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- 28 Jul 2003
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En vista de que Torbe tanto insiste últimamente en su obsesión por perder peso y seguir dietas extrañas de dudoso resultado, me gustaría hablar un poco de cierto método muy difundido para no cargar el cuerpo con calorías de más…
Cuando en tu familia se da la conjunción de cierto grado de obesidad en algunos de sus miembros, aderezado con una madre obsesionada por los jodidos herbolarios, eso condiciona el ámbito nutricional de tu vida, al menos hasta tu emancipación. ¿Qué ocurre entonces…? Que aunque tú estés flaco como la bicicleta del Induránin y más sanote que un una ladilla en el chichi de La Veneno, tienes que acostumbrarte a la no existencia en tu despensa de dulces, chocolates, helados, surtido de galletas Cuétara, patatas fritas, phoskitos, tigretones y, últimamente, ni salami. Y no hay día que no tengas como primer plato verduras rehogadas de nauseabundo recuerdo (lomabarda, acelgas o brécol cocido) que no logran sino infantilizar tu sentido del gusto y optar por espaguetis, clonquetas o calamares a la romana cada vez que comes en un restaurante.
Sin embargo, lo peor de todo este menú nutritivo y sano hasta la extenuación, fue la incursión, desde hace ya algunos años de su inicialmente tímida implantación hasta su total difusión en nuestros días en el mercado, de los productos sustitutivos light.
Light, ligero, bajo en grasas. Lo mismo mismo, pero que no engorda. En teoría, sin calorías, sin colesterol, sin productos nocivos. En la práctica, sin sabor, sin olor... sin alma, coño.
En un principio sonaba cojonudamente, mire usted; carallo, pan integral light, “total sabor, 0 calorías”, rezaba el paquete. Lo de las cero calorías, es posible que asín fuese, en cuanto a lo del sabor, ¿cómo describirlo? Una mezcla entre serrín mal molido, arena de playa y pipas mascadas por un macaco… total sabor a mierda, en todo caso, a pan nada de nada, ni aunque me jurasen por Esnúpi y la Virgen de los Remiendos que el producto lleva pan en su composición, me lo creería… con decir que se lo di a probar a mi hamster que, por no quedarse sin aperitivo, se merienda a sus propias crías, y después de olerlo salió corriendo por patas…
Las galletitas light parecen hechas para perros carentes de papilas gustativas, son difícilmente digeribles además, en cuanto masticas una es como si tu estómago se resistiese a tragarlas y a la segunda se conforma en tu boca una masilla sólida que se pega al paladar, que como no arrastres con un trago de leche acabará por cementar sobre tu lengua.
Hablando de la leche: la desnatada, es como la normal, pero sin gracia, como si los Martes y Trece salieran al escenario y se pusiesen a comentar la coyuntura económica contemporánea de Papúa-Nueva Guinea… sosaina, sin sustancia, muy tristona.
Los cereales light, tipo Special K… ¿cómo te diría yo…? Si se te acaban los copos y te ves con hambre, rompe el cartón de la caja en trocitos, échalos en el bol de leche y hala majo, ya tienes desayuno. A ver si eres capaz de notar la diferencia. También para el desayuno puedes optar por el muesli ese, casi sin calorías y sano sanísimo: no te hagas muchas ilusiones… ¿recuerdas el hamster del que he hablado anteriormente…? Pues igualico que el pienso que come el bicho, pero sin los altramuces desecados.
Las patatas light: saben a paja ahumada. Deben tener más resíduos químicos que el atolón de Mururoa además, son bajas en grasas pero estoy seguro que altas en elementos cancerígenos, su textura y grosor y ese malsonante crac provocado por sus inexplicables características crujientes, son del todo anormales, yo diría parasubnormales.
El embutido light: no, amiguiños, nada de chorizo light ni jamón serrano rico rico bajo en grasas: lo que han inventado los sádicos científicos del Pavofrío para los que no deban catar estos manjares prohibitivos es un amorfismo de chopped con cientos de geometrías distintas. Chopped circular, chopped triangular, chopped parabólico, chopped con aceitunicas (bajas en grasas), chopped con pimientos (bajos en grasas), chopped con la cara de Miky Maus, chopped de tetilla… pero no os engañéis, coño, chopped al fin y al cabo. Tiene un sabor agradable, pero cuando empiezas a comprobar que en casa todos los sandgüiches se hacen de chopped, a las pizzas con masa light se les pone chopped, los flamenquines se envuelven en chopped y el calabacín al horno se hace con rodajitas de chopped, entonces, amigo, ya la cosa pasa de castaño oscuro y acaba por aparecer el jodido chopped hasta en tus más terribles pesadillas. Y empiezas a observar con insana envidia el sucedáneo de embutido enlatado con el que rellenan el plato de tu perro pastor alemán…
El queso light… ¡¡ése se lleva la palma, chavales…!! Con forma de queso de bola holandés, y un inconfundible sabor a plástico desprovisto totalmente de tendencia gustativa; prueba un trozo y trata de deducir si es dulce, salado, ácido, amargo o agrio… ¡no! Contradiciendo las normas de la física, es como el agua, insípido total; llena la barriga, pero a cambio te invade una depresión interna de no disfrutar de la vida que pá qué contarte.
Y ya para acabar con todo este listado de subproductos del Mercado de los Horrores, el Cola-Cao light: el mayor de los sacrilegios. ¡¿¿Pero hasta dónde hemos llegado…??! Uno de los más grandes placeres de la vida infantil, que yo aún en mi madurez mantenía, era jamparme el ColaCao a palo seco cucharada a cucharada. Tenía el problema de que cuando oías por el pasillo los pasos de tu madre acercándose, te veías obligado a cerrar el bote y tragar a toda prisa, con lo cual, consecuentemente, te entraba una tos felina inmediata por efecto del atragantamiento, y cuando tu madre te preguntaba “¿qué hacías?”, tú le respondías sin aliento “nada nada”, al tiempo que estornudabas nubecillas de color marrón. Se me ocurrió probar un día una cucharada del ColaCao Light y… puag… qué cosa más horrible… debe ser como tragarte una megaperl de esas de detergente concentrado que en principio parecen apetitosas… Encima lo echas en la leche y no deja grumitos, carallo, que era lo mejor que tenía la fólmula original, vertías tres cucharadas soperas de polvillos y lo removías con un cuarto de vuelta, para que flotasen burbujitas compactas de chocolate que daba gusto devorar a modo de sopas… El resto del vaso de ColaCao a partir del primer cuarto ingerido, estaba más blanco que un trasero irlandés, pero amigo… que te quitasen lo bailáo…
Quepassssa dixit
Moitas graciñas a Esojj por su donación inestimable de espasio güép
Cuando en tu familia se da la conjunción de cierto grado de obesidad en algunos de sus miembros, aderezado con una madre obsesionada por los jodidos herbolarios, eso condiciona el ámbito nutricional de tu vida, al menos hasta tu emancipación. ¿Qué ocurre entonces…? Que aunque tú estés flaco como la bicicleta del Induránin y más sanote que un una ladilla en el chichi de La Veneno, tienes que acostumbrarte a la no existencia en tu despensa de dulces, chocolates, helados, surtido de galletas Cuétara, patatas fritas, phoskitos, tigretones y, últimamente, ni salami. Y no hay día que no tengas como primer plato verduras rehogadas de nauseabundo recuerdo (lomabarda, acelgas o brécol cocido) que no logran sino infantilizar tu sentido del gusto y optar por espaguetis, clonquetas o calamares a la romana cada vez que comes en un restaurante.
Sin embargo, lo peor de todo este menú nutritivo y sano hasta la extenuación, fue la incursión, desde hace ya algunos años de su inicialmente tímida implantación hasta su total difusión en nuestros días en el mercado, de los productos sustitutivos light.
Light, ligero, bajo en grasas. Lo mismo mismo, pero que no engorda. En teoría, sin calorías, sin colesterol, sin productos nocivos. En la práctica, sin sabor, sin olor... sin alma, coño.
En un principio sonaba cojonudamente, mire usted; carallo, pan integral light, “total sabor, 0 calorías”, rezaba el paquete. Lo de las cero calorías, es posible que asín fuese, en cuanto a lo del sabor, ¿cómo describirlo? Una mezcla entre serrín mal molido, arena de playa y pipas mascadas por un macaco… total sabor a mierda, en todo caso, a pan nada de nada, ni aunque me jurasen por Esnúpi y la Virgen de los Remiendos que el producto lleva pan en su composición, me lo creería… con decir que se lo di a probar a mi hamster que, por no quedarse sin aperitivo, se merienda a sus propias crías, y después de olerlo salió corriendo por patas…
Las galletitas light parecen hechas para perros carentes de papilas gustativas, son difícilmente digeribles además, en cuanto masticas una es como si tu estómago se resistiese a tragarlas y a la segunda se conforma en tu boca una masilla sólida que se pega al paladar, que como no arrastres con un trago de leche acabará por cementar sobre tu lengua.
Hablando de la leche: la desnatada, es como la normal, pero sin gracia, como si los Martes y Trece salieran al escenario y se pusiesen a comentar la coyuntura económica contemporánea de Papúa-Nueva Guinea… sosaina, sin sustancia, muy tristona.
Los cereales light, tipo Special K… ¿cómo te diría yo…? Si se te acaban los copos y te ves con hambre, rompe el cartón de la caja en trocitos, échalos en el bol de leche y hala majo, ya tienes desayuno. A ver si eres capaz de notar la diferencia. También para el desayuno puedes optar por el muesli ese, casi sin calorías y sano sanísimo: no te hagas muchas ilusiones… ¿recuerdas el hamster del que he hablado anteriormente…? Pues igualico que el pienso que come el bicho, pero sin los altramuces desecados.
Las patatas light: saben a paja ahumada. Deben tener más resíduos químicos que el atolón de Mururoa además, son bajas en grasas pero estoy seguro que altas en elementos cancerígenos, su textura y grosor y ese malsonante crac provocado por sus inexplicables características crujientes, son del todo anormales, yo diría parasubnormales.
El embutido light: no, amiguiños, nada de chorizo light ni jamón serrano rico rico bajo en grasas: lo que han inventado los sádicos científicos del Pavofrío para los que no deban catar estos manjares prohibitivos es un amorfismo de chopped con cientos de geometrías distintas. Chopped circular, chopped triangular, chopped parabólico, chopped con aceitunicas (bajas en grasas), chopped con pimientos (bajos en grasas), chopped con la cara de Miky Maus, chopped de tetilla… pero no os engañéis, coño, chopped al fin y al cabo. Tiene un sabor agradable, pero cuando empiezas a comprobar que en casa todos los sandgüiches se hacen de chopped, a las pizzas con masa light se les pone chopped, los flamenquines se envuelven en chopped y el calabacín al horno se hace con rodajitas de chopped, entonces, amigo, ya la cosa pasa de castaño oscuro y acaba por aparecer el jodido chopped hasta en tus más terribles pesadillas. Y empiezas a observar con insana envidia el sucedáneo de embutido enlatado con el que rellenan el plato de tu perro pastor alemán…
El queso light… ¡¡ése se lleva la palma, chavales…!! Con forma de queso de bola holandés, y un inconfundible sabor a plástico desprovisto totalmente de tendencia gustativa; prueba un trozo y trata de deducir si es dulce, salado, ácido, amargo o agrio… ¡no! Contradiciendo las normas de la física, es como el agua, insípido total; llena la barriga, pero a cambio te invade una depresión interna de no disfrutar de la vida que pá qué contarte.
Y ya para acabar con todo este listado de subproductos del Mercado de los Horrores, el Cola-Cao light: el mayor de los sacrilegios. ¡¿¿Pero hasta dónde hemos llegado…??! Uno de los más grandes placeres de la vida infantil, que yo aún en mi madurez mantenía, era jamparme el ColaCao a palo seco cucharada a cucharada. Tenía el problema de que cuando oías por el pasillo los pasos de tu madre acercándose, te veías obligado a cerrar el bote y tragar a toda prisa, con lo cual, consecuentemente, te entraba una tos felina inmediata por efecto del atragantamiento, y cuando tu madre te preguntaba “¿qué hacías?”, tú le respondías sin aliento “nada nada”, al tiempo que estornudabas nubecillas de color marrón. Se me ocurrió probar un día una cucharada del ColaCao Light y… puag… qué cosa más horrible… debe ser como tragarte una megaperl de esas de detergente concentrado que en principio parecen apetitosas… Encima lo echas en la leche y no deja grumitos, carallo, que era lo mejor que tenía la fólmula original, vertías tres cucharadas soperas de polvillos y lo removías con un cuarto de vuelta, para que flotasen burbujitas compactas de chocolate que daba gusto devorar a modo de sopas… El resto del vaso de ColaCao a partir del primer cuarto ingerido, estaba más blanco que un trasero irlandés, pero amigo… que te quitasen lo bailáo…
Quepassssa dixit
Moitas graciñas a Esojj por su donación inestimable de espasio güép