No sabemos si el líder de IU, Cayo Lara, ha dicho la verdad de lo ocurrido en la Moncloa durante su reciente entrevista con Zapatero. Porque podría haber ocurrido que el presidente del Gobierno y líder del PSOE le hubiera ofrecido un proceso de integración de IU en el Partido Socialista. O, como poco, le habría tenido que informar de lo que iba a ocurrir con el fichaje de la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, que se ha integrado en el Gobierno andaluz de Juan Antonio Griñán, abandonando con ello a Izquierda Unida, que se queda sin la dirigente más prestigiosa y con el cargo público más alto de la coalición, que hoy día domina otra vez el PCE.
Si Zapatero no le dijo a Lara nada de lo de Rosa Aguilar ni les ha ofrecido a IU y al PCE la integración en el PSOE, entonces el presidente le tomó el pelo, y de muy mala manera, al novato líder de IU y al conjunto de la citada coalición. La que, para colmo, hace un par de días salió en defensa de Carme Chacón durante la votación de reprobación propuesta por el PP. Es decir, los de IU en el papel de cornudos y apaleados, y el tal Cayo hablando de las rosas y los claveles, como si nada hubiera pasado en Córdoba, ni en IU, a los que Zapatero, por la vía de Griñán, les acaba de anunciar un jaque camino del mate, en pos de los votos de IU que tanta falta le van a hacer al PSOE en los próximos meses y años venideros.
Rosa Aguilar está en su derecho y ha hecho bien al aceptar la oferta que le ha hecho Griñan, después de diez años de buena alcaldesa y después de soportar la permanente crisis de IU, su ausencia de proyecto político y de verdadera modernización y renovación que, tras los estrepitosos fracasos electorales de Llamazares, ha regresado al PCE de donde salió. Un partido que luchó por la democracia y contra el franquismo pero que no ha sabido abandonar la nostalgia ni adaptarse a los grandes cambios ocurridos en los últimos años, tanto en España como en el conjunto de la izquierda europea. El propio Cayo Lara es una persona muy respetable pero no representa la nueva izquierda, a pesar del ancho espacio que en ese espacio político deja Zapatero con su caótica y oportunista gestión política.
Ni siquiera los justos lamentos de IU contra el vigente sistema electoral que los discrimina a ellos, en beneficio de los grandes partidos nacionales y de las minorías radicales nacionalistas ?a los que IU adora, para colmo- es un argumento para explicar el hundimiento electoral de IU, empeorado en las últimas elecciones del País Vasco tras su demencial apoyo a Batasuna. Con la misma ley electoral Julio Anguita obtuvo una veintena de escaños hace algunos años.
De manera que muy oscuro se presenta el futuro de Izquierda Unida en la vida política española y falta por saber si la fuga de Rosa Aguilar hacia el PSOE no será la única de dirigentes y militantes de IU y del PCE. No en vano los socialistas saben que en torno a esta coalición permanece un filón de cerca de un millón de votos que seguirían donde están y que podrían aumentar si IU recuperara un discurso moderno, solidario, españolista y bien distinto del de Zapatero, pero nada de eso se percibe al día de hoy en el presente y en el horizonte de la coalición.
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