Hilo Oficial Forobroncochat - ¿Pero esto qué es? ¿PERO ESTO QUÉ ES?

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navorsuker rebuznó:
Menos mal que emparantza "txillardegi" murió antesdeayer y no hoy, porque la copa de Koskenkorva que me bebí para celebrarlo podría haberse confundido con celebración por el fallecimiento de Fraga, que no merecería mi alegría.


¿Y esta quien era?


EDITO: un rojo recordandonos lo malo que fue Fraga

Documental sobre la represión policial contra una movilización sindical en Vitoria el 3 de marzo de 1976. Manuel Fraga era el ministro de Gobernación (Interior) en el Gobierno de Arias Navarro. La policía mató a cinco obreros al desalojar una iglesia del barrio de Zaramaga en la que se celebraba una asamblea.
“Aquí ha habido una masacre”, dijo uno de los policías.

¿Cuando espiche el venerable Carrillo el mismo rojo nos recordara lo que paso en Paracuellos del Jarama o cantara alabanzas del protegido de Stalin?

GUERRA ETERNA | Oriente Medio, EEUU, el universo y todo lo demás. Por Iñigo Sáenz de Ugarte
 
Este era un parásito del régimen anterior. Nunca madrugó.


Queda claro que no tienes ni puta idea de quien era Fraga.


Los ricos también lloran. ¿Les harás llorar o les comerás el ojal?

Ya sabemos que te crees un individuo muy malote y antisistema por ir al metro con tres o cuatro tipos tan subnormales como tú a dar collejas a unos mequetrefes con corbata.

:face:

Pero de eso a la Goma-2 y a la munición de 9 milímetros Parabellum hay un buen trecho, y ninguna banda terrorista mínimamente solvente aceptaría en sus filas a un sujeto tan sumamente mermado como tú, como no sea para hacer de burro-bomba.
 
condrossam rebuznó:
Queda claro que no tienes ni puta idea de quien era Fraga.




Ya sabemos que te crees un individuo muy malote y antisistema por ir al metro con tres o cuatro tipos tan subnormales como tú a dar collejas a unos mequetrefes con corbata.

:face:

Pero de eso a la Goma-2 y a la munición de 9 milímetros Parabellum hay un buen trecho, y ninguna banda terrorista mínimamente solvente aceptaría en sus filas a un sujeto tan sumamente mermado como tú, como no sea para hacer de burro-bomba.


¿Que pasa, que tú también eres mormón y sufriste en tus carnes las fechorías de mis coleguis? jajaja
 
condrossam rebuznó:
Pero de eso a la Goma-2 y a la munición de 9 milímetros Parabellum hay un buen trecho, y ninguna banda terrorista mínimamente solvente aceptaría en sus filas a un sujeto tan sumamente mermado como tú, como no sea para hacer de burro-bomba.


Hombre el nivel de los etarras ha bajado en los ultimos lustros hasta niveles increibles, según se dice los etarras de los 70 eran cultos y tal que habian entregado su vida al ideal y blao blao...

Ya se que dicha afirmación no estará exenta de manipulación y sera exagerada pero es que el nivel de los integrantes de las ultimas "cúpulas" de ETA es de risa: solo hay que ver los caretos y la imagen que proyectan...con pendiente/piercing y media melena de esa que estaba de mode hace 25 años, unos dinosaurios de otra época :face:
 
1984 reload rebuznó:
Hombre el nivel de los etarras ha bajado en los ultimos lustros hasta niveles increibles, según se dice los etarras de los 70 eran cultos y tal que habian entregado su vida al ideal y blao blao...

Ya se que dicha afirmación no estará exenta de manipulación y sera exagerada pero es que el nivel de los integrantes de las ultimas "cúpulas" de ETA es de risa: solo hay que ver los caretos y la imagen que proyectan...con pendiente/piercing y media melena de esa que estaba de mode hace 25 años, unos dinosaurios de otra época :face:

Y quien dice eso? Los defensores de la alegría que aplaudían con las orejas a los etarras cuando sus víctimas eran pobres desertores del secano que se enrolaban en las FSE para comer caliente y que solo cambiaron de opinión cuando ETA empezó a tirotear nucas "de progreso" sociata?

No recuerdo ahora el nombre del articulista que se dió de baja del PSC porque fué a la sede y se encontró al personal brindando porque se habían cepillado los etarras a unos guardiaciviles o militares.

Los etarras siempre han sido basura inhumana.
 
Jesulín se refiere a cierto ex-miembro del PSC, que contó como vió, supuestamente, a sus compañeros de partido festejando el día en que ETA se cepilló al comandante Ynestrillas.
 
SPETNAZ rebuznó:
alguien de los de aqui se cree esto?

A medias

El Gobierno exigirá responsabilidades penales a los malos gestores públicos | Noticia | Cadena SER


Cuando el politico a a exigir sea del mismo color politico, tambien se le van a exigir responsabilidades penales? permitanme que lo dude


Es posible que algunos corructos sean designados como cabezas de turco y sean lanzados al populacho para que este los destripe pero no creo que la cleptocracia española cambie lo más mínimo ya que el entramado de los partidos, los políticos y sus amijos es demasiado grande para caer: las corruptelas, el amiguismo el enchufismo y la corrupción abarcan todos los ámbitos de la sociedad y en menor o mayor medida hay decenas de miles de implicados, desde el funcionario puesto a dedo al constructor que ha medrado gracias a las influencias de un amijo conseller autonómico....
 
1984 reload rebuznó:
A medias




Es posible que algunos corructos sean designados como cabezas de turco y sean lanzados al populacho para que este los destripe pero no creo que la cleptocracia española cambie lo más mínimo ya que el entramado de los partidos, los políticos y sus amijos es demasiado grande para caer: las corruptelas, el amiguismo el enchufismo y la corrupción abarcan todos los ámbitos de la sociedad y en menor o mayor medida hay decenas de miles de implicados, desde el funcionario puesto a dedo al constructor que ha medrado gracias a las influencias de un amijo conseller autonómico....


Además, ¿alguien cree que en catetoluña va a permitir que vaya uno de los suyos? Lo de Espanya ens roba iba a quedar en nada, comparado con lo que pasaría.
Si se llegase a aplicar, como mucho acabaría en la cárcel el alcalde de un pueblo minúsculo de la noble meseta que no habría hecho nada en comparación con cualquiera del 3% y asimilados.



Por cierto, hoy es la primera huelga de internet contra las leyes sinde de USA (SOPA y PIPA, vaya dos acrónimos), en la que la wiki está de luto, google tiene una venda que lo tapa y otras tienen protestas ingeniosas.
Esta me ha hecho algo de gracia:
TheOatmeal.com blacked out in protest of SOPA / PIPA - The Oatmeal
 
La ejecución del comandante Yniestrillas, así como +/- el 75% de los fiambres que ETA dejó en el camino, fue un HITO en la historia y un magno acontecimiento del que todos aquellos que no se congratulasen no merecen ser tratados como seres humanos.
 
Puedo estar de acuerdo, pues el 75% más o menos de los eliminados por los vascos eran urkos, por tanto endogámicos y merecedores de la muerte al 100%, sea cual sea su credo.

Luego el baño que se dieron en cal viva también fue una buena manera de celebrarlo para otros urkos, y la celebración saltarina de patxi rementeria también es digna de mención y celebración.
 
Oso no me caliente, que me conozco.

Ni en broma, eh, ni en broma.

EDITO: Y para que vea que no es usted el único, sirva este aviso también para los demás.

Ya saben con qué se juega y con qué no.
 
MarXito rebuznó:
Oso no me caliente, que me conozco.

Ni en broma, eh, ni en broma.

EDITO: Y para que vea que no es usted el único, sirva este aviso también para los demás.

Ya saben con qué se juega y con qué no.


¿Pero no se juega porque a usted le molesta o porque la autoridad pertinete nos puede chapar el chiringuito? :roll:

pregunta seria y tal, no pretendo ser retorico ni nada por el estilo
 
Creo que es porque pone Cataluña y salen los molinos manchegos y el abanico de flamenquito.
 
Pues si, tantos tifos oriolets de Catalonia is not Spain, y en Alemania mira lo que ponen para vender algo con la marca-país caspalana: unos cítricos, un castizo abanico y un paisaje Quijotesco :pringui
 
Olentzero rebuznó:
Creo que es porque pone Cataluña y salen los molinos manchegos y el abanico de flamenquito.

Becerro de oro rebuznó:
Pues si, tantos tifos oriolets de Catalonia is not Spain, y en Alemania mira lo que ponen para vender algo con la marca-país caspalana: unos cítricos, un castizo abanico y un paisaje Quijotesco :pringui

Pues al paso que vamos, más acertado sería haber puesto un minarete y unos cuantos barbudos con chilaba arrodillados rezando a la meca. Ah, y zamarras del Far$a, que eso nunca pasa de moda:lol:

¿De donde has sacado esa imagen? ¿Otro españolito planeando emigrar a Germania familiarizandose con su futuro país de acogida?:lol:
 
mecagoenSatán rebuznó:
¿De donde has sacado esa imagen? ¿Otro españolito planeando emigrar a Germania familiarizandose con su futuro país de acogida?:lol:

Pues si, del foro Spaniards de expats y aspirantes, uno de los foros mas chupis del ciberespacio.

Por cierto, esta también chana mil:

20111226171817-otros080-caga-tio.gif


:137

Por que no podemos comer rocas y tierra...
 
Mezorvió poner esto:

Navidad sádico-anal | INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

:121:121:121:121:121:121:121:121:121:121 Pondría cientoveintiunos hasta ganarme el ban de IP.

Contesta con creces mis inquietudes sobre la coprofilia catalina vertidas en mi primer (creo recordar) y legendario hilo sobre la coprofilia navideña en Caspalunya, para acabar haciendo un retrato redondo del orioletismo.

MCS, quien es este puto amazord? Lo conozco de que has enlazado mucho artículo suyo, aunque al principio no le hacía ni caso porque, atento, pensaba que era el blog del hermano de la Milá :oops: (coño, eso de "krisis" atufa a progrerío que tira de espaldas).

Llevo toda la noche leyendo artículos suyos de su bloc.
 
Becerro de oro rebuznó:
Mezorvió poner esto:

Navidad sádico-anal | INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

:121:121:121:121:121:121:121:121:121:121 Pondría cientoveintiunos hasta ganarme el ban de IP.

Contesta con creces mis inquietudes sobre la coprofilia catalina vertidas en mi primer (creo recordar) y legendario hilo sobre la coprofilia navideña en Caspalunya, para acabar haciendo un retrato redondo del orioletismo.

Joder, ese artículo es LUX:121 Recuerdo que lo leí durante mi baneo y me jodió bastante no poder compartirlo con vosotros, porque es de las cosas más hamas que he leído ultimamente, amén de ser un excelente retrato de la mentalidad orioleta-aldeanista. Recomiendo a todo aquel con inquietudes antropológicas su lectura, pues aunque algo denso (como acostumbra a hacer el señor Milà), merece la pena:

Dos tradiciones navideñas reconocidas como “típicamente catalanas” gozan de protección y promoción por parte de la Generalitat nacionalista. Son suficientemente conocidas como para que perdamos mucho tiempo describiéndolas, el Caga Tió y el caganer. Nos equivocaríamos si pensáramos que son las únicas. El gran etnógrafo Joan Amades recogió en una obra exhaustiva de 104 páginas titulada Escatología Popular todas las tradiciones, rondallas, leyendas y costumbres distribuidas por todo el territorio del Principat de Catalunya relativas al complejo pedo-caca-culo que tanto arraigo tienen en estos pagos. La obra, inédita hasta ahora, ha sido publicada recientemente por el Institut d’Estudis Escatologics y vendido al módico precio de 14,00 euros (13,00 en versión telemática). Así pues, tema no falta.
Lo sorprendente es que tal acumulación de “tradicions porques i rondalles brutes” (como se subtitula la obra de Amades) sea tan extensa, rebasando incluso obras del mismo género recopiladas en su momento por Camilo José Cela en el área castellano-parlante. Nunca, por ejemplo, en un belén fuera de Catalunya se le ocurriría a nadie colocar un caganer. Respeto a esto, me sorprendió en cierta ocasión cuando ironizando sobre las delicias del nacionalismo en Catalunya Radio aludí a esta figura inexcusable de los pesebres catalanes como “gran aportación catalana a la Navidad”. Contrariamente a lo que pensaba, nadie llamó airado pidiéndome explicaciones sobre por qué lanzaba tales ironías. Basta que sea catalán para que el nacionalismo lo tome como algo grande.
Todo esto debe hacernos reflexionar sobre el ser y el sentir del nacionalismo. Y eso es lo que vamos a hacer en estos días de alegría y “disbauxa” (desenfreno) que acompañan a las fiestas navideñas. En ellas hay mucho de lo que se anuncia en la publicidad del libro de Joan Amades: “Totes les dites i modismes sobre culs, pets, conys, collons, merda i pixum, i les rondalles plenes de cagallons i merderades de la tradició catalana aplegades en aquest llibre mai vist fins ara”… (que obviamos traducir por ser demasiado evidente).
Tanto la tradición del Caga Tió como la del caganer tienen dos rasgos comunes que las hacen inconfundibles. En efecto, ambas tienen que ver con la escatología y ambas tienen una innegable componente sádico-anal. Nos explicaremos.
Caga Tió o como dar de palos para obtener algo
La tradición del Caga Tió se suele relacionar con los cultos indo-europeos al árbol. El árbol es considerado en estas tradiciones como el dador de bienes, el lugar de residencia de genios y de entidades protectoras, es el Roble del Destino de la mitología germánica, es Yggdrasil el árbol sagrado del germanismo, es el Irminsul centro del universo (omphalos) y soporte del mundo, es el árbol sobre el que Odín se sacrifica durante nueve días y nueve noches colgado de un fresno sagrado del que caen las hojas que compondrán el alfabeto rúnico; son las manzanas que tanto en la mitología nórdica como en la clásica proporcionan la inmortalidad… y el “palo de mayo” que celebra los cultos primaverales desde las antigüedades celtas hasta la edad moderna.
Hay, pues, en todo el ámbito indo-europeo (al que pertenece Catalunya, España, Europa) una consideración especial hacia el árbol que está situada mucho más allá de la ecología y que se adentra en el terreno de lo Sagrado. ¿Pertenece a esa tradición ancestral el tema del Caga Tió? Pues, la verdad, nos tememos que no.
A decir verdad, el indo-europeo sabía que no había nada más valioso que el esfuerzo y el sacrificio, sabía que ni la naturaleza ni la vida regalan nada, insistía en que todo, absolutamente todo, había que conquistarlo a través de la espada (en la sociedad trifuncional indo-europea este era el leit-motiv de la casta guerrera), a través del trabajo (realizado por la casta artesanal) o a través de la renuncia y la meditación (en la casta sacerdotal). Ese era el mundo indo-europeo. El de la lucha, el trabajo y la oración. El de la conquista y la voluntad. En esa sociedad, el único regalo que el padre hacía a su hijo era la espada, el torno o la tonsura. Aquella sociedad excluía el regalo obtenido a cambio de nada. El Caga Tió no va por ese camino. Considera a los niños como los “reyes de la casa” que todo merecen y a los que el árbol solamente puede dar regalos, en general inmerecidos o poco merecidos.
El Caga Tió como negación del universo etológico indoeuropeo
Por otra parte, la visión ecológica del mundo indoeuropeo tiene poco que ver con un tronco vaciado al que los niños en la noche de navidad golpean con saña. La educación indoeuropea enseñaba a los más pequeños a controlar su fuerza, no a desfogarse golpeando a un árbol para que “cagara” regalos. El sentido ecológico de las antiguas tradiciones implicaba un respeto a la naturaleza y a todos sus elementos, no una “golpiza” propinada a alguno de ellos para que soltara sus regalos.
Finalmente, es muy significativo que el tronco dentro del cual están ocultos los regalos (inicialmente, la tradición, de la que no se encuentran rastros anteriores al siglo XVIII, se limitaba a cubrir el tronco con una manta) se coloque sobre una especie de bastidor con una tapadera en uno de sus extremos sobre la que se caricaturiza un rostro humano. En este sentido da la sensación de que el Caga Tió no es tanto un árbol como un… ser humano al que se le golpea con saña. Y en este sentido se trata de un tema moderno que no se diferencia mucho del último videojuego brutal en el cual se aporrea un mando para conseguir matar a cuantos más “enemigos” mejor. Hay pues en la tradición del Caga Tió algo sádico y, si se nos apura, de sádico-anal, pues no en vano los regalos salen por uno de los extremos del árbol hueco, uno es la cara y el otro… el culo. Así pues, nos estará permitido aludir a un “complejo sádico-anal” al que luego volveremos a referirnos y a comentar.
El caganer: de la discreción a la negación del pudor
La otra tradición tampoco es manca. El caganer. También nació hacia el siglo XVIII y de esta se sabe que es posterior al desenlace de la guerra de sucesión. La figura del caganer, cuando yo era pequeño, ya existía; se le colocaba, por simple pudor, en un lugar oculto, acaso disimulado entre los corchos que imitaban las montañas o detrás de alguna casa e incluso debajo del puente. Hasta los años 90 se trató de una figura marginal del pesebre al que no se le hacía mucho caso y que estaba allí, simplemente, porque nos la habíamos encontrado en las cajas donde guardábamos las figuras del año anterior y había que colocarla en algún sitio. Ni nos parecía una figura elegante, ni siquiera graciosa (¿qué gracia puede tener un tipo en cuchillas defecando especialmente para los que hemos superado la fase sádico-anal cuando teníamos tres años y hemos hecho suficientemente montañismo como para saber que a determinada alturas defecar es un problema no precisamente leve?), las había mucho más imprescindibles (la sagrada familia, el ángel anunciador, los pastores, los reyes magos, el rebaño, la estrella de los magos, las casas, el puente y el pozo, etc.) el caganer era algo marginal y anecdótico de muy poco calado, motivo por lo cual se le situaba en un lugar casi oculto.
El caganer es una figura tan desagradable como obscena. Hace unos cuantos años, cuando Carod Rovira era alguien en la política catalana (y no un solemne fracasado que todavía no ha advertido que su proyecto independentista ha quebrado) los caganers con su imagen se promocionaron desde su cargo de conseller cap… Debió ser en los últimos 15 años cuando la figura del caganer se popularizó más allá de la navidad y de la superficie del pesebre pasando a ser un símbolo de la “especifidad catalana” y del “factor diferencial” de Catalunya en relación al resto de la galaxia. Mostrar así al político popular y al impopular, al individuo público agradable y desagradable, se ha convertido en una tradición catalana que tiene todo de anal y bastante de sádica. ¿A usted le gustaría ser representado mostrando aquella parte de su anatomía que generalmente el pudor exige cubrir?
La “manía” sádico anal y las pulsiones edípicas
A nadie le extrañará, a la vista de todo ello, que el caganer y el Caga Tió nos lleven de manera directa al freudismo y a su teoría sobre el complejo sádico-anal. El propio Freud decía que “Al principio del placer le sobreviene el principio de la realidad”, es decir que si estas dos “tradiciones” generan un cierto placer en el nacionalismo catalán (es difícil, sino imposible, que quien no sea nacionalista practique alguna de estas dos tradiciones) es que hay algo en él que tiene que ver con la realidad de la sociedad catalana. Unas tradiciones de este tipo no podrían haber sobrevivido, ni siquiera desarrollado de no ser porque, de alguna manera, enlazan con la personalidad nacionalista.
Freud entiende que la sexualidad se desarrolla a través de distintas fases y características a través de la infancia. Si nos estancamos en alguna de estas fases tenemos todas las posibilidades de generar obsesiones y frustraciones. Pues bien, eso es lo que le ha pasado al nacionalismo catalán.
En la primera fase –la que Freud llama “fase oral”– el bebé satisface su necesidad de alimentación a través de la boca y en contacto con el pecho materno o con su émulo, el biberón. No es raro pues que, a partir de ahí, aparezca una fascinación por el pecho femenino y una búsqueda de satisfacción que no desaparecerá nunca. La “fase oral” lleva directamente a la satisfacción del placer, pero más allá de ella existe una fase subsiguiente, la “fase sádico-anal”. El niño, después de mamar… defeca, es inevitable, como es inevitable que la madre le limpie. Con el tiempo, el niño tenderá a “erogenizar” la zona anal y buscará satisfacción autoerótica expulsando y reteniendo heces. Sabe que al hacerlo atraerá la atención de la madre de la que recuerda la textura de sus pechos y el saciado de su hambre.
En esa fase el niño entiende que es alguien –algo que ignoraba en la etapa anterior– tiene conciencia de sí mismo, de lo que le gusta y lo que le desagrada. Le gusta el mundo de la madre en el que puede recrearse y que parece creado solamente para hacerle feliz y odia todo lo que es exterior a la madre, el mundo exterior que tiene tendencia a romper ese mundo de felicidad casi intrauterina en el que se obstina en vivir. A partir de ese momento, empieza a experimentar la búsqueda de la felicidad y huir de todo aquello que no lo es: esfuerzo, trabajo, sacrificio. También aparece un intento de dominar el mundo exterior y aparecen los “pares opuestos” (sadismo-masoquismo, exhibición-contemplación, placer-muerte). Empieza a ver como se introducen en su vida nociones que él no querría jamás conocer: se le exige limpieza, orden, someterse a reglas, y empezará a sufrir lo que los freudianos llaman “represiones”, la primera de las cuales tiene que ver con sus necesidades biológicas resueltas sobre el WC. Esto le hace sentir odio hacia la autoridad. Empieza a aparecer, vinculado con el WC y como reacción a ello, un sadismo que está presente cuando destripa juguetes o cuando amputa las alas a insectos (en casos extremos propios a los psicópatas), aparecen las sensaciones de asco, vergüenza y los llamados “diques psíquicos”. A partir de ahí sublimará o reprimirá pulsiones.
Del complejo de Edipo a la personalidad nacionalista
A esto se une otro problema. En primer lugar, el niño ha experimentado la sensación de privación y alejamiento de la madre que ya no lo alimenta con el calor y la leche que mana de sus senos. El niño atribuye este abandono a la presencia del padre que requiere de la compañía de la madre y le resta atención. A partir de ahí aparece el complejo de Edipo: el niño empieza a odiar la figura del padre porque le hurta el calor y el cariño de la madre. No es importante, porque en la mayoría de los sujetos esto tiende a desaparecer o a sublimarse. En el Occidente cristiano una comprensión del tema evangélico ha contribuido a aumentar estas pulsaciones edípicas en la imagen del Dios Padre que envía a su Hijo a morir en la cruz. Una mala comprensión del cristianismo (por no haber contado con clérigos que fueran capaces de explicar la naturaleza y el sentido del tema), al igual que la presencia de imágenes del crucificado (torturado sádicamente antes de morir y expuesto en su desnudez en la cruz, no se olvide) puede aumentar el temor del hijo hacia el padre y extremizar las pulsiones sado-masoquistas.
Hasta aquí la interpretaciones freudiana, dada por buena para quienes creen en Freud. Vayamos ahora a explicar qué tiene que ver todo esto con el nacionalismo catalán. La psicoestética es una secta específicamente catalana fundado por un tal Carlos M. Espinalt (la “M”, por cierto, corresponde al apellido “Muñoz”, considerado como “poco catalán” para el fundador de una escuela de pensamiento unigénitamente catalana). Pues bien, la psicoestética viene a afirmar que las “naciones” son como las personas: tienen su personalidad, sus complejos, sus frustraciones, su ser auténtico y sus deformaciones. La secta periclitó con la muerte de su fundador pero aun hoy sigue teniendo cierta penetración en el mundo de la moda catalana y especialmente de la peluquería. Esta secta está vinculada al nacionalismo y al independentismo catalán.
Para el nacionalismo –para todo nacionalismo– existe una forma de ser de esa nación y no otra, cualquier otra que no corresponda a ese esquema es considerado como ajeno, exterior o simplemente injertado artificialmente y, por tanto, erradicable. De ahí que todos los nacionalismos sean intolerantes ante todo lo que procede del exterior y de ahí que la única vacuna contra ese virus es concebir que las naciones –las que lo son- no nacen de la nada, sino de un proceso histórico que ha separado a troncos que en otro tiempo fueron comunes como el mundo indoeuropeo al que hemos aludido desde el principio de este artículo, una de cuyas partes es el Estado y la Nación española

Lo sádico-anal en la navidad del nacionalismo catalán
Catalunya no es una nación. Y no puede serlo por una razón extremadamente simple: desde la irrupción de las naciones en la historia (en realidad, desde mucho antes) en el siglo XVIII, Catalunya nunca ha sido independiente, ni siquiera ha aspirado mayoritariamente a la independencia, especialmente en el siglo XIX, el siglo más español de Catalunya, que empieza con el timbaler del Bruch y con el esfuerzo catalán en la guerra contra “el francés” (que le había dado un estatuto especial) y termina con los soldaditos catalanes muertos en defensa de la españolidad de Cuba. Antes, lo que existían eran “nacionalidades”, un concepto que solamente tiene una resonancia fonética similar al de “nación” pero nada más. Una “nacionalidad” es un fragmento de algo mayor que tiene suficientes rasgos propios como para merecer una cierta categoría diferenciada en el resto del conjunto. Precisamente la trampa del nacionalismo catalán fue el introducir en la Constitución de 1978 el término “nacionalidades” y treinta años después concluir que “nacionalidades” y “naciones” son lo mismo.
Incluso en el período en el que los condados catalanes eran prácticamente autónomos, en realidad, ellos mismos y todas las unidades feudales que tenían luces suficientes, mantenían la idea de que formaban parte de unas unidades mayores: el antiguo reino visigodo que estaban tratando de reconstruir expulsando al moro y la catolicidad cuya dimensión era europea. La Catalunya independiente es, pues, una ficción que jamás ha existido, ni en la antigüedad, ni en la modernidad y que solamente ha sido un invento y una aspiración de la burguesía catalana del siglo XIX (pues no en vano todo nacionalismo aparece cuando se forma una franja burguesa en la sociedad lo suficientemente fuerte como para reivindicar derechos propios). Así pues, el nacionalismo, aquí y en las Galápagos, es una ideología burguesa mucho más que una doctrina “popular”.
El problema es que para elaborar esa ideología burguesa hay que generar mitos y buscar anclajes en la historia. Y la historia de Catalunya en este sentido es más plana que la espalda de un violín. A partir de la batalla de Muret en donde una inoportuna cogorza jugó contra Pere II de Aragón (no soy yo quien lo cuenta sino su hijo, el gran Jaume I, en su famosa crónica, quien añade que el día anterior a la batalla, papá se había beneficiado de algún que otro putón y que una hora antes de la batalla ni siquiera se podía tener en pie), no solamente la Corona de Aragón perdió toda influencia en el Norte, sino que se acabaron las victorias de las que podía alardear el nacionalismo catalán.
A decir verdad solamente quedaría la aventura de los almogávares (dirigidos por un alemán, Roger Blum y en cuyas filas había gascones, castellanos, vascuences, etc.), magnificada por la Crónica de Ramón Montaner, pero que crónicas más objetivas consideran como un alarde de salvajismo e inconveniencias políticas propias de aventureros desmadrados. A partir de ahí, lo que podría ser considerado como específicamente “catalán” deja de triunfar. Toda la historia de Catalunya se convierte en la historia de fracasos, derrotas, catástrofes, invasiones, tristeza, escarnios y así hasta nuestros días en los que la ardua batalla por la catalanización de Catalunya se está cerrando con un doloroso fracaso: el catalán es más “conocido” que nunca, pero se habla menos que nunca, existe cultura catalana porque existe un régimen de subvenciones que, por sí mismo, impulsa a crear medios de comunicación catalanes, huérfanos de lectores y que desaparecerían de un día para otro si desaparecieran sus subsidios. Tienen razón quienes se preocupan de la cultura y de la lengua catalana por que sí está en riesgo de desaparición. La peor forma de promover una cultura es subvencionándola de la misma forma que si a un niño se le intenta enseñar jugando, lo que aprenderá es a jugar. Enseñar cultura subvencionada sirve solamente para enseñar a todos el valor de las subvenciones pero no una cultura con iniciativa y fuerza.
La “nacionalitat catalana” está, pues, en la infancia. Como el niño que patalea, sus frustraciones, sus desengaños, sus derrotas, son presentadas por el nacionalismo como productos “de España”. Ese “padre” es padre en tanto que no ha existido independencia ni nación catalana durante el período celta, durante el imperio romano –esto era Hispania y la Tarraconense era una provincia de esa unidad imperial–, ni durante el período visigodo –la revuelta del conde Paulus en la etapa final tuvo un carácter feudal en absoluto “nacional”, es más, tras la invasión mora, en Catalunya y la Septimania se trasladaron los restos del reino visigodo– ni durante la formación de lo que Adro Xavier llamó “pre-Catalunya” –que no aspiraba más que a recomponer la unidad del antiguo reino visigodo desde el foco de resistencia pirenaica tal como otros lo hacían desde el foco astur–, etc, etc, es un padre ficticio que nunca ha reconocido la existencia de su hijo y al que, por tanto, se odia porque se cree que tiende a ningunear a la “personalidad nacional” de Catalunya. Como todo hijo edípico, el nacionalismo catalán quiere ser tratado de igual a igual con respecto a la figura del padre, España. Odia y teme al “padre”. Era frecuente en el siglo XIX que los lingüistas nacionalistas consideraran al catalán como una lengua “galo-romance”. Era como una forma de alejarla de “lo español”. Hoy se sabe, sin género de dudas que se trata de una lengua “hispano-romance” algo que el nacionalismo sigue considerando como una amenaza y que lleva a extraños comportamientos lingüísticos; un solo ejemplo bastará: en castellano se dice “águila”, en latín “aquila”, como en italiano, en francés “aigle”, pero en catalán es “aliga” por una extraña “dislexia nacional”. En general: si hay dos palabras para expresar la misma idea en catalán, se recomendará el uso de la más alejada del castellano… Antes muertos que sencillo.
Si el “padre” de Catalunya es el concepto histórico de “Hispania”, la “madre” de Catalunya es la cultura europea o, mejor incluso, indo-europea a la que pertenecen absolutamente todos sus rasgos que, más que diferenciales, son rasgos de identidad con otras regiones, nacionalidades y reinos de Europa. Odiar al padre”, España, porque se acuesta con la “madre”, la cultura indoeuropea, es un rasgo característico de cualquier nacionalismo que aspira a eliminar la pieza intermedia que le separa de la “madre”, la Nación-Estado formada en el decurso de los siglos y cuya estructura actual puede ser criticable –en España el Estado de las Autonomías no es precisamente ninguna ganga– pero es, como la historia, irreversible: “España” es, para el nacionalismo, el “padre castrador”, sin el cual la vida sería más “libre”, más “feliz”, más “plena”, en un concepto similar al que se genera en el recién nacido en la fase sádico-anal.
En los juegos florales de 1901, el conde de Güell, el pagano que financió la creación e implantación del nacionalismo catalán, en el discurso inaugural explicó la extraña teoría de que la lengua catalana no tenía nada que ver con el latín, sino que era anterior a él y solamente le reconocía familiaridad con el dialecto hablado en los Alpes Rhéticos… Y la crema de la cultura catalana de la época, sus grandes nombres y sus intelectuales ya por entonces subvencionados con cargo al patrimonio del conde de Güell, aplaudieron a rabiar.
Así pues en el nacionalismo catalán aparecen tres tendencias: la frustración continua por las derrotas ininterrumpidas que se inician en Muret, el odio hacia el “padre” español y la reconstrucción de un pasado tan idealizado como ficticio que justifique cualquier aspiración pero que, a fin de cuentas, se sabe falso y creado únicamente ad usum delphini. Catalunya no es una nación, ni nunca lo ha sido, y ese es el problema de fondo. El nacionalismo catalán ha conseguido generar una especie de homúnculo, un ser vivo, pequeñito y redondito a partir de la falsificación histórica, la pirámide de fracasos heroicos, la frustración continuada y los mitos improvisados por Joan Maragall y Mosen Cinto Verdaguer. Y el niño no termina de gozar de buena salud ni siquiera después de que durante 30 años el nacionalismo haya gobernado ininterrumpidamente en el Palau de Plaça Sant Jaume. El bebé goza todavía de una salud frágil y quebradiza (a la que se une el que el grupo étnico específicamente catalán tenga la tasa de natalidad más baja del mundo), no logra superar las primeras etapas de vida y, en especial, no logra superar ni su complejo sádico-anal (el nene quiere hacer lo que le da la gana, crear embajadas en el extranjero, tener el déficit de gasto que le dé la gana, hacer con el agua del Ebro cualquier caso que se le ocurra, imitar al “padre”, resistirse a formar parte de un conjunto social organizado con obligaciones y atribuciones propias, y cualquier forma de “disciplinarse” lo considera hostil como el bebé a la que la mamá le enseña a ir al WC, una forma de agresión contra él y así sucesivamente). Detrás de todo nacionalista lo que hay es un niño que no ha superado la fase sádico-anal.
Hay mucho de irracional en el nacionalismo catalán (como en todo nacionalismo) y esta irracionalidad acompañada por el odio al “padre” y el resentimiento contra cualquier cosa que intente disciplinar las componendas del Palacio de la Generalitat (que, no son más que las componendas de la alta burguesía catalana creadora, instigadora, impulsora y máxima beneficiaria del nacionalismo), son causas suficientes como para que el complejo sádico-anal que se manifiesta en las 104 páginas del libro de Joan Amades sobre “Escatología Catalana” sea una realidad que explica el éxito de la tradición ochocentista del cagané y del Caga Tió están más arraigados en Catalunya que en lugar alguno del planeta.

MCS, quien es este puto amazord? Lo conozco de que has enlazado mucho artículo suyo, aunque al principio no le hacía ni caso porque, atento, pensaba que era el blog del hermano de la Milá :oops: (coño, eso de "krisis" atufa a progrerío que tira de espaldas).

Llevo toda la noche leyendo artículos suyos de su bloc

Me sorprende que acabes de descubrir a Ernesto Milà. Es uno de los históricos "ideólogos" de la ultraderecha española, famoso por sus peleas con Ynestrillas y compañía, quienes le acusan de ser un infiltrado del CNI. Tampoco lo niego, pero lo cierto es que me sorprende mucho que un tipo tan inteligente como él ande metido en ese esperpéntico submundo del facherío nasioná, siempre ligado a las cloacas del Estado. Los artículos que publica en su blog y sus libros son pura HAMEZ, y lectura casi obligatoria para cualquier librepensador que desee tener un punto de vista alternativo en temas como los que tratamos en este foro a diario (inmigración, separatismo, terrorismo, conspiranoia, etc.).

Aunque ya no ande la Putilla por aquí, te dejo un enlace a su "100% imparcial" biografía en la Wikipedia, pues siempre que cuelgo algún artículo de Milà en cualquier sitio, es inevitable que el progre/catalufo de turno acabe colgándolo en un absurdo intento de desmontar sus argumentos con la clásica falacia ad hominem:

Ernesto Milà - Wikipedia, la enciclopedia libre
 
Este otro también es AMAZORD:

Psicopatología del antifascismo. Análisis de una enfermedad del alma

Amadeo Bordiga, secretario general del Partido Comunista Italiano en los años 20 y disidente del stalinismo decía literalmente: “Lo peor del fascismo será el antifascismo”. Esta sentencia queda confirmada por el seguimiento de las páginas “antifas” de la web. Hasta la aparición del Internet, el antifascismo era un residuo impenetrable al que solamente sus últimos mohicanos prestaban atención. Internet lo ha convertido en la ventana abierta de una patología social, relativamente compleja en unos casos y más simple que el mecanismo de un botijo en otros. Hela aquí expuesta para los lectores de infokrisis.
Pero ¿qué es el fascismo?
Hablando con propiedad, el fascismo fue el movimiento político italiano creado por Benito Mussolini de procedencia socialista, por los futuristas y por los nacionalistas italianos después de la Primera Guerra Mundial y que gobernó Italia durante 20 años, cohabitando con la monarquía de los Saboia y teniendo una prolongación de apenas dos años en la República Social Italiana. Así pues, históricamente no hubo más fascismo que éste.
Desde el punto de vista de las tipologías políticas se conoce por generalización abusiva como “fascismo” a los movimientos que, en líneas generales, tienen un alto grado de similitudes con el fascismo italiano y en esto entran movimientos muy diversos, todos los cuales tienen como características comunes: nacionalismo, movimiento de masas, interclasismo, respuesta al comunismo y voluntad de llevar a la práctica una política social avanzada que pudiera rivalizar con la agitada por la izquierda. Las componentes de estos movimientos, que se dan en todas las formas de fascismo, proceden de sectores de la izquierda, de la burguesía y de los excombatientes de la Gran Guerra. Debemos al profesor Zeev Sternhell un formidable estudio sobre estos movimientos en su libro “Ni derechas, ni izquierdas”, no traducido en España y del que hace unas semanas publicamos en infokrisis un capítulo.
La tesis de Sternhell afirma que el roce con el poder y el ejercicio del poder, contaminaron al fascismo y lo desviaron de su esencia original. Por tanto, no es en Italia ni en Alemania donde puede estudiarse formas químicamente puras de fascismo, sino en Francia donde éste movimiento no llegó al poder (y por tanto, no rectificó su línea según las componendas necesarias en toda gestión del poder), pero sí tuvo una larga gestación ideológica muy anterior que se inicia con disidentes del socialismo (desde Proudhom a Henry de Man), con la aparición del nacionalismo integral de Maurras y con los llamados “no conformistas de los años 30” (el grupo Ordre Nouveau, Esprit, etc.). Para Sternhell no hay duda de que el fascismo fue un movimiento político de nuevo cuño, alternativa a la derecha y a la izquierda. Debemos recordar que el esfuerzo de objetividad en Sternhell es todavía más apreciable en la medida en que es de nacionalidad judía y profesor de la universidad de Tel Aviv.
Pero existe una tercera forma de fascismo, que más que una catalogación política o ideológica supondría un adjetivo de propaganda lanzado contra tal o cual adversario. Se sabe, por ejemplo, que contra más virado a la izquierda está un partido, más amplio considera el espectro “fascista”. Para HB “fascismo” es, desde el PSOE hasta la falange, pasando por el PP, el PNV y el turista que pasaba por ahí y que no había sido recibido con un aurresku. Antes de la II Guerra Mundial vimos a los estalinistas llamar “social-fascistas” a los partidos socialdemócratas y, por extensión, fascismo sería toda forma de anticomunismo o de actitud de prevención contra el comunismo.
Quienes consideran la primera definición de fascismo se centran en el análisis histórico rigorista; quienes asumen la segunda, preferencialmente, contemplan los aspectos ideológicos y doctrinales del fascismo. Ambas son posturas razonables que no presuponen una adhesión a los principios del fascismo ni a ninguna organización fascista. Es la tercera opción de la que ha salido el antifascismo entendido como psicopatología, esto es “enfermedad del alma” o “perversión de la mente”.
Si usted es “antifa”, usted tiene un problema
Seamos claros: hasta la caída del Muro de Berlín, ser anticomunista implicaba denunciar a un sistema que había recluido a su población en la miseria y creado el universo concentracionario más grande de la historia, que amputaba las libertades políticas y que ni siquiera era capaz de avanzar decididamente por la vía del desarrollo. Si el comunismo era la quintaesencia de la dictadura… el stalinismo era la forma más perversa y degradada de dictadura. El ciclo del comunismo duró desde 1917 hasta el 9 de noviembre de 1989 cuando las masas saltan sobre el Muro de Berlín y desaparece la República Democrática Alemana.
A partir de ese momento, ser “anticomunista” empezaba a ser algo obsoleto y periclitado. En la Francia de hoy donde el otrora poderosísimo PCF es un despojo o en España en donde los herederos del PCE se preocupan solo del carril bici y de la memoria histórica hemipléjica, ser anticomunista es una resaca de un movimiento político que se extinguió hacia 1989, hace sólo 18 años. Pero es que el fascismo histórico desapareció en 1945, hace la friolera de 62 años.
Por tanto, en la mentalidad de quien se define como “antifa” hay algo averiado y sombrío. Que el antifa no es el único sometido a la patología social que vamos a definir es claro y cristalino. Determinadas formas de antisemitismo entran también dentro de la misma patología. La diferencia estriba en que en Palestina sigue habiendo matanzas, que el poder del judaísmo norteamericano está en el origen de las peores maniobras expansionistas de aquella potencia y que, dos mil años de recelos del catolicismo hacia el judaísmo no se extinguen en unas décadas.
Antifascismo uno y múltiple
El antifascismo es un fenómeno único en la historia reciente de las ideas. De hecho, ya hemos dicho que no es una idea, sino una “patología del alma”. De la misma forma que se utiliza el concepto de “Síndrome de inmunodeficiencia Adquirida” para etiquetar a un paquete de distintas enfermedades que pueden o no manifestarse en el aquejado por determinado virus, el antifascismo aparece solamente en organismos en los que el virus de lo políticamente correcto ha calado hondo. Y, por eso mismo, se manifiesta de distintas formas, unas son razonables y otras son extremas y, por tanto, equivalentes a los peores estragos de una enfermedad terminal.
Lo importante, en cualquier caso, es señalar que el antifascismo sólo aparece en mentes aplanadas (y aplatanadas) por lo políticamente correcto y sólo en ellas. Una mente que trabaja con parámetros aceptables de racionalidad, lógica, sentido común y capacidad para encadenar silogismos, nunca aceptará ni el pensamiento único, ni lo políticamente correcto.
Así pues, en toda forma de antifascismo hay una renuncia: a esforzarse en ir más allá del límite marcado por lo políticamente correcto, como si esa frontera fuera un finís térrea, más allá del cual solamente existe un territorio incógnito que más vale no adentrarse ni conocer. Lo políticamente correcto son las lentes correctivas que, hechas con la montura del apriorismo, impiden ver la realidad tal cual es, esto es, con objetividad.
Existen tres tipos de antifascismo:
1) El antifascismo inercial: es el propio del ciudadano medio que sigue pasivamente la política, no se preocupa ni por adoptar una posición activa –salvo en muy determinadas ocasiones, siempre en episodios de masas– ni por las causas últimas, le basta con que los “líderes de opinión” sean más o menos antifascistas como para adherirse a esa corriente general. A fuerza de oír hablar de “fascismo” y de identificarlo con el mal absoluto, su falta de energía mental le lleva a aceptar la consigna atribuida al Gran Hermano: “No pienses, el gran hermano piensa por ti”. Y el Gran Hermano dice que el fascismo es malvado, por tanto, hay que condenarlo. Es una forma de ser antifa, pero sin ejercerlo. Una parte sustancial de la sociedad está aquejada de esta enfermedad del alma que, en el fondo, no es sino una forma de pereza trasladada al plano de las ideas.
2) El antifascismo político: es mucho más consciente que el anterior, habitualmente es utilizado por los agitprop de los partidos para lanzar la acusación de “fascista” sobre el adversario. También por determinadas ONGs que tildan de “fascismo” a todo aquel que discute sus razonamientos. En el extremo más bajo de este grupo se encuentran gentes como Esteban Ibarra, paniaguado del régimen cuyos Informes Rayen sobre el racismo y la xenofobia incitan al escepticismo. Para Ibarra y su ONG “Movimiento contra la Intolerancia”, la prensa oculta la realidad: el fascismo está vivo y activo y ataca desde la sombra. No importa que le prensa no lo registre, cualquier llamada telefónica a la miserrima sede de su grupo (el dinero de las subvenciones no es para pagar una sede, sino para pagar… ¿a quién aparte de a Ibarra?) de alguien que dice que ha tenido noticia de que un primo de un cuñado, de un hermano del portero de la casa en donde vive el chico que sale con mi hermana, ha oído que en la discoteca en la que se emporra cada sábado ha habido una trifulca y un “pelao le ha metido dos buchantes a un nano que lo dejado cucufati”… Ese dato queda registrado en los Informes Rayen para mayor gloria del método científico y del periodismo de investigación. Resulta un misterio el porqué Ibarra no recorta cada día la prensa y no considera las agresiones de los Latin Kings y la media docena de tribus urbanas más como “agresiones racistas”, cotejadas por lo demás por miles de testigos, atestados policiales y demás. Es lo que tiene subvencionar a las ONGs, que luego están obligadas a demostrar que sirven para algo. Y, de hecho, Ibarra utiliza todos estos datos sesgados, surgidos de nadie sabe donde (¿para qué explicarlo? El fascismo es intrínsecamente perverso, por tanto cualquier cosa que se ponga en su debe es rigurosamente cierto e incluso resulta legítimo inventar episodios inexistentes para concienciar sobre el mal absoluto). A todo esto, Ibarra identifica sobre todo a los pelaos con fachas, algo, como mínimo, aventurado, erróneo, poco científico y distorsionado (valdría más calificarlos de “tribu urbana” en lugar de “movimiento político”) simplemente para justificar las generosas subvenciones de las que vive y que pagamos usted y yo, por cierto.
3) El antifascismo visceral: Ibarra es la sal gruesa del antifascismo político, pero luego está la sal petri (el guano, la mierdecilla excremencial, para ser más claro). Ibarra, en el fondo, tiene una razón profunda para su antifascismo: gracias a él puede extender la gorra y justificar la subvención, pero ¿y los que hacen del antifascismo el eje de su vida? Si le pedís a un ocupa que se defina políticamente, lo primero que os dirá es “Colega, yo soy antifa”. Luego habrá un largo silencio en el que percibiréis como único riesgo que la baba se le acumule y termine resbalando por el labio inferior de una boca en expresión perpleja y, como con la relajación de haberse fumado el último canuto. Eso es todo. La variedad superior es la que une independentismo a antifascismo. En este sentido vale la pena ver las webs de los independentistas catalanes y vascos en donde el primitivismo y el irracionalismo propio de todo nacionalismo (el nacionalismo es sólo víscera, sentimiento, emotividad y mitología ad hoc) se unen las consideraciones antifas. Para un independentista, facha es todo aquel que no se muestra del todo decidido a meter a un país en la centrifugadora. Alguien que hable castellano en Catalunya es un “facha” y, poco importa, si tiene argumentos suficientes como para negarse a aprender catalán o renunciar voluntariamente a hablarlo. Es facha y punto. Hace poco, yendo en el tren entablé conversación con el tipo de al lado, de aspecto suficientemente tosco y primitivo como para hacer de él un “objeto analizable de sociología práctica”. Era ocupa y hablábamos sobre lo caro de la vivienda. En un momento dado, afirma que “los fachas especulan con la vivienda”. Le pregunté que entendía por fachas, el espécimen sociológico se descompuso, me miró como a un extraterreste y balbuceó: “Los fachas, ostia, el PP”. A todas luces el PP tiene tanto de facha como la Vicepresidenta del Gobierno de Miss Mundo. El tipo funcionaba a base de porros y las cinco horas de tren eran suficientes como para que sintiera el síndrome de abstinencia al no poder fumar. Así que seguí adelante: “Y ¿hay muchos fachas en Barcelona?”. Me dijo que estaba lleno. Que cerca de su casa había un local. Vivía en Gracia así que no acertaba a intuir de qué local estaba hablando. Seguí preguntando hasta que, finalmente, me lo situó: “Si, cohone, el cuartel de los picos”. Vale. Los picos, la Guardia Civil también es facha. Lo más sorprendente es que la cosa no terminó ahí: también Artur Mas era fascista, e incluso Carod-Rovira y luego ya descendió a los abismos de la marginalidad: si, porque hay “ocupas” y “ocupas”; determinados ocupas también son “fascistas” pues no en vano se niegan a abrir sus casas a otros ocupas. La cuestión es que mi espécimen no era un caso aparte, hay muchos como él en la geografía ocupa de nuestro país. Ahí están en webs y en blogs. El hecho de que estén como las maracas de Machín y, en sí mismos, sean una muestra de los destrozos que ha causado el sistema educativo español, unido al consumo desmesurado de porros y a la falta de competitividad social, no implica que sean minorías exiguas.
Podríamos hablar de una cuarta variedad de antifascismo, minoritaria y, esta sí, exigua, que nos impide unirla a las tres anteriores. Es el antifascismo del que hacen gala algunos que conocen perfectamente el fondo ideológico del fascismo, pero temen mostrar su adhesión a él, o bien son conscientes de su incapacidad para ser fascistas. He visto periodistas que hubieran amado tener una vida aventurera como muchos de los “fascistas” a los que han conocido. Investigaban sus andanzas para sorprenderse de hasta qué punto algunos militantes que en los años setenta y ochenta seguían fieles al fascismo, eran capaces de asumir. Para estos el “vivir peligrosamente” era un estilo de vida, mucho más que una frase hecha o una consigna. Conozco más de media docena de periodistas que responden a esta característica, muestra excesivamente pequeña como para que de ella se pueda extrapolar una categoría universal.
Así mismo, he visto a otros militar en grupos fascistas en los años 60, hacerlo con obstinación y convicción ideológica, hasta el día en que llegaron a la universidad y percibieron que en aquella época o se era militante de izquierdas o resultaba imposible llegar a fin de curso sin ser agredido. Además, en aquella época, los grupos de izquierda, como reclamo principal, tenían chicas… había gente incapaz de ligar y de tener el aplomo suficiente para acercarse a una mujer, que solamente podía experimentar ese calor, en un grupo de izquierdas (claro está que a partir de 1977, el grueso de militancia política femenina se decantó hacia Fuerza Nueva especialmente en Madrid, coincidiendo esta decantación con la desmovilización de la izquierda militante). Muchos militaron en esos grupos de izquierda –y los pobres chicos de Bandera Roja, entre los que se encontraba Jiménez Lozanitos antes asumir el liberalismo como doctrina-, leyeron obras infumables de Nikos Poulantzas, de Debray, o las soporíferas resoluciones de la IV Internacional, simplemente para poder ir de intelectuales ante las ricashembras de la izquierda y llamar su atención recitando las mejores filípicas antifascistas. A todos estos –que no fueron pocos pero que ya no son– les podemos llamar “antifascistas por vía vaginal”. “Quico el progre” (el personaje ideado por el fallecido Perich) tenía mucho de esto y no era, desde luego, una caricatura, sino la quintaesencia de los pobres diablos que recorrían la hoy mitificada “oposición democrática al franquismo”
La psicopatología del antifascismo
El alma antifascista, hoy, en el siglo XXI, oscila entre el complejo de culpabilidad y la frustración. De hecho, el propio antifascismo –especialmente el de sal gruesa y el de sal petri– queda comprendido entre ambos.
Un complejo de culpabilidad consiste en albergar la íntima convicción en el subconsciente de que se es culpable (por cualquier motivo: por pensar como un proletario y vivir como un burgués, por no vivir de papá y de mamá, pero ser incapaz de demostrarles aprecio, estima y cariño, por solidarizarse con la última “lucha de liberación” que se da en el último rincón del globo, pero ser incapaz de ir más allá, de esforzarse algo más o de llevar la solidaridad hasta extremos concretos y apreciables, y así sucesivamente.
Hay un hecho sociológico que vale la pena señalar: la abundancia de cristianos comprometidos o de individuos que han recibido una educación cristiana, que pueden encontrarse en ambientes antifascistas. De hecho, todo el independentismo catalanista actual tiene una matriz boy-scout que deriva de órdenes religiosas que en los años 60-90 inspiraron a este movimiento y le imbuyeron valores “cristianos”.
Los cristianos “comprometidos” han sido educados en la noción de “pecado”. El pecado es una falta por acción, omisión, pensamiento, etc. Un ser humano, peca simplemente por el hecho de levantarse de la cama, cuando preferiría seguir descansando (pecado de pereza). La noción de pecado y la imposibilidad de escapar al pecado, induce a un complejo de culpabilidad permanente.
Habitualmente, los complejos de culpabilidad crean un descenso en la autoestima que puede llegar incluso a la depresión o al suicidio. Desde el punto de vista psicológico es fundamental que quien está aquejado de un complejo de culpabilidad sea capaz de reconocer, mucho más que de albergarlo en los corredores más sombríos de su psique. La vida psicológica sana y normal es incompatible con la existencia de profundos complejos de culpabilidad. El proceso mental con el que la mente se resguarda de los efectos deletéreos de estos complejos es mediante la sublimación de los mismos: “Si, yo soy culpable porque me mato a pajas… si, yo soy culpable porque no hago lo suficiente por los niños del Brasil, si, yo soy culpable por que el mundo sufre y yo estoy aquí tan contento viviendo de papá y mamá… pero –y aquí viene la sublimación– hay otros que son MAS CULPABLES QUE YO: los fascistas, por ejemplo”.
Este proceso de sublimación conduce a la primera forma de antifascismo psicológico. ¿Qué es un antifa? Muy sencillo: alguien que se sabe culpable de algo, que ha desterrado ese complejo a las profundidades de su subconsciente y que cubre esa culpabilidad forjando la imagen de alguien más “culpable” que él.
Peor luego está el complejo de frustración. Es normal que todos, en la vida alberguemos ciertas frustraciones. Tenía un amigo cuya mamá quería que fuera Papa. Lo juro. La criatura no llegó a monaguillo. La madre le había inducido durante sus primeros quince años de vida con tanto énfasis su “vocación de papable” que, el pobre hombre, todavía hoy, no puede evitar un evidente complejo de frustración que ha sublimado comiendo. Va por los 140 kilos y seguirá engordando hasta el estallido final. A otros antifas les pasa exactamente lo mismo.
Podemos establecer una diferencia por edades. Habitualmente, antifas de más de 50 años responden a las mismas características: divorciados –se casaron con aquella chica que estaba en la célula del partido que se pudieron, finalmente, llevar al catre explicándoles las teorías de Antonio Gramsci, cuando la chica, en realidad, necesitaba otra cosa mucho más directa y portentosa-, amargados, sus hijos no les hacen ni caso –les han educado esmeradamente según los principios de la progresía y ahí están dándole al canuto o pateándose la pasta de papá–, han visto como todos sus ideales, sin excepción, se han hundido: ni revolución proletaria, ni proletariado revolucionario, ni el socialismo ni el comunismo han demostrado nada particularmente esperanzador en España, ya no creen en reformas sociales, ni siquiera en horizontes esperanzadores a nivel personal, se les ha hundido completamente el marxismo, son conscientes de que han estado defendiendo un detritus ideológico por el que no valía la pena ni perder dos minutos, y ya no tienen grandes esperanzas.
Carecen de futuro, por tanto, miran solo al pasado. Su vida ha sido una frustración permanente. De aquel pasado ya no queda nada: algunos miembros del PSUC fueron ministros del PP, los que quedan en el PCE o en el PSUC es porque no han encontrado el mejor momento para pasarse al PSOE, donde estaba el “mogollón”, donde “se pillaba”. Y estos, todavía, siguen más amargados. Lo único que les queda de su pasado es el recuerdo de que el “antifascismo” daba un sentido a su vida hasta 1976. Hoy el franquismo no existe, pero en algún pueblo, en algún lugar recóndito de la geografía española, ellos están dispuestos a encontrar una placa de una calle con el nombre de un jefe de centuria de Falange caído en una ignota batalla. El antifascismo une en estas pobres y peripatéticas figuras, el eco remoto de su juventud con algo de lo que hoy todavía se habla: la memoria histórica, la culpabilidad del fascismo, etc.
Hay otros, los de sal gruesa, que ven las cosas desde otro punto de vista. Son los más jóvenes. Muchos de ellos no se sienten competitivos, son verdaderos fracasos, subproductos de las leyes de educación promulgadas desde 1973. Para ellos, el “facha” es el “triunfador” (sea quien sea: desde Artur Mas, Carod-Rovira hasta el nano del cocodrilo en la parodia del pijauta del PP). No es que conciban la lucha de clases entre explotados y explotadores, es que la han traslado al terreno del éxito o el fracaso. El éxito representa el “fascismo”. Por eso es odiado. La frustración lleva al odio incondicional, irracional, visceral, sin apelación. Esa falta de competitividad ideológico, personal, política, social, una característica demasiado evidente en todas las webs y blogs antifascistas.
Y luego están los antifas que, además, son independentistas. La pirueta de estos es notable: unen a la frustración personal, la frustración que atribuyen a una nación. La Catalunya que fue una parte del Reino de Aragón, no gana, batallas en solitario, desde el siglo XIII. Todas las conmemoraciones catalanistas lo son de derrotas, sublimando esas derrotas se oculta el complejo de frustración del independentismo. “El día que Catalunya sea libre, volverán los mejores tiempos” ¿cuáles? No importa, eso ocurrirá el día en que Catalunya sea libre. Entonces, la frustración desaparecerá porque no habrá con quien compararla. El independentismo reconstruirá la historia de Catalunya a partir de una única “victoria” a partir de la que se iniciará la “verdadera historia”: con la misma independencia. Es el viejo sueño mesiánico: la historia empieza conmigo, antes mío no hay nada. ¿Qué me impide ser yo mismo? La España fascista.
En realidad, el antifa independentista cubre el pasado mediante la reconstrucción de una historia ad usum delphini, y cubre el futuro (una Catalunya independiente es tan viable como un puesto de gominolas dentro de una clínica para diabéticos) situando el hecho triunfal de la independencia de Catalunya como un fin de la historia y una entrada en tiempos míticos en los que Catalunya “será rica i plena”.
Lo dicho ¿Es usted antifa? Muchacho, está usted como las maracas de Machín. Míreselo porque usted lo que tiene es un problema grande y no es precisamente el fascismo, sino su vida misma.

Psicopatología del antifascismo. Análisis de una enfermedad del alma | INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

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