Tenía 7 u 8 años y cogí del taller de mi padre una navaja que me gustó. Al día siguiente la llevé al colegio en la mochila y a la hora del recreo me la metí en el bolsillo a escondidas y salí al patio. No quería hacer nada con ella, simplemente era una herramienta, algo de adultos y me fascinaba. Ni siquiera la había abierto, había dicho nada a nadie ni pensaba que nadie se enterara de que la tenía.
Corriendo en el patio se me cayó, un niño dijo algo y al final mi madre tuvo que venir. Yo la verdad es que no entendía nada, no sabía qué había hecho tan malo. No la veía como un arma, como dije ni la había abierto.
Mi hermano me dijo hace poco que mi madre le había contado la anécdota y yo no sabía el final: cuando mis padres fueron a hablar con los profesores estos les devolvieron la navaja y les enseñaron un cajón lleno. Vivíamos en un barrio obrero de Madrid y por lo visto era normal que niños de menos de 10 años fueran al colegio con un pincho. Mis padres en ese momento decidieron mudarse de inmediato.
En esa época no había mucha inmigración, lo cual no me impidió ver por dicho barrio incidentes en los que se mostraban cuchillos, machetes y hasta recuerdo a un hombre amenazar a su mujer con un hacha una mañana en medio de la calle.
Tras lo de la navaja nos mudamos a la sierra, a un lugar bastante bueno, de nivel alto. Allí también había gente que llevaba navaja habitualmente, vivía de la delincuencia y era española. Recuerdo a un gilipollas irse a una pelea con su cuchillo jamonero, español también. Esta gente era una minoría, pero ahí estaban.
En mi adolescencia me bajaba alguna vez a algún poblado o a algún barrio humilde a pillar. Puedo decir sin ninguna duda que hace 15 años en Madrid había mucha gente española muy chunga viviendo de la delincuencia y dando muchos problemas.
No me entra en la cabeza que gente con más de 40 años se ponga a decir las gilipolleces que estáis soltando alegremente, cuando en vuestra época España estaba llena de yonkis españoles dedicándose a atracar en plena calle a plena luz del día.
Sí, España era maravillosa y se acaba de ir a la mierda, sí. Justo eso. Por la inmigración, sí. Antes todo era mejor. Claro.
Serdo, las sociedades evolucionan y cambian, y si las cosas no van mal, progresan.
España hace 80 años era, fuera de las grandes ciudades, casi medieval, y por una riña de tierras cualquier gañán mataba a otro de un tarugazo en la testa. El país progresó y los gañanes homicidas dieron paso a gañanes a secas.
Hace 40 años España estaba llena de kinkis y yonkis (valga la redundancia), y ahora esa subraza ha mutado y mermado en su número. Ya es difícil encontrarse a yonkis peligrosos, salvo alguno que otro como la escoria de clase media que se concentra en la discoteca de Hijodeput. El tejido productivo español ha evolucionado lo suficiente como para que los yonkis de hoy no necesiten robar a punta de navaja para pagarse las drogas.
En los 90 la gente problemática y/o peligrosa que yo conocí, los apestados de la sociedad y del mercado laboral, eran los gitanos. Esos eran los que te sacaban una navaja para robarte. Vivian de robar todo lo que podían y de buscar chatarra. En los 90 los gitanos eran el único grupo poblacional que se consideraba peligroso. Ya no (en mi ciudad). Su sucia etnia ha evolucionado y se ha integrado lo suficiente como para no vivir como depredadores. Ya no conozco historias de problemas con gitanos peligrosos. Si acaso asilvestrados, indeseables, y algún clan turbio que se dedica a las drogas.
Parece que alguna gente no se acuerda ya que a principios de siglo venían a España rumanos y búlgaros a puntapala y muchos, muchísimos eran basura delincuente. Los propios rumanos de bien se avergonzaban de esta fama que tenían. Y no pocos te decían que Rumanía se había quedado limpia de escoria porque todos se habían venido a España. Sobre el 2004-2008 no había mes en el que no detuviesen a toda una banda de ladrones del este. A menudo estas noticias eran semanales. Los delincuentes del este eran una epidemia. Y de ahí viene la mala fama de los rumanos, que ahora afortunadamente huele un poco a rancia. Porque o se han integrado o se volvieron a su país con la crisis.
También llegaron los muertos de hambre africanos que disfrutamos hoy en día. Los que no pueden acceder al mercado laboral (al menos no a uno que no sea de esclavo) no son ni yonkis ni gitanos ni gañanes ni rumanos, sino negros y moros, a veces por prejuicios del empleador, y a menudo porque no valen más que para recolectar hortalizas. Y así andan por nuestro país, algunos buscándose la vida de malas e indeseables maneras. Sin adaptarse en ningún ámbito.
Al menos muchos sudamericanos venían a hacer "lo que fuese". Lo que fuese era cuidar viejos, trabajar en fábricas, eso ya era algo. Y lo obtenían porque por lo menos hablaban el idioma. Aunque no dejase de ser inmigración de mediocre calidad.
En ese punto de la historia de España estamos. Andamos viendo si somos capaces de asimilar a esta gente. A los negros, a los moros, a los latinos de las clases más bajas e indeseables. Mientras tanto delinquen, vampirizan, lastran. Y siguen llegando sin parar. Y a muchos no nos sale de los cojones asimilarlos.