Mi vida ha sido bastante exitosa, tanto en lo académico, como en lo laboral y sin duda en lo social. Pero quizá si hay una parte de mi vida que podría decirse que he fracasado, al menos por ahora, sería la vida amorosa. Seguramente no tenga ningún derecho a quejarme, he tenido novios y salido con chicos que cualquier chica hubiera dado su brazo por tener una cita con ellos, y apuestos pretendientes nunca me faltaron. Pero el caso es que nunca me he enamorado. Sé que suena muy a problemas de niña blanquita del primer mundo, pero para mí es un fracaso. Y me preocupa, aunque cada vez menos. Hombres maravillosos, hermosos, inteligentes, cultos, incompletos, divertidos... hombres que me dirigían su mirada de fascinación, como la de quien es sabedor de que posee un tesoro que le embelesa pero que a la vez no entiende y le intriga, y que le hace sacar los mejor de sí mismo para intentar estar a la altura de las circunstancias. Unas veces me aburría, era aburridiza, otras veces la la razón era otra, pero la principal para dejarles era esa. A lo mejor todo son excusas, y haya algo intrínsecamente malo en mí, pero es así. Es la sensación de inmensa soledad que te acompaña, y también la sensación de ser cruel, mala, por la insensibilidad a la hora de cortar con ellos, cuando paradójicamente era un acto de amor por así decirlo, para evitar que se pillen más y más y ahorrarle un sufrimiento aún mayor. Pero anchas son mis espaldas, metafóricamente hablando claro está, y supongo que tendré que asumirlo. Cada vez que ofrezco mi ayuda, mi ofrenda a la vida, en un acto de auténtica generosidad, y mejoro la vida de alguien, de quien me compadezco por sus carencias, por faltarle cosas que en mi vida fueron rebosantes en presencia, siento un indescriptible y profundo sentimiento de gozo. ¿Acaso es una burla del destino? ¿Una mujer que es incapaz de amar a un hombre, porque está destinada a amar al género humano, a la humanidad entera? Quizá es el precio a pagar, he vivido y vivo una vida muy buena, y todo el mundo tiene que pagar un precio. Y yo tengo que pagar, vaya que si tengo que pagar. Creo que no puedo hacer nada, yo no elijo y unas fuerzas invisibles me empujan a ello.