Rehtse
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Le doy un laic por cantar las verdades del barquero.
Como yonki tratando de no serlo, admito lo egoísta e inútil de la mala elección de evadirse no se sabe muy bien de qué, olvidando lo principal de la vida, que es vivir.
Elige droga, elige resacones con infrahumanos castigos, elige locura con sus miles de torturas (agorafobia, paranoia, miedos, etc), elige la oscuridad, elige degradarte.
Hoy, aún sigo pagando los patos del pasado. Y sé perfectamente que si hubiera seguido eligiendo el camino a Villaruina, hoy no estaría aquí, ganando oro cómodamente tomando cañitas junto al mar.
¿Por qué? Porque la combinación de cabeza poco amueblada y cuerpo dañado e indolente no sirven para coger el toro por los cuernos. Droga siempre igual a ruina, a teletecho, a fracaso laboral, a años perdidos.
No sé, spizo. Perdónese y vuelva al mundo de los vivos.
¿Quién establece lo que es y no es ético? ¿Hasta dónde practicamos las verdades?
Es fijo, no falla. No faltan los palurdos dentro de este foro (y fuera de él) a decirle al chaval "tú te lo has buscado". Siempre hablando de lo que desconocen y juzgando. Se erigen como apóstoles de la moral y sentencian, desde la comodidad de su sillón. Sería cómico si no fuera tan casposo, tan cutre al mismo tiempo. El blablablá de toda la vida. El viejo autoritarismo de siempre, del que no conoce otro camino que el de sus pasos. Y da igual los años que pasen, que no se les cae la venda. Ni entienden, ni entenderán. Como si la insatisfacción no fuera inherente a la condición humana. Esto no lo ven estas mentes "pensantes", de vidas ordenadas y grises, de aquellos que tienen miedo a la experiencia. Ojo, y bendito miedo que te ata a la realidad y a la seguridad, que el que no tiene miedo acaba en la cárcel o peor aún; pero no se puede juzgar tan a la ligera. No se puede ser más palurdo. ¿Qué diferencia hay de los que son adictos a la tv, a internet, a los foros, porno, masturbación, prostitutas, a la comida, al trabajo, al dinero y un largo etcétera? Pero bueno, así son estas almas cándidas. Y a quién le importa, ¿verdad? Como cantaba Raphael: "¿qué nos importa, aquella gente que mira la tierra y no ve más que tierra?
Hace tiempo ya, que me andaba yo con cuidado, cuando llegó el momento en que tienes la suerte de contar con una madre que te engancha de los pelos, de amigas, de familia que te apoya. La suerte que otros no han tenido y han recorrido una senda bien distinta y espinosa. La delgada línea entre acabar bien, o de acabar mal, que muchas veces está fuera de uno mismo. Así de sencillo. Factores externos, que marcan la diferencia. Qué fácil es reirse del yonkazo de turno. Y no estoy haciendo ninguna apología, cuidado, estoy hablando de la aleatoriedad, de lo imprevisible del azar.
Pero el palurdo bienpensante no falta con su frase trillada. Esas sentencias facilonas, que te causa rechazo de la vulgaridad y lo mundano de sus concepciones. Que si yo pago no se qué con mis impuestos, que si yo me levanto a trabajar a no se qué hora. Cómo si los demás no lo hicieran... Cuánta caspa, dios mío. La impronta del catolicismo, y su cosmovisión maniquea, marcada a fuego en la idiosincracia del pueblo español. Criticar, el deporte nacional. Mirar y no hacer nada. Insultar, y no solucionar. La moral católica impregnada hasta el tuétano del último de estos niñatos postmodernos, ya avejentados y aburguesados. Lo que digo siempre, el tuerto riéndose del ciego.