La luna ya no te mira.
¿Qué?
La luna ya se ha ido. Pero sigue alumbrando.
¿Ese brillo no es suyo, sabes? Lo roba. Lo roba. Adorna noches sin sentido, artificial, parece que es a ti a quien alumbra, pero no, la alumbran a ella. ¿Te das cuenta de lo que significa?
Que me vas a empezar a deprimir, supongo.
El Sol es lo que nosotros vemos, reflejado en ella. Pero el sol nos deslumbra, no somos capaces de mirarlo largo y tendidamente. Nos molesta. Nos abrasa. La luna es su reflejo. Un reflejo vulgar. Entre tinieblas, todo brilla, ¿no?
No le des más vueltas; ni tú ni yo podemos cambiar lo que somos.
No. A mí me gusta mirar a la luna. También me gusta mirarla y odiarme por ello. No puedo mirar el Sol. ¿Tú crees que alguien podrá?
Con otros ojos, tal vez.
¿Y dónde están?
Odín tuvo que sacrificar uno. Tal vez sea una respuesta.
Da miedo, ¿verdad? Sacrificar.
No. Lo que me da miedo es no volver a dudar.
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Fumándome un cigarro en la puerta de mi trabajo, tenía unas ganas horribles de miccionar. Me fijé en el hueco de entre dos coches, me vino una secuencia de un niño meando tranquila y concienzadamente mientras los viandantes paseaban. Algunos miraban con ternura; otros, no, no miraban, si siquiera. Venía uno de los progenitores a joder la inocencia.
Eso está mal. Se hace pipí en un servicio. Más viandantes que pasan y sonríen a la escena. Ese niño ya ha perdido la inocencia que implica el mero acto de saciar una necesidad fisiológica. Su mamá o su papá le ha dicho que está mal. Confundido, el niño no entiende porqué, pero entiende que es algo que no debe volver a hacer. La gente, al pasar. El niño les mira. La inocencia de hacer algo natural ha bajado un escalón.
Se me pasó por la mente tirar el cigarrillo, bajarme los pantalones, y orinar. Me entró la risa. Pasó un par de chicas/señoras hablando y al llegar a mi altura ambas me miraron con reprobación. Yo bajé los decibelios a una sonrisilla. Consciente de lo que acaba de hacer, reí, alto, con más ganas.
¿A qué hacemos caso?
El niño de mi secuencia se iría cogido de una mano, la otra llevada al mentón/boca, pensando que acaba de aprender el significado de la palabra sociedad. Y ese niño, cuando tenga edad para beber y se esté meando vivo en algún botellón, buscará un rincón oscuro.
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Palmira, han traído coca. Mira.
Pues yo he traído cigarros.
Pero mira.
Miro.
No me mires así.
Cumplo órdenes, mi general.
A la media hora estaba esfrascada en los azulejos de la cocina, contándolos. No era salvia, pero era chawen del bueno. Contaba en 90º y luego intentaba multiplicar. Odio profundamente las matemáticas. Solía dibujar a Son Gokuh en las clases.
¿Qué haces aquí?
Cenando.
¿Te averguenza que estemos todos con la nariz de navidad?
Me averguenzan muchas cosas, la verdad.
Blablabla, pollo. Distorsión,
¿No quiero meterme coca porque todos lo hacen? Eso sería igual de estúpido. Me quiero ir a mi casa. No, lo que quiero es estar sola. Y dibujar a Gokuh.
Siempre haces lo que te sale de la punta de la polla y eso no es normal.
Tengo ganas de llorar. De que caiga una bomba para justificar todo. Recuerdo cuando me gustaba la física.
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Hola.
Hola.
....
¿Qué haces?
Nada.
Ah.
...
¿Y qué tal?
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Era toda la gama de azules que podían y debían existir. Acuarela. Óleo. El cielo abriéndose. ¿Xibalba? No, ésa la vi el año pasado y la cultura maya no me atraía lo suficiente. Pero entendí el final, sin palabras conscientes para describirlo.
Estaba en el Palacio Real. A veces iba a leer o a dibujar. Hace mucho que no dibujo. Me recliné sobre un árbol y me puse a liarme un canuto. Total. A mi derecha, un gorrión saltaba. Si alargaba la mano, le tocaba. Le miré. ¿Cómo te acercas tanto a mí? Soy de una civilización maldita. No tengo alma. Pío, pío. El gorrión me miró. Se quedó quieto, mirándome. Me sonrió. Como con cualquier cosa que me emotiva sin esperarlo, me encendí el peta y me puse a hacer como que leía. El gorrión seguía saltando, más cerca de mí. No lo entiendo.
Sigo sin entenderlo. ¿Odín?
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Me emocioné cuando leí la mitología. Una lucha con un final predestinado. Lucha. Todos muertos. Todos los einherjer, las valkirias, Loki, gigantes.. El Caos.
Las grandes hazañas no tienen una meta.
El Maestro celebró una cena en su casa. El invitado, dispuesto a lavar los platos. El Maestro le preguntó
¿Estás seguro que sabes lavar los platos?
¿Cómo osas preguntar eso?
No te pregunto si sabes dejarlos limpios, sino si sabes fregarlos.
Perdonen. Pero es que ayer resucité