Martillo de herejes
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Soy un budista de ultraderecha. Así, sin mas.
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Yo andaluz y criado toda la vida en Valencia, ¿se puede empeorar eso?Soy Valenciano.
Yo andaluz y criado toda la vida en Valencia, ¿se puede empeorar eso?
Sí, entre medias, siendo murciano.
Ahí sería ya la über escoria IMBATIBLE
Me gusta esta idea mucho. Sobre todo me gusta la manera en la que has contado el plan y lo divertido y bien pensado que es. Me gusta mucho la gente como tú, que dice "hostia, tengo algo que contar" y lo cuenta.Yo quiero tirarme a mi suegra, y tengo el plan hilado.
Tranquelo, échele la culpa al sol de julio.Por la calle miro a muchas crías de una forma tan lasciva y sucia que pondría enfermos a ese tipo de hombres mayores que sigo denominando viejos verdes.
Comparto su dolor. Esta es una ciudac en la que depende de cómo se lo monte uno, puede no ver a ciertos individuos durante 5 o 10 años, o verlos 5 o 10 veces al día. Todo es ser un puto autista y observar patrones, trazar mapas mentales y horarios.Me da asco casi todo el mundo. Y en esta ciudad tan pequeña te cruzas conocidos cada media hora que pasas desplazándote por las calles.
No es raro que vea venir de frente a familiares muy cercanos o amigos y pegue un giro brusco para meterme por otra calle y no tener que saludarlos. Hablo de familiares que me invitan a comer a sus casas un par de veces al mes, familiares que me cuidaron muchísimas veces cuando era niño, y a los que debería de donar un riñón si fuese necesario, para compensar lo que han hecho por mí en la vida. Y sin embargo he llegado a hacer la maniobra Immelman teniendo a estas personas a menos de 10 metros de frente. He llegado a cruzarme con mi padre casi rozando hombro y pasar de saludarle.
A veces estas mismas personas que esquivo un día, otro me las encuentro de bruces y paso a saludarlas efusivamente y a fingir gran interés por sus vidas. Mi mecanismo de defensa ante el acorralamiento, para sobreponerme a la tremenda incomodidad de algunos casos, es erigirme como protagonista incuestionable de la conversación, llevando la batuta, haciendo aspavientos y siendo la alegría de la huerta, cuando de haberlos visto venir los habría esquivado.
En general me importa mil putas mierdas la vida de nadie, y si soy natural conversando con alguien, mi diálogo será un monólogo lleno de "mi, mío, y a mi". Tengo que hacer un gran esfuerzo por forzar falso interés por la vida de alguien cuando conversamos. Y ese gran esfuerzo además da para un espacio de tiempo muy corto.
No sé lo pequeño que será su puto pueblo de mierda
No sé ni cuántos años tengo si no lo pienso antes tres segundos como pa saber de dónde es ustec.Tan pequeño como el tuyo, retrasado.
A estas alturas de la vida...
Nada me hace el día mas ameno que mear en lavabo ajenoCuando hago caca fuera de casa, me lavo el culo en el lavabo.
el jabón me hacía escamas.
Hace unos cinco años fui a un supermercado pijo que acababan de abrir cerca de mi casa. Era de estos en los que huele como a porro con VicksVaporub y tienen cosas B I O, lentejas cultivadas según el movimiento de la luna (no, no es coña), borrajas a cinco euros el kilo y carne de pollo alimentado con ambrosía. Fui porque como bien saben ustedes tengo la piel de lagarto y supuse que sería más barato encontrar algo que me aliviase ahí que en una farmacia.
Total, que entro, hago la criba entre cosas que no me puedo permitir/cosas completamente inútiles/cosas vendidas por el señor Waldorf (en el centro del diagrama de Venn que se podría hacer con las dos anteriores) y acabo encontrando un troncho de jabón de avena Kinesia que vale tres euros. Me lo llevo, espero a que un gafapasta con delantal de lino acabe de atusarse el bigote y justo cuando me dispongo a completar la transacción aparece de la nada otro gafapasta en chanclas que requiere la atención del primero. Gafapasta I se empeña en cobrarme a la vez, pero como le falta proteína su cerebro de un solo núcleo es incapaz de simultanear procesos. Le doy un billete de veinte, hace un aspaviento, me da el ticket y me devuelve el billete tal cual mientras sigue hablando con el otro.
Me esperé un poco, lo juro, pero ambos gafapastas se me quedaron mirando levantando la ceja con cara de «¿te gusto o algo?» al medio minuto mientras seguían hablando. Así que consideré que largarme con el jabón y el billete estaba perfectamente justificado.
No he vuelto por allí por vergüenza. No de lo que pasó ese día, sino de entrar en un sitio así y que me vea alguien.
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