Sed austeros.
En lo individual es algo grande. Una forma digna de estar en el mundo. La austeridad es el camino de la autosuficiencia, de la autarquía, de la soberanía de uno mismo. Hay que evitar rodearse de objetos innecesarios, hay que ser racional con las necesidades, hay que autoabastecerse de lo que se pueda, evitando el comercio hasta donde sea posible. Además, si consumes menos y gastas menos, necesitarás trabajar menos y disfrutarás de más tiempo libre, que en un hombre libre no es sino tiempo dedicado a
su trabajo. Sed, pues, espartanos.
En lo colectivo es un modo eficaz de combatir al detestable capitalismo, al menos de perjudicarlo. Al capital le sobran trabajadores, pero no consumidores. Periódicamente sufre crisis de superproducción. El capital trata de exacerbar el consumo, por medio de la publicidad, generando necesidades de manera artificial, y todo para dar salida a su producción creciente. Por eso Zapatero, para beneficio de sus amos de la economía, instaba a consumir. En suma, el capitalismo es un sistema económico irracional y despilfarrador donde los haya, que no pone en primer término la satisfacción de las necesidades reales de la gente, sino los deseos de los poseedores de capital de incrementar sus beneficios, bien mediante la producción de lo que sea y su venta como sea, bien mediante la especulación y la usura, que no las inventó el capitalismo pero que sí las ha llevado hasta casi la perfección. Así que además, quien tenga dinero que lo saque del banco cuanto antes.
Habrá quien diga que el consumo va a sacar a España de la crisis, o que ayudaría a ello. Para que algo así pudiera pasar ese consumo debería ser nada más que de productos de empresas de base exclusivamente estatal, no de multinacionales, ni de importadores chinos, por ejemplo. Además, para que ese consumo redundara en algún beneficio para el pueblo, esas empresas deberían soportar una carga fiscal mucho mayor de la que tienen ahora y estar obligadas a satisfacer unas condiciones laborales también mucho más beneficiosas para el trabajador. Eso no ocurre ni va a ocurrir en demasía mientras sigamos con este sistema. Pero, de todas formas,
la prioridad para nosotros los nacionalistas no es salir de la crisis económica, sino acabar con este régimen progreliberal basado en la explotación y en la usura. Así que para nosotros no es éste un argumento en contra de la austeridad. Además, salir de la crisis económica y mantener o agravar con eso la crisis moral, anímica y de valores nacionales, no tiene sentido alguno para nosotros. Ahora bien, mientras tanto, también lucha obrera y sindical (con sindicatos de verdad y no subvencionados por el gobierno de turno). Porque nuestra austeridad no es la de Zapatero y Rajoy, consistente en quitarle el dinero a la gente para dárselo a los banqueros.
Habrá quien diga que introducir racionalidad en las necesidades y en el consumo lleva a la tiranía. Pero se olvidan estos pillos de decir que es precisamente ahora cuando estamos bajo la férrea tiranía del capitalista, que impone sus criterios y trata de generar unas necesidades inexistentes entre el pueblo mediante la abyecta figura del publicista. De todas formas, lo que aquí se propone es la austeridad voluntaria para
nosotros. No obstante, es evidente que a los capitalistas, banqueros y casta política a su servicio la austeridad tendremos que imponérsela cuando les derrotemos, y se la impondremos a conciencia, vaya que sí.
Habrá quien diga que mediante la austeridad propugno la miseria. Pero más miserable es consumir por consumir, en una carrera absurda que no lleva a ninguna parte. Los excedentes de la producción han de dedicarse a fomentar aún más nuestra soberanía y nuestra independencia como pueblo: natalismo, desarrollo militar y tecnológico, energía, arte y conquista del espacio, no a alimentar un estúpido consumismo. Hay que reivindicar y practicar el ocio no consumista, la gimnasia y el fortalecimiento físico, la naturaleza, la música, la filosofía y el propio perfeccionamiento, cuestiones todas ellas de poco precio y gran valor.
¡Austeridad, autarquía, soberanía!