JOSÉ TOMÁS: Arrodilláos, putas

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Origen de las Fiestas de Toros (4)
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Realidad muy distinta es que los romanos realizaran en su famoso teatro venaciones, que eran espectáculos de lucha de hombres con las fieras, o de éstas consigo mismas, según afirma Suetonio, entre las que el toro era una de las principales. Los criminales a ser echados a las fieras, cuya pena fue muy frecuente contra los primitivos cristianos, que tan bien describe Chateaubriand en su precioso poema de los mártires, eran a dar con su horrorosa muerte la diversión al pueblo.
“También había otros hombre que se alquilaban infamemente para estas luchas, a los que se les denominaba bestiarios. Los alquilones peleaban regularmente con toros, y este es indudable el origen del toreo, que reducido hoy a reglas se llama Tauromaquia, mal aplicado a nuestra diversión, porque esta palabra, como prueba el anticuario Calderón, significa más propiamente la lucha de dos o más toros entre sí y no de toros con hombres. Refiere el historiador romano Seutonio que, en la vida del emperador Claudio, las fiestas del circo romano, después de cinco corridas de carros o de caballos, se interpolaban una venación y que, concluida, volvían a continuar las carreras, o bien corridas de toros, en las que unos extraordinarios jinetes de Tesalia se montaban a pelo sobre los toros y después de largo rato corriendo sobre ellos, haciendo varias suertes, los mataban dándoles una puñalada en la nuca (4).
Continuaron ofreciéndose aquel tipo de espectáculos en los circos y anfiteatros romanos, generalmente con los hombres condenados a muerte, hasta que el piadoso emperador Theodosio los abolió, siendo de notar que en su decreto, según el poeta Prudencio, prohibió expresamente el combate con los toros de cualquier forma que fuese. Sin embargo, siguiendo a Castellanos, “de cuanto llevamos dicho como pruebas incontestables, ni hemos de dar fe a los escritores contemporáneos, del origen de esta diversión no consta se generalizara en las provincia de Roma, sino en la española, que tomaría la costumbre del mismo Julio César, cuando llegó a España a pelear y vencer a los hijos de Pompeyo y en la de África, que también pudo tomarla de él, cuando hizo la guerra en aquel país, venciendo a Juba, rey de Mauritania.
Y podemos pensar libremente en que la venación debió de ser espectáculo que de los romanos se conformó al genio de los españoles, como puede colegirse de los muchos restos de circos y anfiteatros que aún se conservan, particularmente en Toledo, Mérida, Sagunto y otros lugares. Como en estas regiones se carecía de bestias feroces y el traerlas de otras siempre sería muy costoso, lo razonable fue realizarlas con toros bravos o incluso con osos, como las fieras que se lidiasen en aquellos circos.
(4) El mismo Calderón, en su gabinete de antigüedades, dice que esta suerte, con el título de la del indio, se efectuaba en la plaza de Madrid a principios del siglo XIX.
En ese sentido, Valeriano Marcial, español natural de Bilbilis, dice en su anfiteatro, que las fieras que se sacaban al circo eran de todas as especies, a saber: leones, osos, tigres, rinocerontes, elefantes, jabalíes y toros, y que la lucha se hacía peleando las fieras unas veces entre sí y otras, fieras con hombres. Los muchos circos romanos que se ven en España, hacen ver que en este país introdujeron los romanos los juegos circenses, que se acomodaron tanto a nuestro belicoso carácter, que aún subsiste. Laley 57, título 5º, parte 1ª, prevenía que los eclesiásticos no asistieran a las corridas de toros, y el papa San Pío en 1567 prohibió estas fiestas en toda la Cristiandad, privando de sepultura eclesiástica a los muriesen lidiándolos; pero a pesar de esto, apenas hay festividad de Santo que no se solemnice con corridas, ya sean de toros o novilladas. El que desee leer lo que se ha dicho contra estas fiestas puede consultar el Libro 1º, capítulo 7, de Canonic, de don Juan Gutiérrez.
La costumbre de pelear los hombres con las fieras, la tomaron los romanos de los griegos, lo que prueba el historiador griego Alejandro de Alejandro Magno; pero el primero que según el mismo historiador los lidió o alanceó en prueba de su valor en plaza cerrada, o sea en circo, fue el invicto Julio César, emperador romano, no sin antes haber practicado la suerte de alancear en la selva del centro de Europa en muchas ocasiones, matando aquellos fieros vacunos silvestres, de suerte que se le pude tener por el primer rejoneador o picador.
Volviendo con los testimonios que ofrece la numismática, son muchas las monedas que circulaban en la Provincia de Aragón, entonces Jelsa. En esa moneda -doy copia, merced a la amabilidad de don Pascual- está retratado el verdadero toro de lidia, que los aragoneses de entonces decían cornupeta, según siglos después hizo rectificación aquel erudito escritor Doctor Thebussem (Don Mariano Pardo de Figueroa) en bonito artículo gramático-histórico-taurómaco publicado en el antiguo periódico La Lidia.
El cronista mexicano aludido hace mención de don Basilio Sebastián Castellanos, citando que éste corrige al de las Navas y a Millán, aseverando que la Tauromaquia tuvo origen en España cuando la dominación de los romanos. Que el primero que picó toros fue Julio César. ¡Vaya ilustre ancestro que tienen los pincharratas o mata toros actuales! Que en tiempo de la dominación romana en España, el toro era una de las fieras que empleaban en los famosos coliseos, está fuera de toda duda. Hay multitud de anotaciones en escritos y en esculturas talladas en piedra, que lo demuestran.
Un historiógrafo portugués, Noronha, reseña con prolijidad de detalles, cuál si hubiera sido uno de los concurrentes, la pelea que hicieron seis bravos cornupetas hispanos. Luchando el primero, el segundo y el tercero, con león, tigre y elefante, respectivamente. El que estuvo en cuarto turno, fue lidiado por uno de los toreadores de a caballo, por un estoqueador ecuestre, que le dio a los mismos rubios soberbia estocada. El hecho que sostuvo en el quinto sitio -no hay quinto malo- fue soberbio. Contendió con uno de los bestiarios, que llevaba en la siniestra una red y en diestra un tridente. Valiéndose de quiebros (ya no fue invención de El Gordito), esquivaba las acometidas del toro, y a la vez atizaba tridentazos en el cerviguillo, hasta que el toro, gravemente herido, desangrando y exhausto, presentó oportunidad de enredarse en la red, que lanzada hábilmente, lo maniató. Ya sujeto, fue rematado (descabellado, decimos ahora) por el bestiario. El sexto bicho, fue lanceado de capa por un caballero noble que valido de los fueros que le daba su alcurnia, saltó de las tribunas y ... toreó con un manto color púrpura y luego, ya jadeando el toro, le metió corta y ancha espada en el cerviguillo, tendiéndolo muerto.
Establecido que en la época de los romanos había en España corridas de toros de la clase de las que actualmente titulamos mixtas, sigo con los visigodos, cuando éstos, después de la invasión de los Bárbaros, que acabaron con la dominación romana, los visigodos se quedaron dominadores, cual si dijera, amos del cotarro.También los visigodos tomaron afición por la Tauromaquia, contagiados por los que fueron los vencidos, que no prescindieron de tal gusto. Un ilustre historiador que ha dedicado buena porción de sus inquisiciones a dilucidar lo que se relaciona con la Tauromaquia, don José Vargas y Ponce, lo pone en completa claridad dando a conocer una carta que el Rey Sisebuto dirigió a Eusebio, obispo de Barcelona, regañándole por su afición a presenciar la lucha de los toreadores con los toros. A juzgar por lo que relata Vargas Ponce, el ilustrísimo era aficionado vehemente, y muy amigo de los toreadores.
Luego de los visigodos viene la dominación de los Sarracenos en España dejando a lo netamente ibero refugiado en las abruptas montañas de Asturias, hasta que la batalla de Covadonga, inició la reconquista. Durante la dominación mora hubo corridas de toros -por supuesto a la usanza de entonces- en casi todas las poblaciones, pero especialmente en las que forman actualmente las provincias de Andalucía. Las corridas fueron un hecho notable en la ciudad mora de Granada. Y en Castilla se tenían noticias de los aplausos que arrancaban en la plaza de Bibarrambla lanceando los toros de Roda los valientes moros granadinos Malique Alabez, Muza y Gazul, que terminaron de resonar por toda la Iberia, como ya fue citado, y fue entonces cuando la fiesta de toros fue emulada primero por los caballeros cristianos y después por los de a pie, aumentando su pasión por estos espectáculos, que cada día fueron más arriesgados y frecuentes, llegando a su apogeo en el reinado de su hijo, Enrique IV. Los vencedores moros, tomaron el divertimiento de las costumbres de los vencidos.


La época fija de cuando tomó esta diversión el carácter de espectáculo público, no puede fijarse el todo, como ocurre en todos los procesos, aunque sean culturales, sometido a una evolución; pero las ordenanzas del fuero de Zamora se colige que en los últimos años del siglo XIII (1290-1300) existía ya plaza al efecto y también consta de las leyes de partida en el título 15 de la 1ª parte, etcétera, en la crónica de D. Pedro Niño, parte 1ª capítulo 7, se hace mención de fiestas de toros en Sevilla en la entrada de Enrique IV en plaza circular. En la ordenada a construir por el Rey su padre, Enrique III, nada se dice de si era circular. Este es uno de los errores históricos que apreciamos en el trabajo del Sr. Castellanos, según nota de López Izquierdo.

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Olvidemos los intercambios de opinión basados en la coherencia que la genética y la educación nos ha proporcionado a algunos y empecemos un análisis fundamentado en hechos notorios.

El taurino medio es homosexual y reprimido. Hablamos de un señor de maneras toscas, ideales patrios, familia pudiente y mayormente machista.

Un machista adinerado que define como arte los andares, saltitos y ágiles movimientos de un jovenzuelo embutido en ropajes color rosa con bordados.

A pesar de ser pudiente, en la mayor parte de los casos, se trata de un señor de su pueblo, amante del tabaco y el buen vino, con un acento marcado, cabezota y moralmente contradictorio.

Fruto de una educación basada en el subjetivismo social.

Hemos dado, sin duda, con el perfil Standar del homosexual rudo y la plaza no es si no el equivalente al concierto de LOCOMIA mensual.
 
Bueno, pues, para terminar de ilustrar a tanto analfabeto antiaurino, y como expresión cristiana y caritativa de "enseñar al que no sabe", aquí vá el último tocho, ea!:





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Origen de las Fiestas de Toros (5)
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No hay duda a este respecto. Según un famoso historiador hispano -don Leopoldo de Eguilaz- los mauritanos de Granada hacían sus corridas de toros en un coso nombrado Bibarrambia, y en una llanura titulada de La Tabla, en las cercanías de la famosa Alhambra. a aseveración del hispano está confirmada por la de un moro -Mahomed Ben Almed Alcatib- que describe los festejos taurómacos que hubo en La Tabla (nombraban así a la llanura porque allí colocaban una tabla que servía de blanco a los tiradores con ballesta). Incluso los poetas del siglo XV y XVI dedicaron algunos versos a esta diversión, en los que se describen con elegancia y minuciosidad, como puede notarse en el trozo siguiente del Romancero General:
El moro toma un rejón
y el diestro brazo levanta,
furioso acomete y pica;
uno encuentra y otro pasa;
del toro el aliento frío,
el rostro al caballo espanta,
y la espuma del caballo
al toro ofende la cara.”
En República del mundo –Libro Décimo- de la República gentílica”, de Fray Jerónimo Román de la Higuera, jesuita nacido en Toledo (1538-1611), nos describe el principio de correr toros por fiestas y señala que se introdujo en Roma en tiempo de Tarquino, dando una explicación no demasiado convincente de su origen, o tal vez se trata de una deficiente interpretación de sus escritos o de la lectura. El texto original sobre ese origen lo reproduce Félix de Lucio Espinosa, que el lector podrá hallar en el lugar correspondiente en la relación alfabética de autores, de Francisco López Izquierdo.
Que fuera dañino comer carne de vaca las mujeres romanas encinta es una aparenta auténtica superstición, pero habría que estudiar con profundidad sus razones. Y se mala la fiesta de los toros por tener unos principios gentílicos es algo que se antoja propio de un padre embaucador, como lo califica Antonio R. Rodríguez Moñino. Y nunca mejor dicho, por ser el autor de los falsos Cronicones (1611). Sí era cierto el desconsuelo de los españoles por no correrse toros por aquellos días, debido a prohibiciones papales. Los españoles, en esto de los toros, sí heredamos de Roma el gusto por el circo, espectáculo, de su emoción. Lo único que ocurrió es que se cambiaron fieras por toros bravos. Los Gobiernos de España de entonces, tras la retirada de los romanos, no contaban con recursos para importar fieras de África. Hasta qué punto el origen de correr toros venga de aquel pueblo alumbrador de pueblos y culturas, necesitaría de profundas investigaciones.
El Sultán Mahomed V, para solemnizar el nacimiento y circuncisión de uno de sus hijos, envió a sus servidores que trajeran toros muy bravos, para que en la Tabla fueran acometidos por perros feroces -de la tierra de Allen- que les mordieran en las orejas y belfos, y ya quebrantados los toros, los nobles pudieran acosarlos y lidiarlos. Una cosa está clara, nuestro insigne poeta, polígrafo y político español Francisco de Quevedo (1580-1645), en su Epístola censoria al conde-duque de Olivares, refiriéndose al uso de la capa le dice: «Jineta y cañas son contagio moro, restitúyanse justas y torneos, y hagan paces las capas con el toro.» Quería decir que los nobles deberían aceptar el arte de torear con la capa de los plebeyos, recordando también que el arte de la caballería tenía también origen árabe.
Iniciada la reconquista había corridas de toros no solamente en las poblaciones aún en el dominio de los mauritanos, sino en las que estaban en el de los reconquistadores. Y antes de marchar en este camino, voy a deshacer un error; muy común en todos los escritores taurómacos históricos. El precioso romance titulado: Fiesta de toros en Madrid, escrito en hermosas quintillas, modelo de literatura, por don Leandro Fernández de Morales, sirve para describir una hazaña taurómaca del famoso don Rodrigo Díaz de Vivar El Cid Campeador. Fernández de Moratín, afirma que El Cid lanceó a un toro, que había causado el pánico entre los caballeros moros que estaban en aquella fiesta. Ello pudo suceder hacia 1040.
La hazaña, tal vez, creada por la imaginación del poeta: El Cid nunca lanceó toros, se dedicó a lancear moros. En contradicción con lo de Fernández Moratín está lo afirmado por tres buenos historiógrafos: don Ramón Menéndez Pidal, don Pascual Millán y el Conde de las Navas (Don Juan Gualberto López Valdemoro). ero, en toda la época de la reconquista hubo fiestas de toros, aunque El Cid no haya tomado activa participación en la brega. Alfonso El Sabio dio una infamante ley para los toreros. Lo que ya indica la tendencia de hacer de la Tauromaquia ejercicio propiedad de la nobleza en aquellas lejanas épocas, porque la ley era para los hombres que traicioneramente hieran o maten a las fieras, después que los caballeros hayan luchado con ellas.
Y, efectivamente, Las siete Partidas protegían especialmente el espíritu caballeresco: Pero cuando un hombre lidiase…, con bestia brava por probar su fuerza, non sería enfamado… Porque todas las prerrogativas estaban del lado del caballero que se enfrentaba al peligro, con esa tónica que informaba toda la vida de aquella Edad. Se trata de un código jurídico escrito bajo la dirección de Alfonso X el Sabio (1221-1284), es, desde el punto de vista literario… un monumento inapreciables, según el sentir de Narciso Alonso Cortés. En el ámbito taurino, se nota una clara tendencia del Monarca-legislador a frenar la labor de los matatoros que, con los trovadores, juglares, danzantes y saltinbanquis, formaban la pléyade andariega y buscavidas en la Edad Media. Porque ¿qué bestias bravas que no fueran toros habían de lidiar los españoles? No podía, pues, el Rey referirse más que al matatoros, profesional que, al margen de la lidia caballeresca de los hombres de armas, se dedicaban a rematar toros por dineros, cuando los caballeros no lograban hacerlo con sus lanzas, por dinero en las fiestas de villas y lugares. El toreo a pie, según esto, existió siempre, aunque al retroceder el caballeresco, tomara una importancia decisiva y la fiesta se encauzara por los derroteros que nos han traído las corridas hasta nosotros, según López Izquierdo.
Al término de la gran batalla de Alcoraz, acaecida el (25-11-1096), sobre una llanura de su nombre, al sur de la ciudad de Huesca, entre las tropas del emir de Zaragoza Mostain II y el ejército cristiano al mando de don Pedro I de Aragón, el monarca en conmemoración de esta batalla, mandó edificar en el sitio del combate una iglesia dedicada a San Jorge, patrón de la milicia aragonesa, adoptando desde entonces en su escudo la cruz del Santo, en campo de plata, y en sus ángulos cuatro cabezas rojas en recuerdo de los caudillos moros muertos en la batalla. Sin embargo, al regresar Pedro I el Cruel, hermano de Alfonso I, a la ciudad de Burgos, asistió a una corrida de toros, según nos lo describió el canciller Pedro López de Ayala, escritor, poeta y político español, nacido en Vitoria, en 1332 y muerto en 1407, quien señala en su obra Crónica de Don Pedro I, textualmente:
«E ese día domingo -que pudo ser el primer o segundo domingo del mes de diciembre de 1096-, por cuanto el rey -se refiere a Don Pedro I- era entrado nuevamente a la cibdad -expresión árabe-castellanizada- de Burgos, corrían toros en aquella plaza...» Los toros lidiados bien pudieron ser procedentes de Jarama... y uno de ellos bien pudo haberse llamado Don Pedro.
En los reinados posteriores al de Alfonso X El Sabio, continuaron los festejos taurómacos. Fue en el de don Juan II, cuando construyeron en Madrid la primera plaza de toros, frontera al palacio de los Duques de Medinacell. Con el gobierno de la dinastía titulada de la Casa de Austria, la fiesta de toros adquirió solidez y esplendor. El emperador Carlos V, no solamente fue aficionado platónico del ejercicio de bregar con los toros, sino que tomó participación activa, lanceando. Felipe II, menos valiente que su ancestro, se conformaba con matar toros arcabuceándolos desde lugar bien seguro. Felipe III, era igualmente gran aficionado y los nobles le imitaban. No había ocasión para júbilo, en la que no hubiera fiesta de toros. En el reinado de Felipe IV, desde el monarca hasta los más humildes de los súbditos, en alguna vez se hacían lidiadores. Carlos II, festejó sus dos casamientos con lidias de toros. Felipe V, no fue adicto a los toros, pero los permitía. Fernando VI, fue el que edificó la plaza de toros que hubo en Madrid hasta el año de 1874, cuando fue inaugurada la que actualmente se utiliza.
El siglo XVI marcó el inicio del período de transición del toreo de a caballo al de a pie, siendo una figura relevante de ese período don Fernando Álvarez Bohórquez, célebre toreador de a caballo del citado siglo. En el Epílogo de Utrera..., de donde, sin duda, era natural, escrito por don Pedro Román Meléndez, leí de él las siguientes curiosas noticias: «El más celebrado que conoció su edad en la vara larga y rejones, y en su cuerpo y fuerza gigantescos. La espada de que usaba no podía manejar otro. Era lo regular con la vara levantar al toro y echarlo de espaldas. Si daba cuchillada, lo ordinario era dejarlo muerto. En este ejercicio se le quebró el brazo derecho; y habiendo curado, le quedó inútil, y permitió que se lo volviesen a desencajar y poner en su lugar, por no privarse del manejo de la garrocha.
Saliendo a rejonear en otra ocasión, se le volvió a quebrar el brazo, y ya desengañado trató de emplear sus fuerzas y valor en mejores ejercicios. Vistióse un hábito de tercero y dedicóse a la Santa Caridad, cuidando de los pobres enfermos por su persona, y de dar sepultura a los muertos, con quien solía él sólo cargar. El tiempo que le sobraba lo ocupaba en estar rezando en el atrio, donde se enterraban los pobres; en el lugar más inferior, que fue el que eligió para sepultura, y en ella, aun vivo, hizo poner este epitafio: Aquí yace el mayor pecador de los vivientes. Rueguen a Dios por él.
El propio Lope de Vega (1562-1635), el más famoso poeta dramático español, cuyo verdadero nombre es fray Lope Félix de Vega, llamado con todos los merecimientos el Fénix de los Ingenios, nos dice en La hermosura de Angélica:
«... cual suelen madrigados toros
entre Jarama y Tajo todo un día
hacer batalla por la vaca amada,
y ella pacer hierbas descuidada...»

Ya en aquellos años del siglo XVI los toros llamados jarameños, por nacer en las riberas del río Jarama (Madrid), adjetivo que desde entonces fue usado en sentido antonomásico de toro bravo y ligero, lo empleó también Lope de Vega en La Gatomaquia, formando un pareado: «Cual suele acometer el jarameño, toro feroz, de media luna armado...» Y es que las aguas frescas y transparentes del Jarama, agudiza la bravura y les da ligereza muscular a los astados. También en su obra Los Vargas de Castilla, Lope de Vega, aparecen antiguos términos taurinos empleados en su época, tales como abragado -equivalente al bragado de nuestros días-, en el comentario: «Luego le dice: abragado, él es de famosa casta...»
Acerca de los toros en la antigüedad de España, Moratín nos cuenta: “La ferocidad de los toros que cría España en sus abundantes dehesas y salitrosos pastos, tanto como el valor de los españoles, son dos cosas tan notorias desde la más remota antigüedad, que el que las quisiera negar acredita su envidia o su ignorancia, y yo no me cansaré de satisfacerle; sólo pasaré a decir que habiendo en este terreno la previa disposición en hombres y brutos para semejantes contiendas, es muy natural que desde tiempos antiquísimos se haya ejercitado esta destreza, ya para evitar el peligro, ya para ostentar el valor, o ya para buscar el sustento con la sabrosa carne de tan grandes reses, a las cuales perseguirían en los primeros siglos a pie y a caballo en batidas y cacerías.”
*En 1732 se publicaron las Reglas de la Real Maestranza de ... Sevilla. En una de ellas dice textualmente: «... vestirán siempre (los picadores)... calzón de grana con botones, ojales y galones de plata.» La tela del calzón, de color grana, era de paño fino y se usaba entonces para trajes de fiesta, siendo reglamentario para el calzón de los picadores en corridas de Maestranza.
*Otra de las reglas obligaba a que un herrador, maestro perito en herrar y curar los caballos. Con este segundo fin era obligada la asistencia de un Herrador en las fiestas de toros de la Mestranza de Sevilla, dentro los términos siguientes «...(el) Maestro Herrador... en las Fiestas Reales de Toros no puede salir del sitio en que estuvieren puestos (los caballos) para que llegue a tiempo a la curación de los que vuelven heridos.»
Carlos III fue enemigo de la fiesta de toros y dio leyes, prohibiéndola. Pero Carlos IV las derogó, permitiéndola. El sucesor, Fernando VII, llevó su afición a las corridas de toros, hasta a establecer por real orden una Escuela de Tauromaquia, en Sevilla. En la época de la invasión francesa en España, el rey intruso impuesto en el trono por Napoleón Bonaparte, aquel Pepe Botellas, dio corridas para atraerse las simpatías del pueblo español. De aquí en delante, las corridas de toros han continuado sin interrupción, hasta nuestra época, afianzando más y más su popularidad y generalización, en todas las provincias españolas.
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Olvidemos los intercambios de opinión basados en la coherencia que la genética y la educación nos ha proporcionado a algunos y empecemos un análisis fundamentado en hechos notorios.

El taurino medio es homosexual y reprimido. Hablamos de un señor de maneras toscas, ideales patrios, familia pudiente y mayormente machista.

Un machista adinerado que define como arte los andares, saltitos y ágiles movimientos de un jovenzuelo embutido en ropajes color rosa con bordados.

A pesar de ser pudiente, en la mayor parte de los casos, se trata de un señor de su pueblo, amante del tabaco y el buen vino, con un acento marcado, cabezota y moralmente contradictorio.

Fruto de una educación basada en el subjetivismo social.

Hemos dado, sin duda, con el perfil Standar del homosexual rudo y la plaza no es si no el equivalente al concierto de LOCOMIA mensual.

ya dijo la tonteria de las 7 y media...
 
toro furioso rebuznó:
ya dijo la tonteria de las 7 y media...

Ahora que te leo me doy cuenta de que algunos taurinos sois personas inteligentes, profundas, soberanamente superiores al resto de los mortales.

Mira, la tontería de las 10 y media.
 
PacoelChochero. Si los antitaurinos, y según tus propias conclusiones, son incultos. ¿Cómo esperas que se lean esa cantidad de texto que has puesto?

¿No te parece un esfuerzo inútil? ¿O es que realmente no los consideras tan poco cultivados como desperendes en tus hilos?

Se consecuente; por favor.

Por cierto; gracias por la respuesta al mi pregunta sobre la firma. Muchas gracias. Dios le premie con numeros actos sexuales con la persona, animal o cosa que usted prefiera.
 
Ruduli rebuznó:
La rae también acepta CEDERRÓN, lo cual les quita toda la autoridad que pudieran haber poseído alguna vez.

La RAE se ajusta a lo que es: pura convención -y, por supuesto, española-. Y, desde luego, es algo en continua evolución.

Pero qué coño le vas a explicar a un hijo y nieto de gañanes...
 
Uncle Meat rebuznó:
La RAE se ajusta a lo que es: pura convención -y, por supuesto, española-. Y, desde luego, es algo en continua evolución.


muahahamuahahamuahahamuahahamuahahamuahahamuahahamuahaha


Importante apreciación por su parte.Cuanto conocimiento, cada dia se supera.


:131 :52
 
Tío, si te dejo escarbar un rato en mi basura, ¿dejarás de quotearme y de escribir sandeces? Eres el quinto stalker que me sale en este foro, y probablemente el más penoso -sin gracia alguna, sin un mínimo de argumentación, más tonto que las piedras y sin cuidado alguno en disimularlo-. Yo que tú me dedicaría a administrar/moderar los infraforos de guarrerida y dejaría a la gente realmente capaz que siga manteniendo este foro con un mínimo de interés y de chispa. A ver si gintonic se da cuenta que no toda la hez que ensucia el foro se reduce a meatrolled y otras payasadas.

Venga, subnormal. muahaha
 
Seria alguien tan amable de pasarrme "el cosio" en pdf?

Gracias
 
Uncle Meat rebuznó:
Tío, si te dejo escarbar un rato en mi basura, ¿dejarás de quotearme y de escribir sandeces? Eres el quinto stalker que me sale en este foro, y probablemente el más penoso -sin gracia alguna, sin un mínimo de argumentación, más tonto que las piedras y sin cuidado alguno en disimularlo-. Yo que tú me dedicaría a administrar/moderar los infraforos de guarrerida y dejaría a la gente realmente capaz que siga manteniendo este foro con un mínimo de interés y de chispa. A ver si gintonic se da cuenta que no toda la hez que ensucia el foro se reduce a meatrolled y otras payasadas.

Venga, subnormal. muahaha



agustinespartinas.jpg


¡¡¡ole!!! mas naturales al super frikazo que baja la cabecita, se nota que esta acostumbrado a mamar pollas.

mamografialb2.jpg
 
WAAARRFFFFF No sólo eres retrasao mental; también deliras. "Bajar la cabeza", dice el gusano éste. :lol: Ni metiéndola en el suelo en plan avestruz llegaría a tu nivel.

muahaha

Venga, payaso, sigue haciendo el ridi; igual superas a nako o a pajascubanas.
 
Uncle ¿Para qué sigues dándole bola a este paramecio informatizado si ha demostrado con creces que de pequeño le pegaban en código MORSE para no tener que hablarle del corte que les daba?

No te fatigues tronco, déjale que masturbe su mente imaginando los saltitos libidinosos de Tomás por la plaza adornado en rosa.
 
Es como tratar de convencer a un gitano de que se bañe. Te mirará raro al principio, luego pensará que estás loco, y al final tratará de meterte un navajazo en el costao, porque el equivocado eres tú, no él.
 
Uncle ¿Para qué sigues dándole bola a este paramecio informatizado si ha demostrado con creces que de pequeño le pegaban en código MORSE para no tener que hablarle del corte que les daba?

No te fatigues tronco, déjale que masturbe su mente imaginando los saltitos libidinosos de Tomás por la plaza adornado en rosa.

Pero si es un puto clon... Lo que estoy por ver es de quién coño es -entre tanto súcnorl no es tarea fácil-. :lol:

P.D: Pastachutas, a su casa. muahaha
 
Vaya hilo de maricas, un monton de hombres hechos y derechos que casi se estan acariciando el glande pensando en el jose tomas ese, que por cierto vaya tipico nombre de tabernero........

Os gusta el mozo ese eh desviados? Os gustan los hombres valientes y rudos no?

gayers todos.
 
No me gustan los toros y por ello me cago en la fiesta nacional y en José Tomás también, por torero y por maricón. Si tantos cojones tienen no deberían ir con tanto picador y tanta banderilla y tanto estoque y tanto machaca a su alrededor para quitarle el toro de encima si es preciso. Así yo también toreo, no te jode. Deberían salir sólo con una navaja, cuerpo a cuerpo y a muerte los dos.
 
Dicen que por su última faena le pagaron 432.000 € (72 millones de pesetas) y como bien habeis dicho por ahí, comparado con lo que ganan los futbolistas se los tiene más que merecidos.

Un saludo!
 
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