Lo del Barça y los favores institucionales es como una película mala del Oeste: nunca tiene fin. Roures se lavará las manos y dirá que es cosa de la LFP y la Liga dirá que ellos se limitan a aplicar los horarios que les impone Roures. El caso es que casi siempre sale beneficiado el Barça con la idea de perjudicar al Madrid como sea. Y en ese tramo, los daños colaterales se llevan por delante al equipo más admirable y valiente de la competición: el Rayo Vallecano. Resulta que el propio Valencia, bien por Manuel Llorente, reconoce que no le hubiera importado jugar el sábado 26. Pero claro, eso habría dado al Rayito un día más de descanso y se trata de que el Barça llegue al Mundialito de Japón en alfombra roja, sin rasguños ni arañazos incómodos...
Entiendo la indignación de Sandoval y de mis vecinos de Vallecas. Es más. Yo que ellos me negaba a jugar en domingo y exigiría que fuera el sábado. Les ampara la razón moral y la de la calle. Ya está bien de aguantar tanto favoritismo en dirección al Camp Nou. Si el Barça es tan bueno, que apoye que el Rayo juegue el sábado 26, que es por cierto el día en el que los culés se medirán al Getafe. ¡Basta ya!
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