La tauromaquia como parte de la cultura [editar]
Mosaik, por Bernard Sandoz (1909)
La fiesta taurina es de difícil explicación si no se admite su aspecto ancestral, tradicional y popular, además que el aspecto
ritual fue la antesala del
cultural. La
cultura que ha cubierto siempre el discurrir histórico de la fiesta, da idea de su importancia: los toros de Goya, son diferentes a los de
Picasso, y éstos a su vez diferentes de los de
Manet o Lucas Villamil. La tauromaquia es ejercicio de múltiple comprensión, y puede ser admirada o criticada, pero sus componentes, ya citados, le permiten perdurar en el tiempo y generar amplio debate a su alrededor. De hecho el gobierno de España, a través del Ministerio del Interior, hace clara referencia al aspecto cultural de las corridas de toros en su reglamentación de las escuelas taurinas:
"Para fomento de la fiesta de toros, en atención a la tradición y vigencia cultural de la misma, podrán crearse escuelas taurinas para la formación de nuevos profesionales taurinos y el apoyo y promoción de su actividad."<SUP class=reference id=cite_ref-3>
[4]</SUP>
El filósofo
José Ortega y Gasset explicaba que era impensable estudiar la historia de España sin considerar las corridas de los toros.<SUP class=reference id=cite_ref-4>
[5]</SUP> Si muchos de los escritores y filósofos de la
generación del 98, no gustaban de las corridas de toros, era porque la culpaban del atraso de la sociedad española. Así,
Unamuno explicaba que no le gustaban las corridas, no porque fuese un espectáculo cruento, sino porque se perdía mucho tiempo hablando de ella y esto explicaba la formación cultural de sus espectadores. Ortega y Gasset, en su obra
La caza y los toros, se extrañaba de que el toreo, siendo un ejercicio callado diese tanto que hablar. Posteriormente, la
generación del 27 en su mayoría fue amante de la fiesta, sobre la cual escribieron, pintaron y esculpieron. Vale citar las palabras con las que
Federico García Lorca manifestaba su abierto apoyo y gusto por la tauromaquia:
"El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo".<SUP class=reference id=cite_ref-5>
[6]</SUP> <SUP class=reference id=cite_ref-6>
[7]</SUP>
Ortega y Gasset, al igual que otros autores como el
académico José María de Cossío, realizaba un paralelismo entre las corridas de toros y la
historia de España:
Afirmo de la manera más taxativa que no puede comprender bien la Historia de España, desde 1650 hasta hoy, quien no se haya cimentado con rigorosa construcción la historia de las corridas de toros en el sentido estricto del término, no de la fiesta de toros que, más o menos vagamente, ha existido en la Península desde hace tres milenios, sino lo que nosotros actualmente llamamos con ese nombre. La historia de las corridas de toros revela algunos de los secretos más recónditos de la vida nacional española durante casi tres siglos. Y no se trata de vagas apreciaciones, sino que, de otro modo, no se puede definir con precisión la peculiar estructura social de nuestro pueblo durante esos siglos, estructura social que es, en muy importantes órdenes, estrictamente inversa de la normal en las otras naciones de Europa.
Otros intelectuales contemporáneos, como
Enrique Tierno Galván, subrayaron, en abierta contradicción con los del 98, el carácter socialmente pedagógico de la tauromaquia: "
Los toros son el acontecimiento que más ha educado social, e incluso políticamente, al pueblo español". Y abundaba en el refinamiento del gusto artístico que supone para sus aficionados:
El espectador de los toros se está continuamente ejercitando en la apreciación de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto, de lo bello y de lo feo. El que va a los toros es exactamente lo contrario de aquel aficionado a los espectáculos, de quien dice Platón que no tolera que le hablen de la belleza en sí, de la justicia en sí y de otras cosas semejantes. El espectador de los toros no es un mero, un simple aficionado a lo espectacular, ni tampoco exclusivamente un entusiasta de la exaltación embriagadora, es, mejor que todo esto un amante del conjunto del cual, en cuanto acontecimiento, es parte necesaria.
Los toros acontecimiento nacional, E. Tierno Galván
Una larga lista de escritores de varios países ha escrito exaltando el toreo como una parte importante del alma de sus pueblos. Entre los artistas vivos que defienden el toreo se encuentra el peruano
Mario Vargas Llosa y el escultor y pintor colombiano
Fernando Botero.
Las corridas de toros son también una importante actividad económica, que es una fuente de empleos y genera cuantiosos ingresos, principalmente por venta de entradas y derechos de televisión. Los festejos populares que organizan los ayuntamientos, coincidiendo con sus fiestas patronales (o con cualquier otra celebración), generan también un movimiento económico muy importante y moviliza una gran infraestructura (ganaderías, transportes, seguros, médicos y ambulancias, bandas de música, fuegos artificiales, cartelería...): se estima que en los pueblos de España se celebran unas 20.000 celebraciones taurinas al año, y se lidian unas 100.000 reses, lo que supone un gasto de unos 140 millones de euros anuales para que los toros corran por sus calles.
Por último, vale añadir que en Francia las corridas de toros dependen del Ministerio de Cultura, a diferencia de España, en donde dependen del Ministerio del Interior, lo que puede ser indicador de una mayor sensibilidad cultural en Francia con respecto a la tauromaquia.
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