TELEVISIÓN Española ha acabado con el programa de menos coste/hora de sus parrillas analógicas y uno de los más apreciados por los cinéfilos: Qué grande es el cine , dirigido por el Óscar de Hollywood José Luis Garci. El espacio, que ha rescatado de la cinemateca del ente muchas viejas y buenas películas a las que se aderezaba previamente a su emisión con un coloquio que las situaban en su tiempo y circunstancias, ha dado su última vuelta de manivela sin que nadie haya alzado su voz. Justo lo contrario de lo que ocurre con otro veterano de esa casa, Al filo de lo imposible , que cada vez que se propone su jubilación por coste excesivo se orquesta un griterío que consigue parar la decisión y mantener la canonjía de quienes viajan por el mundo a costa del erario público para practicar el deporte de riesgo que llena su vida y les divierte. Al filo de lo imposible no ocuparía, posiblemente, la parrilla de programación de la televisión pública finlandesa, cuya trayectoria se presentó en el reciente Foro Internacional de Televisión de Extremadura como referente europeo «por su calidad y por la estructura de su organización, diseñada sobre principios de servicio público inequívocos y gestión eficaces».
¿En dónde radica su calidad y cuál es la estructura de su organización, para que esta televisión que no emite publicidad sea merecedora de tan alta distinción? A juicio de Timo-Erkki Heino, uno de sus consejeros, en que son «completamente financiados por las licencias que pagan los usuarios (165 euros al año por hogar) y de ninguna forma por el Estado. Eso nos da una total independencia editorial», que va unida a la representatividad de los ciudadanos, «porque el consejo de administración lo nombra el Parlamento».
Según Timo-Erkki, las televisiones públicas del sur de Europa, como las de Portugal, España, Italia, Grecia y, en parte, Francia, tienen mucho que aprender de las del norte, como Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca y el Reino Unido. En su opinión, la televisión pública española (nacional, autonómica y local), «ha escogido lo peor de los dos mundos (público y privado): está financiada por la publicidad, lo que la obliga a emitir demasiados programas comerciales, y por el Estado, lo que le hace tener una conexión directa con la política». Hasta en Finlandia se practica lo que aquí pregonamos unos cuantos y no quieren otros muchos.