No piso yo el Real este año ni loco, que les follen a las putas casetas. Las públicas imposiblemente llenas, las privadas llenas de soplapollas inaguantables. Lo que sí voy a hacer es ponerme hasta el culo de papeo chungo en la calle del infierno, porque unos conocidos de un colega del buarrio montan su chiringuito infecto allí para vender pollos asaos, pimientos fritos y tortisha. Voy a ir allí un día con un par de colegas, nos vamos a poner jinchos de cerveza y de raias, y cuando nos entre hambre daremos buena cuenta de dos o tres pollos (de los de comer) hasta que se nos suelte la barriga, nos metamos un inodoro portatil de esos y lo espurreemos todo de mierda.
Antes de irnos dilapidaremos la enorme suma de 10 euros en pescar patitos para llevarnos alguna chorrada que terminaremos tirando a un contenedor o haciendo como que se nos cae cerca de donde haya una familia con niños para que estos puedan quedársela y disfrutar un poco con ella (somos unos putos degeneraos, pero nos gusta hacer esas cosas porque los niños son lo más sagrao y para ellos es un subidón de alegría encontrarse un juguete chorra por ahí tirado; es bueno pal karma, como le gusta remarcar siempre a nuestro hermano
@ignaciofdez).
Finalmente y para terminar de asegurar la cagalera del día siguiente, me pienso jincar un algodón de azucar de esos de color azul de camino al keli. Ya se podrán imaginar la foto. Tres kinkis de 50 palos de media con la cara demacrada comiendo algodón de azucar por la feria (al menos yo), mirando culos, tetas y buscando meonas entre coches rumbo al Parque Amate.