Amigos, ando muy preocupada. Estoy viendo cosas que no me gustan un pelo.
Mis padres siempre me enseñaron a tener buena educación, a no llamar la atención, a ser comedida en mis palabras. A entender que aunque alguien te diga o te ofrezca algo, lo hace por cortesía y que no puedes coger el hombro cuando te dan la mano. He ido esta mañana a una joyería y delante de mí había una chica de más o menos mi misma edad. Ha estado exactamente 37 minutos preguntando cosas a la única empleada disponible en ese momento, sabiendo que detrás de ella había gente esperando.
Oiga, ¿y esto cuánto cuesta? ¿Cree que le va a gustar a mi madre? Mire, le enseño una foto de ella. No sé si será de su estilo. ¿Usted qué cree? A ver, mejor vuélvame a enseñar lo de antes. ¿Se lo puede probar usted? Es que mi madre es así de su edad.
Al final me he ido porque aunque no tenía prisa, me parecía estúpido seguir esperando sólo para que me pusieran una pila nueva en el reloj.
En el supermercado, he tenido que esperar más tiempo de lo esperado en la cola porque una señora se ha propuesto limpiar la hucha y ha decidido pagar la cuenta en monedas de 1, 2 y 5 céntimos.
Amigos, ¿dónde queda la vergüenza y el reparo?
Cuando la cajera le estaba diciendo: ''Tranquila, mujer, tómate el tiempo que necesites'', se lo estaba diciendo por CORTESÍA. ¿Tan difícil es de entender que no puedes pararte 5 minutos para pagar?
En los gimnasios es muy fácil ver este tipo de gestos de mala educación. Elípticas y cintas sudadas, hombres chillando, ocupando máquinas con toallas aunque están de cháchara en la otra punta. Pero también hay otra situación en la que la gente se vuelve imbécil: en el transporte público. El otro día, gracias a mis congéneros femeninos, el 8M me quedé tirada en Barcelona por la huelga de trenes. Al intentar subir al metro, que ya venía al 98% lleno, la gente empezó a chillar y a empujar para poder entrar. Sin importar si había embarazas, viejos, niños o discapacitados. Luego colgarán mensajes humanitarios en FB al llegar a casa. Así que yo me quedé sin poder entrar pese a que estaba bastante cerca de las puertas. Y como yo, muchos. Así que la gente empezó a chillar: ''IMBÉCILES, NO EMPUJÉIS, TENER QUE BAJAR ANTES DE SUBIR BLABLA''. Delante de mí había dos mujeres de 30 y largos preguntándose el motivo por el que el metro estaba tardando en llegar más de los 5 minutos habituales.
Tía, ¿pero qué está pasando?
Yo qué sé neni.
¿Pero han dicho algo por la megafonía?
Que había habido un incidente en otra estación.
Seguro que se ha tirado a las vías un imbécil, guapi.
La teoría de
@Häskelärk de ayer me hizo reflexionar y hoy vengo a compartir esto con vosotros. Cada vez pensamos menos sobre nuestras propias incoherencias, hacemos cosas que si viéramos hacer a otro criticaríamos hasta reventar, cubrimos nuestras redes sociales de falsa humanidad pero somos egoístas y rastreros. Llamamos a alguien de usted pero no estamos respetando su tiempo o su trabajo.
Todo mentiras y maldad.
A mí esto no me gusta.