En las imágenes de la cumbre daba gusto ver a los que tanto contaminaron y arrasaron el mundo para sacarse los pluses además de sus sueldazos en las multinacionales, auspiando y animando a los retoños, y tan entregados todos a la causa.
Qué irónico, y vaya cara que gastan estos amos de la Uralita y del Sicaflex, los que en sus delirios por ser César, al igual que el César de Shakespeare tienen muy en cuenta lo que el Genio pusiera en boca del Imperator, cuando receloso de Casio, sospechando de él por verlo tan flaco, y porque los flacos son flacos muchos de ellos por tanto cavilar y darle vueltas a los asuntos, bajo el puro temor a que Casio estuviera conspirando contra él, entonces escribió el Bardo que César le gritaba a su hijo Bruto:
¡Bruto, rodéame de hombres gordos!