Vamos a ver, si el imbécil dice que que le den un like es Tinder es medalla de bronce, pues hacerse la foto para el carnet será casi renovarlo.
Esta es la mentalidad de este putísimo vago de mierda. Cualquier proceso es capaz de ser dividido en equis partes minúsculas, y cumplir la más primera y más pequeña ya es casi como haber terminado algo y por tanto tan válido como tal. ¿Que me aprendo el presente del verbo to be? Pues a un paso de saber inglés. ¿Que compro orégano fresco para echarle a la pasta congelada? Pues ya estoy hecho un cocinero. ¿Que me compro unos calcetines de mi talla? Pues ya he hecho un cambio en el armario y ya voy de puta madre. Y así con todo. Así, haciendo un 0'01% de cada cosa, el tío se autoproclama hablante de inglés, cocinero o dandi o lo que sea y luego, claro, no entiende por qué no le pasa lo que le tiene que pasar a un tío con tantísimas cualidades y tantísimas virtudes.
Este imbécil vive en un mundo paralelo, en una realidad incompatible con la realidad, y de ahí no va a salir jamás. Aquí lo único que interesa es ver cada vez más y más de ese mundo de ficción y echarse unas risas, porque el pobrecito no tiene solución ni va nunca a salir de él. Este hilo sólo vale para asombrarnos de hasta qué niveles un fulano puede seguir cayendo por el foso que él mismo se configura. Y ya os lo digo yo: su caída no va a tener fin. Sólo va a acabarse cuando se muera. Hasta entonces su vida será un constante caer, ora más rápido, ora más lento, pero siempre hacia abajo, sin parar.