuente recurso a la deuda, para evitar que el endeudamiento alcanzara niveles insoportables. Una operación de este calado resultaba imposible, en aquella situación, sin contar con el consenso de los estamentos sociales más relevantes. Recordemos que el partido gobernante, la UCD de Adolfo Suárez, no disponía más que de mayoría relativa en el Parlamento y que el ajuste económico se iba a implementar mientras se desarrollaba el debate sobre la nueva Constitución democrática que habría de regir los destinos del país. El Gobierno, en consecuencia, promovió una negociación multilateral en la que, además del propio Ejecutivo, participaron las fuerzas políticas con representación parlamentaria, los sindicatos y las entidades patronales, y que desembocó en los llamados Pactos de la Moncloa, firmados en octubre de 1977. Los elementos fundamentales del acuerdo pueden resumirse en dos:
1. Un ajuste económico a corto plazo basado en la contención salarial, una política monetaria restrictiva, la reducción del déficit público y la adopción de un sistema de cambios flotantes para la peseta, con la consiguiente devaluación.
2. La introducción de algunas reformas consideradas indispensables en el nuevo contexto político: modernización del sistema fiscal, aprobación de un nuevo marco legal para las relaciones laborales y liberalización del sistema financiero.
Los Pactos de la Moncloa facilitaron la moderación salarial y el ajuste

Los efectos estabilizadores de las medidas adoptadas se observaron a lo largo de 1978 y 1979: la devaluación hizo que la balanza por cuenta corriente se tornara positiva, mientras la política monetaria y el acuerdo de rentas permitían reducir la tasa de inflación del 25% al 15%. Como era de esperar, el enfriamiento económico tuvo efectos sobre el crecimiento, que se contrajo y se convirtió en levemente negativo en 1979.
Cuando el ajuste parecía próximo a completarse y se empezaba a detectar cierta recuperación, la economía mundial —y la española— se vio sacudida por la segunda crisis del petróleo. Esta vez, la razón fue el derrocamiento del sah y la instalación de un régimen de base religiosa en Irán, uno de los principales países productores de crudo, y el inmediato estallido de una guerra abierta entre ese país y el vecino Irak, asimismo un gran productor. De nuevo, los precios se multiplicaron: de 12,70 dólares por barril de principios de 1979 se pasó a 26 dólares a principios de 1980 y a 37 dólares a finales de ese mismo año.
La elevación de los precios del crudo produjo otra vez un fuerte desajuste macroeconómico. La inflación dejó de reducirse y se mantuvo durante varios años en torno al 15% anual, mientras que el déficit público pasaba del 1,7% a casi el 6% del PIB y la balanza por cuenta corriente se volvía de nuevo negativa por unos 5.000 millones de dólares anuales. El Gobierno optó en esta ocasión por repercutir en los consumidores el incremento de los precios del crudo. El precio del fuel pasó de 8.300 a más de 20.000 pesetas por tonelada. La economía española se estancó de nuevo y no volvió a la senda de la recuperación hasta bien entrado 1982. Los años siguientes, ya bajo Gobierno socialista, la recuperación prosiguió hasta alcanzarse tasas de crecimiento del producto en torno al 3%.
En buena medida, sin embargo, la crisis de estos años se cerró en falso. La economía volvió a crecer, pero sin haber solventado algunos desequilibrios básicos. Como indicábamos más arriba, la indispensable reconversión industrial solo se abordó a la llegada del partido socialista al poder, y aún entonces de forma harto tímida. La inflación había descendido hasta el 7%, pero seguía siendo más elevada que la de los países vecinos. Finalmente, esta crisis dejó enquistado el problema del paro. La intensidad del ajuste industrial significó una gran sangría de puestos de trabajo. El desempleo llegó a afectar a tres millones de personas (un 22% de la población activa; ver gráfico 2). Lo más significativo, sin embargo, es que solo cuando el crecimiento fue superior al 3% se produjo aumento neto de empleo. Un rasgo de nuestra economía que ha seguido vigente hasta hoy.
En definitiva, la crisis de los años 1973-1985 fue una crisis de carácter mundial, pero que tuvo en España características específicas que podemos resumir en dos: la debilidad de los Gobiernos que tuvieron que afrontarla y una economía con graves defectos estructurales, surgidos de un crecimiento fuertemente intervenido y protegido de la competencia exterior. Las necesarias decisiones de ajuste se tomaron con retraso y arrostraron en consecuencia un mayor coste, y las deformaciones estructurales pasaron su factura en forma de unas tasas de paro muy superiores y más persistentes que las sufridas por otros países. Aunque la crisis se superó a mediados de la década de 1980, quedó por realizar buena parte de la reestructuración industrial y empresarial. Algo que finalmente tuvo que hacerse unos años después con no pocas dificultades.
Dicho esto, el lado positivo del balance no debe olvidarse. En aquellos años turbulentos, España consiguió transitar en paz de un sistema autoritario a la democracia en un proceso que, con todas sus limitaciones, cabe calificar de éxito. Sin duda se cometieron errores en la gestión de los asuntos económicos, tanto en las decisiones adoptadas como en las eludidas, pero considero que sería injusto olvidar que el objetivo prioritario era entonces la transición política y que a ello hubieron de supeditarse otros objetivos, por importantes que fuesen.
Algunos de los rasgos de aquella crisis parecen comunes a los de la crisis actual: un origen exterior, una economía con serios problemas estructurales y, por razones diferentes, cierta debilidad en la acción política. No me corresponde analizar tales similitudes, pero resulta interesante constatar que la crisis que hoy padecemos es ya en estos momentos mucho más grave que la vivida hace tres décadas. La contracción máxima del PIB que se produjo entonces no llegó al 1%, mientas que desde principios de 2008 la caída ha sido ya del 5%. En lo que atañe al desempleo, los cinco millones actuales de afectados representan el 22% de la población activa, la proporción máxima alcanzada en 1985.
Carles Sudrià es catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Barcelona.





Y ahora seguid con lo del AWACS
 
Con un poco de suerte, y tal y como ocurre con el forochat friday, podemos empalmar este hilo con el 20N del año que viene
 
Cagándome en tu puta madre ¿satisfecho?

Macho. La verdad es que ya es lo que faltaba para que acabara de constatar el concepto de tí.
Te creía una persona con más recursos, y con cintura para responder cuando se te ataca (aunque sea de broma). Pero no. Has preferido escoger el recurso fácil, el que utilizan los que no tienen argumentos. El insulto fácil y gratuito.
Podías haber seguido metiéndote conmigo, que lo acepto, volviendo a llamarme fracasado. O subnormal, como hace Tools. Que no me hubiese afectado, ya que por un ojo me entra y por otro me sale. Esto es un simple foro, y no ofende quien quiere, sino quien puede.
Pero lo que has dicho sobre mi madre te sobrepasa. Te deja en evidencia y saca a la luz el tipo de persona que eres, y más cuando ella ya no puede defenderse.
Lo dicho chaval, tu mismo. Sigue así, mejorando tu leyenda.
Hasta siempre.
 
Bueno, también insultó al padre de Boniato, que sí puede defenderse.

Hay insultos para todos los padres.
 
Macho. La verdad es que ya es lo que faltaba para que acabara de constatar el concepto de tí.
Te creía una persona con más recursos, y con cintura para responder cuando se te ataca (aunque sea de broma). Pero no. Has preferido escoger el recurso fácil, el que utilizan los que no tienen argumentos. El insulto fácil y gratuito.
Podías haber seguido metiéndote conmigo, que lo acepto, volviendo a llamarme fracasado. O subnormal, como hace Tools. Que no me hubiese afectado, ya que por un ojo me entra y por otro me sale. Esto es un simple foro, y no ofende quien quiere, sino quien puede.
Pero lo que has dicho sobre mi madre te sobrepasa. Te deja en evidencia y saca a la luz el tipo de persona que eres, y más cuando ella ya no puede defenderse.
Lo dicho chaval, tu mismo. Sigue así, mejorando tu leyenda.
Hasta siempre.


Aquí el colega indignado por mentarle a la madre en un foro que te ponen de hijo de puta para arriba nada más abrir la boca
 
Tools, hija. Me has puesto el mismo artículo que he mencionado. Sé más original, coño.







Causas externas, causas internas, crisis mundiales... De eso el franquismo estuvo exento. Sólo tuvo que pasar por un periodo de post-guerra a nivel nacional y otro internacional.







Fíjate que tú me dices que no tengo en cuenta factores internos y tenemos aquí al colega comparando el PIB de antes y de después de una Guerra civil, como si fuera culpa del franquismo que este bajara. Lo mismo es que el PIB sube tras una guerra. Pero al amigo se le olvida de mencionar el grado de convergencia del PIB con Europa en 1975: El 79,2%. En 1996 teníamos el 76,6%.







Hablar de las medidas políticas que se tomaron frente a una crisis de hace 42 años como una causa esencial de la destrucción masiva de empleo, la desindustrialización de España, un crecimiento abismal de la deuda externa, el incremento de la desigualdad en el reparto de la riqueza mueve a risa. Más cuando España en 1979 no se encontraba ni por asomo en una situación como lo que ha venido después (aún siendo la situación peor que en 1976).







Por lo menos, con lo que se pueda discrepar, sitúa el debate en otros términos: Da por hecho que la situación económica del franquismo fue debido a ciertas cuestiones, que fue buena y que después lo que vino fue poco más o menos que culpa de Franco. Algo hemos avanzado.







Por cierto, el punto 2 del resumen de los Pactos de Moncloa es clave para entender todo lo que ha venido después. Pero no sé yo si el artículo pasará el filtro de las señorías de PL, ya que se basa en datos del franquismo (Curro dixit)
 
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Que el franquismo estuvo exento dice, [emoji38][emoji38][emoji38] pero si te he puesto el mismo para que veas la importancia de la crisis del petróleo. Ah! Y dice que fue bueno en general sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) por el punto en que se partía. Lees y no comprendes, venga, anda tira, tiraaaaaa!!!
 
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