Joan Laporta, presidente barcelonista en sus últimos días, ha querido dejar como herencia espiritual, el nombramiento de Johan Cruyff como presidente de honor del Fútbol Club Barcelona, para equipararlo así a Alfredo Di Stéfano. El historial de ambos en los dos grandes clubes del fútbol español no son comparables. El nombramiento de Cruyff ha nacido con polémica.
Joan Cruyff fue la gran frustración de Santiago Bernabéu. No lo pudo fichar y el Barça se sacó la espina de la operación Di Stéfano. Éste fue consecuencia de una maniobra política, con intervención del Gobierno de Franco en consejo de Ministros, y el de Cruyff solamente tuvo por medio un cheque de cien millones de pesetas con que se pagó al Ajax. Ahora ambos son presidentes de honor de sus clubes. Los méritos de Di Stéfano son mayores y están más justificados.
El Barça tuvo como gran ídolo a Ladislao Kubala. Muy por encima de Cruyff. Con él, el equipo ganó ligas copas como jugador y además de entrenador fue seleccionador nacional, más años que nadie. Kubala llevó al Barça de «las cinco copas» a una de las épocas doradas del club. Fue admirado de manera tan general que hasta se le permitió, y perdonó, que acabara jugando en el Espanyol con Di Stéfano tras la salida de éste del Madrid. Di Stéfano y Kubala hicieron crecer a sus clubes. Ambos estadios con su presencia en el campo sufrieron modificaciones sustanciales. El Madrid amplió los graderíos y el Barça cambió Las Corts por el Camp Nou como consecuencia del crecimiento fundamentado en el kubalismo.
Di Stéfano llegó al Madrid porque el presidente barcelonista Martí Carretó, quien ya había conseguido la parte de la ficha que pertenecía al River Plate, no se atrevió a pagar la correspondiente al Millonarios de Bogotá, el otro propietario, porque le fue anunciada una inspección de Hacienda. Trias Fargas, su enviado, había logrado varias rebajas, pero le valieron a Martí Carretó. En Consejo de Ministros se decidió que jugara un año en cada equipo. El sucesor de Martí Carretó, Agustí Montal (padre) dijo aquello de «per a vostés el pollastre» y el Madrid le pagó lo que había invertido en el River y se quedó con todos los derechos. Según me contó Alberto Oliart, escuchó de boca del doctor Blanco Soler, hombre de gran influencia y posición social en Madrid, y en cuya casa vivía siendo estudiante, que el Gobierno no consentiría que el Barça tuviera juntos a Kubala y Di Stéfano. Con éste el Madrid alcanzó sus mejores años, las cinco primeras copas de Europa, ligas e Intercontinental. La historia del club cambió desde su llegada en 1953. Ganó las Ligas de los años 54-55-57-58- 61-62-63 y 64, la Copa del 62 y una Supercopa. Como entrenador del Valencia ganó una Liga y una Recopa.
Johan Cruyff fue jugador pretendido por ambos clubes y esta vez era sólo cuestión monetaria. Van Praag, presidente del Ajax, era muy amigo de Bernabéu y demoró el traspaso al Barça dando tiempo a éste a que intentara reunir el dinero de la compra. Agustín Domínguez, secretario general del club, gestionó en Ámsterdam la posible adquisición del jugador, pero Van Praag le mostró el cheque de los cien millones a lo que no pudo llegar al Madrid. Domínguez nunca había visto un documento con tal cantidad. Cruyff llegó al Barça, pero su participación no fue tan decisiva como se esperaba. Era tal vez el mejor jugador de su época, pero en su historial azulgrana quedaron una Liga de 1973 a 1978, una Copa de Europa y cuatro ligas consecutivas como entrenador de 1988 a 1996. Kubala fue campeón de Liga en 1952-53-59 y 60 y fue campeón de Copa en 1952- 52- 53 y 57.
La gran hazaña del holandés fue el 0-5 con que venció al Madrid en el Bernabéu en 1974 (19 -05 en el calendario culé). En el partido siguiente de baloncesto la Demencia de Estudiantes le cantó a los madridista: «cinco lobitos tiene la loba, cinco golitos metió el Barcelona, dos de Asensi, uno de Cruyff, uno Juan Carlos otro Sotil». Aquél Barça, además de contar con Cruyff, poseía en la delantera un jugador genial, el peruano Cholo Hugo Sotil. Para la temporada siguiente, el holandés cambió al peruano por su compatriota Johan Neeskens y el equipo perdió potencialidad. Fue craso error. En su tiempo mandó más en el equipo que los propios dirigentes.
Cruyff, después de ganar los citados títulos, se dedicó a dirigir el juego, pero sumó cada día menos. Se especializó en saques de banda y lanzamiento de faltas. La primera Copa de Europa fue su llegada a los altares azulgrana. La más ansiada de las competiciones se ganó con él en el equipo. Aquello se le pagó con creces.
El ahora Presidente de Honor, titulo que casi le equipara a Hans Gamper, fundador del club y socio número uno a perpetuidad, acabó fomentando su mito barcelonista cuando como entrenador ganó cuatro ligas consecutivas en los años noventa. De ellas auténticamente meritoria fue la primera. Las otras tres tuvieron historia. Dos de ellas las perdió el Madrid en Tenerife en el último partido y la tercera se la ganó el Valencia que evitó el triunfo del Deportivo en Riazor. Aquella tarde, Bebeto no se atrevió a tirar el penalti de los últimos instantes y tomó la responsabilidad el central Djukic, tiempo después jugador valencianista. El portero, González detuvo la pelota y ello dio el título al Barça. El barcelonismo dedicó posteriormente excursiones al Heliodoro López para visitar el estadio talismán. Por ironías del destino el equipo lo dirigían Jorge Valdano y Ángel Cappa, posteriormente entrenadores madridistas.
Cruyff tuvo como jugador dos notas negativas que sus panegiristas suelen obviar para no manchar su nombre. Como futbolista internacional no fue capaz de ganar el Mundial de Alemania donde Holanda fue favorita desde el primer partido. En la final, contra Alemania, con penalti marcado por Neeskens en el primer minuto del partido tuvo el triunfo en sus manos. De penalti empató Breiner y Muller marcó la diana que valió la copa. Sucedió que Berti Vogts, pequeñito, pero peleón, le hizo retroceder a su campo. A la hora de tomar la responsabilidad se escondió en el Olímpico muniqués y Alemania, dirigida por Beckenbauer, se hizo con el triunfo. Se acongojó.
La carrera de Cruyff, dato que tampoco suelen citar los turiferarios, acabó en el Levante. El presidente lo contrató por doce millones de pesetas. Tampoco consiguió que el Levante fuera la revelación de Segunda.Las cuatro ligas ganadas le permitieron ocultar sus fracasos en los fichajes. Invirtió grandes cantidades de dinero y en su nómina, entre otros, están Korneiev y Escaich, delanteros con los que el Espanyol descendió a Segunda, Eskurza, José Mari (osasunista), Onésimo y un holandés cuyo nombre ni recuerdo. Hizo debutar en Valladolid a Lucendo, jugador que alcanzó su mayor gloria como capitán de Andorra. Cruyff sorprendió a la afición contratando al peruano Romerito, jugador extraordinario, pero que llegó pasado de años. Prácticamente, descendió del avión y lo puso a jugar contra el Madrid. Confió en él como arma decisiva. Romerito pasó sin pena ni gloria.
Cruyff no tiene más méritos que Kubala o el otro gran mito, Pepe Samitier.