Vmos a empezar con la fiabilidad de los adultos en los coches de choque: he aquí una niña de unos 6 años que se sube en los coches de choque con un amigo de su madre. En lugar de ponerle el intento de cinturón, se lo deja por ahí, por la espalda. Y en lugar de conducir con medio cuidado, a saco. Resultado: niña que casi se rompe las narices de un choque frontal contra otro coche. Eso sí, el labio pelín roto.
LUego tenemos el pulpo: eso que sube y baja y va para delante y para atrás. Cuando pesas menos de 20 kilos, al subir te impulsas y comono te agarres fuerte, o sales volando o te escurres por abajo. Por no hablar de la fuerza centrífuga que hace que si te toca en la parte de fuera del cacharro, te espachurren y si te toca en la de dentro no puedas evitar espachurrar.
También tenemos los caballitos de toda la vida con la taza dentro, que puedes hacer girar mediante una especie de volante. Cuando eres pequeño, no eres capaz de hacerlo girar y te picas. A partir de los 10-11 años que ya tienes fuerza, lo que no haces es pararlo, con lo que al salir, llevas un colocón de tanto dar vueltas que lo raro es que no potes.
Yo me acuerdo de aquellas carreras de camellos o caballos que no recuerdo cómo se accionaban, las muñecas que imitaban a la sabrina con pezones marrones y muy tetudas, las muñecas chochonas, los perros pilotos, las camas elásticas, el gusano loco (que enmitad del trayecto te tapaban con un toldo y aprovechabas para entrechocar los piños con el rollete de turno) y las alfombras mágicas, que tienes que subir un huevo de escaleras cargada con un saco para tirarte o ver como los adultos se quedan enganchados a mitad de camino.
Aparte de eso, una vez en el pasaje del terror entré con unos amigos del insti. Teníamos unos 14 años. La niña del exorcista se lanzó sobre mí y casi la rompo las narices de un hostión, no por su culpa sino por el susto que me dio el grito del niño de detrás.
El mismo niño que a la salida, iba tan acojonado que se enganchó de mi sujetador medio recorrido y me lo desabrochó. La venganza fue que se cayó casi en la puerta y con los empujones de la gente para salir, lo pisoteé un poco.