Antes todo esto era campo y uno entraba aquí a reírse de las miserias propias y ajenas en un sano ejercicio de afrontar lo terrible de la existencia, sublimando lo monstruoso y disminuyendo las fronteras de la terra incognita.
Hoy, todo es complacencia en la corrupción del ser, lamidas de heridas, gente enfadada porque España va hacia arriba como un cohete soviético, aceptación de lo mediocre, drogadictos orgullosos, deprimidos exigiendo atención, adultos infantilizados... en definitiva, mujeres.
Os ha tenido que crecer una enorme vagina en la entrepierna en estos últimos años. No hay otra explicación. Y este es el motivo de que os indigne tanto fenómenos como el movimiento tans, el feminismo, el black live matters, etc. Si todos los freaks del planeta se quejan, qué valor tienen vuestros lamentos en un océano de gente llorando todo el rato y exigiendo que otro (un hombre blanco heterosexual) haga algo.
Estáis acabados. Ya no lucháis, solo aceptáis y maldecís. Entiendo que con la edad bajan los niveles de testosterona, pero se os ha ido de las manos. Todo esto para concluir que soy consciente de que cuando las hordas bárbaras estén a las puertas estaré solo ante el peligro. Yo caeré, Roma prevalecerá.