Lo que sí que es cierto, y al César lo que es del César, es que con este juego me lo pasé de puta madre, qué coño.
Verano de 1991. Un mes entero, todas las putas tardes, después de comer se venía un colega con el Micromania de la guía. Yo ya sabía que a las 4 de la tarde estaba allí, así que ponía a cargar el juego a las 15.30.
Él me decía qué hacer, y yo movía al muñeco. Cada puto logro, a pesar de estar siguiendo la guía a pies juntillas, eran gritos y saltos que ríete tú de los niñatos de hoy día cuando quedan últimos en el insulso Fortnite.
Cuando llegamos al espejo, tras una puta semana dando cabezazos por el laberinto, y esa lámpara que se nos gastaba siempre... y pulsamos la Q y la R en el teclado del Amstrad, y el espejo se abrió, joder, lo tengo grabado a fuego.
A las 7, merendábamos, veíamos "Flash" en tve1, y hasta el día siguiente.
MAGIA