M ha vuelto a venir con zapatillas. No te dejarán entrar con esas zapatillas tío. Sí que lo harán -dice él-, la última vez lo hicieron. En fin. No me gusta este grupo, algunos reprimidos, otros demasiado salidos. Llevamos ya un par de cervezas y el garito coge algo de ambiente. Tengo que salir de aquí, moverme un poco, no quedarme en el rincón. Voy al baño...o a pedir -digo- y me marcho andando, dando un repaso rápido a mi ropa. Estoy genial. Mientras me acerco a la barra voy echando un vistazo, buscando algo que llame mi atención. Cruzo la mirada con alguien, medio sonrío, ella aparta la cara. Mierda. Voy con una mano en el bolsillo, quizá sea eso. O quizá necesite otra copa, no sé. Estoy en la barra y me hago el distraído para que no me atienda el tío. Mientras tanto miro el espejo de la contrabarra, me fijo en mi gesto, en mis ojeras...estás cansado tío, te haces viejo. Saco un billete y busco a la camarera con la mirada. Ponme un ron con sprite, por favor. ¿Todo bien? Sí, claro, hoy es mi cumpleaños -miento-. Ella ríe, siempre es tu cumpleaños -dice-. Coge el billete y se marcha a cobrar. Me doy media vuelta. Miro a los tíos y veo que no tengo por qué sentirme mal, valgo más que ellos. Al menos más que la mayoría. Veo una cara interesante, nos miramos.
Tu copa. Sí, mi copa. Me devuelve dos de cinco. Le doy las gracias. Ojalá fueras mi novia -le digo-. Ella ríe y me amenaza con contárselo a su novio. Me da igual, somos buenos amigos. Te pone los cuernos, pero no, eso no se lo digo. Vacío la botella y me doy media vuelta, sin moverme de la barra. La veo otra vez, me vuelve a mirar. Doy un trago. Me arrepiento. Vuelvo a buscarla. Sonrío a quien viene a ocupar mi sitio en la barra mientras me voy. Vuelvo a mi rincón dando un pequeño rodeo. No quiero pasar demasiado lejos, pero tampoco demasiado cerca. Joder, me gusta. ¿Qué le diré? Cuando me doy cuenta ya estoy con mis amigos. Oye, tú no estabas en el baño. No, he ido a pedir. Joder, haber avisado. Miro mi copa: está casi vacía. Sí, quizá necesite otra copa. Podríamos ir un poco más hacia la pista, ¿no? No, aquí se está bien, sin agobios -me dicen-. Pedidme otra si vais a pedir y les doy los dos de cinco. No sé de qué coño me habla M mientras yo busco en la pista. La vuelvo a ver pero ella no me ve a mí. Miro a M y pienso en decirle algo, pero qué coño. Oye M, pídete una copa. Y sigue diciéndo cosas que no consigo oír bien, porque estoy medio sordo, en serio. Llegan la copas, por fin. Estoy inquieto. Miro a mis amigos. Todos derrotados de antemano, borrachos, drogados. Siento algo en mi cara, por dentro, como si la carne se me cayera a trozos, o se derritiera, como si no pudiera mantener por más tiempo ese juego. Tan sólo quiero ir y cogerle de la mano.
Y el nombre lo ponéis vosotros, que yo me voy a currar.