Se puede decir, más allá del ya inapelable 2-5, que ha sido un triunfo anunciado como culminación de esa nebulosa mediática que todo envuelve en los partidos contra los blancos, ese manto lechoso con letras a modo de sopas que convierte al rival en convidado de piedra (si ganas o empatas el Real Madrid ha estado muy mal y si pierdes el Real Madrid es una máquina) y que después del fracaso europeo (¡se quejaban del arbitraje!) había elevado, en distintos modos y formas, el partido a categoría de final de una era para el Real Madrid ¡incluso en lo institucional!
Sin embargo, el resultado es otro, y los cimientos del Bernabéu siguen incólumes: el Barcelona está a tres puntos, titular del domingo en los creadores de opinión, y a otra cosa mariposa. A ver cuántos piden alguna sanción disciplinaria para un árbitro que hacía mucho tiempo, pero mucho de verdad, no demostraba en una prueba práctica lo que es el distinto rasero y la falta de criterio.