Feynman y las mujeres

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11 Sep 2006
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El Nobel de Física en 1965 Richard Feynman cuenta en el libro “¿Está usted de broma, señor Feynman?” (Alianza Editorial; Madrid, 1987: en el epígrafe “Las preguntas, sin más”, páginas 214-223) una anécdota -un tanto larga, pero que merece la pena- en Nuevo México a modo de lección sobre las mujeres. Reflexionaba con el presentador de un espectáculo y su mujer Gloria en un club sobre la gente dispuesta “a gastar un montón de dinero con las chicas” que frecuentaban aquellos locales (las cursivas son del texto original, las negritas son mías):

<<Acabé diciéndoles que había una cosa que me chocaba mucho. “Yo me tengo por persona inteligente -dije-, pero a lo mejor mi inteligencia solamente sirve para la Física. Ahora, en ese bar hay tipos inteligentes a montones -técnicos del petróleo, gente de la minería, empresarios importantes y demás- que no paran de invitar a las chicas a consumiciones, y que tampoco se comen una rosca. (Para entonces ya había deducido yo que nadie estaba logrando gran cosa a cambio de las consumiciones.) ¿Cómo es posible -les pregunté- que hombres inteligentes puedan convertirse en semejantes bobalicones en cuanto ponen los pies en un bar?”

El presentador respondió: “Sobre eso lo sé todo. Sé exactamente cómo funciona. Voy a darte unas lecciones, para que en lo sucesivo puedas sacar algo de las chicas de sitios como éste. Pero antes de que te dé las lecciones, tengo que demostrarte que verdaderamente sé de qué estoy hablando. Para eso, Gloria va a hacer que un hombre te invite a ti a tomar un cóctel de champán.”

Yo respondí “Por mí vale”, pero estaba pensando “¿Cómo demonios van a hacerlo?”

El presentador prosiguió: “Ahora tienes que hacer exactamente lo que te vamos a decir. Mañana por la noche te sientas un poco lejos de Gloria, y cuando ella te haga una señal, todo lo que has de hacer es pasar por su lado.”

“Sí -añade Gloria-. Será fácil.”>>

A la noche siguiente, al cabo de un tiempo, un tipo se sienta al lado de Gloria, Feynman hace lo acordado y, cuando pasa a su lado, Gloria le dice “¡Oh! ¡Hola, Dick! ¿Cuándo has vuelto a la ciudad? ¿Dónde has estado metido todo este tiempo?”

Entonces una sucesión de miradas del “tipo” escrutan a Feynman:

<<Primera mirada: “¡Uh, uh! ¡Ya llegó la competencia! ¡Verás como el tío ese se la lleva después de haberla invitado yo! Veamos que pasa.”

Siguiente mirada. “No. Es un encuentro casual. Parece que son amigos desde hace tiempo.” Yo podía ver cómo pensaba todo eso. Podía leerlo en su rostro. Sabía exactamente lo que estaba pasando por su interior.

Gloria se vuelve hacia su acompañante y le dice: “Jim, me gustaría presentarte a un viejo amigo, Dick Feynman.”

Siguiente mirada: “Ya sé lo que voy a hacer: voy a mostrarme amable con el tipo éste. Así le caeré mejor a ella.“

Jim se vuelve hacia mí y dice: “Hola, Dick. ¿Tomas una copa?”

“¡Estupendo!”, respondo.

“¿Qué quieres tomar?”

“Lo que ella tome.”

“Camarero, otro cóctel de champán.”

Así que la cosa era fácil. No tenía pega. Esa noche, después de que cerraran el bar volvía al motel donde se alojaban Gloria y el presentador. Estaban riendo y bromeando, muy contentos de lo bien que les había salido la jugada.

“Perfectamente -dijo yo-. Estoy plenamente convencido de que vosotros dos sabéis exactamente de lo que habláis. Bueno, ¿qué hay de las lecciones?”

“Muy bien -dice él-. Mira, todo se funda en lo siguiente: el hombre quiere quedar como un señor, No quiere que lo tomen por un patán, ni quiere parecer zafio y grosero. Pero sobre todo, no quiere parecer avariento y tacaño. En tanto la chica conozca tan claramente las razones de la conducta del hombre, le resultará pan comido irle llevando en la dirección que ella quiera.“

“Así pues -prosiguió diciendo-, bajo ningún concepto te comportes caballerosamente. Tienes que ser desconsiderado con las chicas. Además la regla primera y fundamental es: no invites a nada a la chica, ni le compres nada -ni siquiera una cajetilla de cigarrillos- hasta que le hayas preguntado si va a acostarse contigo y estés seguro de que ella está dispuesta a hacerlo, de que no miente.”

“Uh…quieres decir…que no…uh…, ¿que se les pregunte así, sin más?”

“Exactamente -dice él-. Ya sé que es tu primera lección, y quizás te cueste bastante ser tan rudo. Piensas que desearías invitarla o regalarle algo -una chuchería cualquiera- antes de preguntárselo; pero lo único que se logra es hacerlo más difícil.”

Bueno, basta con que alguien me dé el principio, y yo ya saco la idea. Durante todo el día siguiente estuve mentalizándome. Adopté la actitud de que todas esas chicas de alterne eran unas perras, que no valían nada, y que para todo lo que están es para sacarte los cuartos y hacer que les pagues consumiciones, sin darte absolutamente nada a cambio; no estoy dispuesto a ser caballeroso con estas perras infames, y así sucesivamente. Lo practiqué una y otra vez, hasta que fue automático.>>

Entonces, Feynman decide poner en práctica en su cambio de actitud para con el sexo femenino. Una chica llamada Ann, que tonteaba con un teniente, sonríe a Feynman, el cual le devuelve la sonrisa:

<<Algunos minutos después ya no está con el teniente; en cambio le está pidiendo al del bar su bolso y su abrigo, diciendo en voz alta, con intención obvia: “Me gustaría ir a pasear. ¿Quiere alguien venir conmigo a pasear un poco?”

Yo pienso para mí: “Uno puede decir que no, y apartarlas de sí, pero no permanentemente, o no llegará a nada. Llega un momento en que hay que entrar en el juego…” Así que fríamente le digo: “Yo iré a pasear contigo”, y salimos. Bajamos por la calle unas cuantas manzanas y vemos un café. Ella me dice: “Tengo una idea. Compremos unos bocadillos y vayamos a mi cuarto, a comérnoslos.”

La idea parece muy buena, así que entramos en el café y ella pide tres bocadillos y tres cafés, y yo los pago.

Al salir del café voy pensando: “Algo va mal. ¡Demasiados bocadillos!”

De camino hacia su motel, ella me dice: “Sabes, no voy a poder tomar contigo los bocadillos, porque va a venir un teniente…”

Yo pensé para mí: “Ves, ya fallaste. El presentador te dio una lección sobre lo que tenías que hacer, y has fallado. Le has comprado bocadillos y café por valor de 1.10$ sin pedir nada a cambio, y ahora sé que no voy a conseguir nada. Tengo que recuperarme, aunque sólo sea por el honor de mi maestro.”

Me paro de pronto, y le suelto: “Eres…peor que una PUTA!”

“¿Qué quieres decir? ¿A qué viene eso?”

“Me has hecho comprarte estos bocadillos, y ¿qué voy a recibir por ellos? ¡Nada!”

“Mira que eres roñoso! -dice ella-. ¡Si eso es lo que crees, te pagaré lo que costaron!”

¡Que enseñe las cartas!: “Págame, pues.”

Quedó atónita. Echó mano de su monedero, cogió el poco dinero que tenía, y me lo dio. Yo cogí mi bocadillo y mi café y me fui.

Después de comérmelo, volví al bar a dar cuenta de lo sucedido a mi maestro. Le expliqué todo, y le dije que sentía haber fallado, pero que intenté recuperarme.

Él me dijo muy tranquilamente: “Todo va bien Dick, todo va bien. Dado que acabaste por no comprarle nada, te aseguro que ella va a dormir contigo esta noche.”

“¿Qué?”

Me has oido perfectamente. Ella se acostará contigo esta noche. Estoy seguro.”, dijo con total confianza.

“¡Pero si ni siquiera está aquí! ¡Ella está en su cuarto, con el ten…!”

“No te preocupes.”

Dan las dos de la madrugada, el bar cierra, y Ann no ha aparecido todavía. Les pregunto al presentador y a su mujer si puedo ir con ellos a su motel. Me dicen que desde luego.

Justo cuando salimos, aquí llega Ann, que cruza corriendo la Ruta 66 y se viene hacia mí. Se cuelga de mi brazo, y dice: “Venga, vamos a mi habitación.”

El presentador tenía razón. ¡Fue una lección impresionante!

Aquel otoño, de vuelta en Cornell, estaba yo bailando con la hermana de uno de los doctorandos, que había venido de Virginia a visitarlo. Era una joven muy agradable, y de pronto se me ocurrió esta idea: “Vayamos a un bar a tomar una copa”, le dije.

De camino hacia el bar iba reuniendo valor para poner en práctica con una muchacha normal la lección del presentador. Después de todo, uno no siente tanto remordimiento con una chica de alterne que lo único que intenta es sacarte consumiciones, ¿pero con una chica ordinaria, agradable, una chica del Sur?

Entramos en el bar, y antes de que nos sentáramos, le dije: “Oye, antes de que te invite a una copa, quiero saber una cosa: ¿te acostarás conmigo esta noche?”

“Sí.”

¡Así que también funcionaba con una chica corriente! Pero por eficaz que fuera la receta, en realidad nunca he vuelto a echar mano de ella desde entonces. Hacerlo así no me causaba ningún placer. Aunque era interesante enterarse lo muy distintas que eran las cosas de lo que me habían enseñado mis mayores.>>

Otra aplicación práctica de Feynman (págs. 261-262), que aceptó que un hombre le presentara unas prostitutas:

<<… “Vale, preséntamelas.”

Fuimos hasta la mesa de las chicas, hizo las presentaciones y se fue un momento. Llegó una camarera y nos preguntó qué queríamos beber. Yo pedí agua, y la chica que estaba a mi lado dijo: “¿Le parece bien si pido champán?”

“Puedes tomar lo que quieras -dije fríamente-, porque te lo vas a pagar tú.”

“¿Qué te pasa? -dijo ella. ¿Eres un roñoso, o qué?”

“Has dado en el clavo, preciosa.”

“¡Desde luego no eres un caballero!”, dijo ella, indignada.

“¡Me has calado rápido”, repliqué. Ya había aprendido yo muchos años antes, en Nuevo México, a no ser un caballero.

Pronto eran ella quienes me invitaban a beber. ¡Se habían invertido completamente los papeles!>>

Estuvieron un rato hablando con él, luego Feynman jugó un rato con el dinero de las chicas -”… jugando a actuar conmigo de igual modo que suelen tratarlas a ellas. Me preguntaron: “¿Te apetece jugar? Nosotras te daremos el dinero, e iremos a medias con las ganancias.”- hasta que pasado un rato de juego “volvieron al trabajo”.


Espero que os haya gustado -e incluso os sea útil- la anécdota transcrita.

Feynman y las mujeres « Apuntes y digresiones
 
Esta muy interesante, aunque es la historia de siempre. O vas de malote y pones firmes a las mujeres o te comes los mocos y encima pagas las fantas.

Lo jodido es el apartado donde el tipo explica lo que le costo cambiar su forma de ser. Dejar de comportarse de forma generosa con las mujeres. Esto seria aplicable a cualquier actitud o comportamiento socialmente establecido que hace al hombre fracasar en sus relaciones con mujeres.

Pero lo dicho, es lo de siempre : sabemos en qué fallamos pero arreglarlo es otra historia muy distinta. :roll:
 
Totalmente de acuerdo con lo aqui expuesto.

Invitar a una mujer cuando lo que quieres es acostarte con ella, es una forma de "pagarles" por sus servicios, creas los roles de "dadora" y "pedigüeño" de placer. Por supuesto las mujeres se dan cuenta de esto al vuelo (también se daría cuenta un hombre en caso contrario, no os creais tan especiales), y actuan en consecuencia. Así que ya sabeis, nada de invitar. muahaha
 
Pues si, curiosamente es así.

Por lo tanto, la cosa está clara, no hay que invitar a nada, y santas pascuas. Sea como fuere, funcione o no, siempre saldrás ganando.


La que le dijo a una chavala que conozco: "¿Para que vas a llevarte tú dinero?, ¡que te inviten!", es sin duda una zorra manipuladora, una puta de mierda, la hez de la hez.

:lol:
 
Nada nuevo bajo el sol.

De todas formas disiento un poco de lo que una actitud tan "roñosa" sea el motivo real por el que ella lo invitan.

Yo creo que es una actitud de seguridad en si mismo.


El otro día tomandome unas copas con un colega acabamos en un bar regentado por una mulata a de cuerpo explosvo y de jeto medio potable.
Le lanzamos envites (simpáticos) y quedó en invitarnos la próxima vez que nos pasasemos. ¿sera una argucia comercial?

Seguramente.

Eso no quita con que me la voy a tirar el próximo día. Eso es seguridad, se huele.


El único problema es que no me acuerdo donde cojones está el puto bar.
 
La que le dijo a una chavala que conozco: "¿Para que vas a llevarte tú dinero?, ¡que te inviten!", es sin duda una zorra manipuladora, una puta de mierda, la hez de la hez.
:lol:

Buah, yo conozco un montón de chicas así, una de ellas dice que cuando no tiene mucho dinero, se pone minifalda y se va de fiesta.
Otra se dedica a "seducir" a tios para que la inviten, sin más.

Un comportamiento bastante putesco :lol::lol:
Y nosotros bastante tontos.


Jimmy Rajatangas rebuznó:
El otro día tomandome unas copas con un colega acabamos en un bar regentado por una mulata a de cuerpo explosvo y bla bla

Por favor, fotos. :121
 
Cuando tenía 15 ó 16 años y conseguía salir por la noche, pedía dinero a los tíos con mi amiga alegando cualquier gilipollez. Nos íbamos con los bolsillos llenos a casa. También vendíamos papeletas caducadas de un sorteo de nuestro colegio. Y apuesto a que muchísimas chicas lo han hecho porque nosotras siempre hemos sido muy de malear, pero bastante ingenuas y aún así expoliábamos al personal, así que no quiero ni pensar cómo se las gastan las niñas de ahora.

De verdad creo que lo de invitar o no es indiferente. Yo no entraría invitando, ya lo dice el famoso manual del guerrillero nocturno, queda un poco desesperado, pero tampoco creo que sea un factor determinante.
 
Yo nunca entré ni entraré invitando. Únicamente invito a mi novia, algunas veces lo hago yo y otras ella, así de fácil. Si para pillar cacho tienes que tirar de monedero es que eres un hijo de Mordor sin alguna cualidad que explotar ni labia / jeta.
 
El texto está desfasado.


Jimmy, el sábado follé con mi camisa nueva. No estoy orgulloso de ello pero quería que lo supieses. Me debes una copa. :lol:
 
El problema es que invitar tiene poderosas connotaciones no verbales. Y por eso también hay que verlo caso por caso.

¿Invitarías a un tío al que acabas de conocer a tomar algo? No. ¿Entonces por qué invitarías a una tía?
Es un poderoso mensaje que va al subconsciente y que habla muy mal de ti, porque la estás comprando.
 
Mamón, y lo dices ahora!!! Ruben abre hilo al efecto!!!!
 
Ese texto tiene aun más validez hoy en día, ahora con hombres y mujeres en el mercado laboral no hay motivos para invitar.

Claro que si cuando invitas, sacas un billete de 500 leuros para pagar, seguramente sí funcione.
 
El otro día en el bar donde desayuno.


- Oye, ¿tienes cambio de un billete de quinientos euros?.

Ella, con la cara RADIANTE.

- ¡Sí!

Le dí un euro para el café.

- Pues ya veo que el negocio va bién.


:lol:
 
Tormenta Helada rebuznó:
Pero lo dicho, es lo de siempre : sabemos en qué fallamos pero arreglarlo es otra historia muy distinta. :roll:
En esto tienes toda la razón.Has hablado muy razonadamente.
 
Lo que la anécdota no cuenta es que ellas sabían que él era Premio Nobel, por eso tenían tanto intererés en follárselo a pesar de su racanería.

Además, el tío era el típico dandi que atrae a las zorras:



RFeynman.jpg

richardfeynman.jpg

fmain.jpg

Feynman.gif.jpg


Nótese el machoalfismo que irradia.

Así que no os flipéis, que a vosotros no os funcionaría. Ni invitando ni sin invitar.
 
Lo que pone cachondas a las hembras, no es no invitarlas, sino la seguridad que trasmite un hombre que no se lanza como un mendigo a besarlas las pies. No seais ingenuos. Ir de perdonavidas por el mundo sólo se lo pueden permitir unos pocos, no confundais vuestros sueños vengadores de rompebragas reprimidos con la realidad. Siempre folla más el que suelta el billete que el se lo guarda en el bolsillo, siempre ha sido asi y siempre lo será. Las mujeres actuan bajo el mandato de sus genes, no analizando conductas sorprendetes que se salen de la normal. La generosidad del varón, la prodigalidad de la que se benefician, abren sus piernas en un angulo de 180º, todo los demás son anéctodas a las que no se debe apostar.

Tener un respaldo económico y un sustento material al iniciar la conquista de una mujer, es garantía de éxito. No es lo mismo comerse a medias una hamburgesa en el macdonalds que irla a recoger a su casa en tu bonito descapotable, invitarla a cenar a tu piso y luego rematar la faena con un buen polvo en una buena cama como Dios manda. Hamburguesa y banco del parque no suena igual que solomillo y apartamento. Y no le deis más vueltas porque las bonitas fábulas de los snob de clase alta norteamericana, no os van a pasar a vosotros mientras os tomais unas gambas en la Plaza Mayor.
 
Tiene gran razón, pero eso no se debe plantear con tanta crudeza, al menos en España.
 
Neutral Malvado rebuznó:
Lo que la anécdota no cuenta es que ellas sabían que él era Premio Nobel

No, eso te lo inventas. No dice que ellas supieran que era premio Nobel. Ni siquiera dice que ya hubiera ganado el premio Nobel, o que fuera famoso.

Jimmy Rajatangas rebuznó:
De todas formas disiento un poco de lo que una actitud tan "roñosa" sea el motivo real por el que ella lo invitan.

Yo creo que es una actitud de seguridad en si mismo.

No es sólo la seguridad. Hay otras cosas, como hacer lo que nadie hace, y salirse de la corriente. En este caso, establecer una conversación pero no invitarla, sinónimo de comprarla.

Inclito rebuznó:
Tener un respaldo económico y un sustento material al iniciar la conquista de una mujer, es garantía de éxito.

No es la única garantía. En un mismo nivel social, como la situación de la anécdota de Feynman, unos obtenían más rendimiento y otros no.
 
Una vez superado el tema inicial, vamos con lo realmente importante. ¿Cuántas veces os ha invitado una tía a una copa?
 
ruben_vlc rebuznó:
Una vez superado el tema inicial, vamos con lo realmente importante. ¿Cuántas veces os ha invitado una tía a una copa?

¿ Cuentan hermanas y/o madres ?
 
ruben_vlc rebuznó:
Una vez superado el tema inicial, vamos con lo realmente importante. ¿Cuántas veces os ha invitado una tía a una copa?

¿Cuentan camareras a las que se les ha caido un pelo en la copa?
¿cuentan los tipicos 2x1? :oops:

Si no cuentan, 3 o 4 veces cuando la novia se pone orgullosa:
"Hoy te invito yo"
 
ruben_vlc rebuznó:
Una vez superado el tema inicial, vamos con lo realmente importante. ¿Cuántas veces os ha invitado una tía a una copa?

Pues varias veces, la verdad, aunque no necesariamente con ánimo sepsual, pero también me ha ocurrido. Y en alguna ocasión he obligado a la tía a que pagara la copa, en plan: esta la pagas tú que la anterior la pagué yo, que yo estoy a favor de la igualdad entre hombre y mujer no sólo de derechos sino de obligaciones, así que hale, date brillo, y que sea de Bombay.

Aunque en una ocasión obligué a la tía a pagar la copa mediante un subterfugio: en el sitio donde voy siempre ya me conocen, y no hace falta que la pida, con que me vean que voy a pedir ya saben qué quiero y me lo ponen levantando la mano aunque lo haga a cinco metros de la barra -ventajas de ser cliente fiel, no de otra cosa-. Le dije a la tía esto: "en este sitio a mí me ponen las copas levantando la mano y chasqueando los dedos". Mentira, me dijo. ¿Ah sí? Vente y lo compruebas, y si lo hacen pagas las de los dos, y si no, las pago yo. Efectivamente lo hicieron, levanté la mano y me pusieron la copa, sin hablar. Cuando me acerqué le dije al camarero: Ah, Arturo, y me pones también un whisky con coca cola para esta, tío, gracias. Me volví y le dije a la tía: Hale, a pagar, guapa.

Lo de después fue coser y cantar.
 
ilovegintonic rebuznó:
[..] levanté la mano y me pusieron la copa, sin hablar. Cuando me acerqué le dije al camarero: Ah, Arturo, y me pones también un whisky con coca cola para esta, tío, gracias. Me volví y le dije a la tía: Hale, a pagar, guapa.

Lo de después fue coser y cantar.


Eres un poco amo :121 y su compañera no demasiado lista.
 
Jimmy, el sábado follé con mi camisa nueva. No estoy orgulloso de ello pero quería que lo supieses. Me debes una copa. :lol:

yo tambien foshé pero me daba vergu hacer fotos en plan "lo siento tia es para una apuesta en PL"

Si te vienes a Mandril con esa camisa te invito a dos.

ruben_vlc rebuznó:
Una vez superado el tema inicial, vamos con lo realmente importante. ¿Cuántas veces os ha invitado una tía a una copa?

Es como una especie de regla no escrita, si la tia es mayor que yo le gusta pagarme las copas.

Yo supongo que tiene que ser como una especie de fantasia. Tener a su chavalito de 26 y tener que cuidarlo, invitarle, peinarlo (tu no, ja) como si fuera un niño pequeño.

Creo que las 30añeras se ponen burras con este rol.
 
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