Fucked de la vida
Muerto por dentro
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Sabéis ese momento en que uno se da cuenta de que ya ha perdido, me refiero al momento en que no queda más remedio que asumirlo. El punto de inflexión, aceptar la derrota, firmar el armisticio, tirar la toalla. El momento en que asumes que un trabajo no es para ti, que te sobrepasa, que eres incompetente y para estar en el grado medio de la mediocridad tienes que sufrir lo insufrible y la salud mental se te resiente. O eso otro momento en que aceptas que jamás tendrás una hembra en propiedad y que estás condenado a alquilarlas por horas el resto de tu vida, porque llega un momento en que no valen falsas esperanzas, ni patadones para adelante. Cuando eres consciente, plenamente y sin lugar a la más mínima duda, de que nunca te integrarás en la sociedad porque simplemente eres un asocial y un solitario huidizo y frágil. El momento en que te cansas de negar la evidencia y no te queda más remedio que asumir las limitaciones y reconocer que has tocado techo. Pues ese momento ha llegado, sí, reconozco que me ilusioné, que creí que podría ser, me veía ahí arriba, en mi trono, mirándoos desde la cima y viéndoos diminutos, como hormiguitas azarosas de un lado para otro buscando migajas de likes. Pero ha llegado ese momento que todo hombre tiene que afrontar; reconocer la derrota.
He sido derrotado, no puedo, no me da para más, mis encantos personales no son suficientes para seguir en la pugna. Me he quemado como un fósforo, al principio un fulgor cegador, después una llama vacilante y ahora tengo que tirarlo o me quemo los dedos.
No me oiréis decir que lo importante es participar, porque no lo es. Para que haya ganadores tiene que haber vencidos, y supongo que mi personaje en este teatrillo que es la vida, es el de derrotado.
He sido derrotado, no puedo, no me da para más, mis encantos personales no son suficientes para seguir en la pugna. Me he quemado como un fósforo, al principio un fulgor cegador, después una llama vacilante y ahora tengo que tirarlo o me quemo los dedos.
No me oiréis decir que lo importante es participar, porque no lo es. Para que haya ganadores tiene que haber vencidos, y supongo que mi personaje en este teatrillo que es la vida, es el de derrotado.