Ya, pero hay canciones que no forman parte de la mejor época de tu vida sino de un pasado deshonroso y triste que ojalá nunca hubiera ocurrido.
La vereda de la puerta de atrás siempre me recordará a aquel fatídico día en el que me dejó mi primera novia, una panchita de la que me enamoré compartiendo asiento en el autobús escolar y que un día mientras estaba sonando esa canción le di mi primer beso. Que ahora que recuerdo nunca llegamos a ser novios y cuando le di el beso al ritmo de la canción fue sin su consentimiento y nunca más volvió a hablarme ni a sentarse a mi lado, más triste aún.
Salir. Qué decir de esta canción, cuando estuve preso por el tema del guiri aquel que maté sin querer compartí celda con un yonqui que siempre ponía esa canción para que nadie oyera mis lamentos, maldita canción que aún se me clava en la mente y el alma, el hijo de puta la ponía cuando nada salía sino más bien entraba.
So payaso. Me la cantaban en coro un grupo de matones de colegio al salir de clase durante todo el trayecto a casa.
Bribriblibli. Esta canción salió en 1992, los juegos olímpicos de Barcelona a los que nadie me llevó y la Expo universal de Sevilla donde me colé y aquel hijo de puta disfrazado de Curro me pegó un palizón y me clavó una jeringuilla y estuve toda mi infancia y pre adolescencia temeroso de ser sidoso.