En mi caso no es la única experiencia que he tenido como receptor de odios profundos, en el colegio, instituto y universidad me las he visto con multitud de subnormales. Aunque el caso que he contado quizás sea el más retorcido y que más me tocó las gónadas porque me limitaba mucho su condición de mujera para hacerle frente como merecía.
Cito algunos casos más:
-En el colegio, en la egb, había otro mongolo, de nombre David, que vivía en un adosado y sus padres eran unos soberbios de mierda porque el padre era el capataz de la empresa del ricachón del pueblo. El hijo no era menos y siendo un repipi de mierda gozaba de cierto estatus en la clase. Yo y este anormal nos llevábamos bastante mal, a veces se me burlaba cuando hablaba en clase o hacía como que me imitaba. Yo en esa época ya era bastante introspectivo y pasaba de todo el mundo, no quería ser popular y odiaba pasar las mañanas rodeado de esa chusma. Eso sí, ya me ponía morcillón alguna niña y a veces filtreaba con poco éxito con ellas. Respecto al mierdas en cuestión un día que se difundió un hedor pestilente por la clase (algo frecuente por otro lado, pues lo de ventosearse con pedos ninjas era frecuente. Además teníamos a una tipa muy fea y medio retrasada que se cagaba encima literalmente y aquello era un puto drama), y entonces el citado monguer dijo a gritos que había sido yo, a lo que como primera reacción, casi instintiva, no se me ocurrió otra cosa que coger un estuche de esos de metal que había en una mesa y estampárselo en la cara. Después del golpe empezó a forcejear conmigo mientras lloraba como una niña, y enseguida nos separó la profesora de plástica. Todos se volvieron contra mi, tuve conversación privada en el despacho del director, con presencia materna, y aunque no se propuso mi expulsión ni nada sí que me "invitaron" sutilmente a que me disculpara con el anormal, a lo cual me negué de forma reiterada. Me dieron una charla pedagógica en dirección y me advirtieron que no volviera a suceder. Yo estuve conforme, y además jamás le pedí perdón por dejarle medio careto señalado y nada reseñable ocurrió en lo sucesivo, aunque su odio permaneció más vivo que nunca. Al acabar la egb le perdí la pista hasta algunos años después. Luego me enteré, cuando yo andaba estudiando fuera, con 18 años, que un conductor imprudente lo atropelló en un paso de cebra en la capital, y que estuvo en coma, a punto de morir, pero finalmente se salvó pero se quedó mal, bastante tonto. Y en ese estado me lo encontré un día en el gimnasio, me saludó con efusividad, algo que jamás hubiera hecho estando sano y en sus cabales, pero se le veía fatal, no coordinaba y tenía problemas graves de psicomotricidad. Recuerdo que cogió una barra de las más ligeras e hizo un par de repeticiones y se fue, estaba totalmente ido. Por cierto, dejó una peste como a meado impresionante. Me dio realmente pena, luego vi en su facebook que su familia lo trataba como un niño de 6 años.
-Otro caso, por completar el asunto con un ejemplo universitario, fue el de un compañero de carrera que curiosamente empezó con buen pie el trato con un servidor. En la universidad, pese a no tener relaciones propiamente amistosas con nadie (al menos yo no las concebía así) sí que trabé buenas relaciones con un grupo de 4-5 personas, entre ellas, pensaba yo, con el protagonista de la historia. Al principió, cuando lo conocí, pensaba que era un buen tipo, pero enseguida empezó a deteriorarse la relación por diferentes motivos algo largos de explicar. Era un sujeto más raro que yo, que ya es decir, tenía complejo de altura por medir 1,65, era especialmente envidioso y tenía unos "apuntes b" que modificaba a propósito si alguien se los pedía para joderle en los exámenes, a mi y a otro muy bruto trató de colárselos, pero yo me di cuenta, tremendo hijo de la gran puta. La relación fue deteriorándose hasta que nos dejamos de hablar. Como era cobarde, ruin y bastante marujo nunca daba la cara pero se dedicó a soltar mierda a mis espaldas. Yo me enteré, obviamente, y decidí tomármelo a mofa y le puse el apodo de "El pantojo", del que fue portador durante 4 años. Él sabía que yo me mofaba de él y el odio que me tomó fue increíble, a no ser que fuera en clase, porque no tenía más remedio, no quería compartir estancia alguna con un servidor, todavía recuerdo como huía de la cafetería de la universidad haciendo ridículos aspavientos cuando advertía mi presencia. A diferencia de los demás casos este era un pobre diablo con muchas taras, demasiadas, y complejos. Todavía recuerdo el día que "presentó" a su novia en sociedad y casi nadie quiso saludarla, algunos descojonándonos a distancia, porque la tipa era fea de pegarle, con cara de coleccionar todos los cromosomas sobrantes de la provincia. Nunca supe que fue de este sujeto, al que por cierto salvé de que le zurrase un tercero al que había engañado con los apuntes tras una conversación en la que le dije poco menos que el tipo era un deficiente mental y no merecía la pena complicarse la vida. Y la gracia del asunto es que los primeros días me cayó muy bien, empezó a tomar envidias, a montar jaleos marujiles con terceros y terminó por odiarme a muerte.
Luego tengo algunas experiencias en trabajos y otras circunstancias, una con una gorda biega que quería follarme cuando era un mozalbete y ante mi negativa, y no será que no he follado con callos malayos de mordor (pero más o menos de mi edad), trató de hacerme la vida imposible. Pero de momento aquí me quedo.