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karinisil
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Se ha generalizado el hecho de asociar pornografía con ser moderno y liberal, y el rechazo a la misma con ser conservador. Esto no es casualidad sino que responde a una estrategia con dos objetivos principalmente: uno de tipo ideológico y otro económico pues la industria pornográfica produce miles de millones de beneficios al año. Interesa, por lo tanto, que la pornografía esté bien vista y que se consuma, y tachar de mojigatos a sus detractores.
El contenido ideológico de la pornografía no viene a ser otro que convertir en fuente de placer la horrible explotación de la mujer por el hombre, del fuerte sobre el débil, legitimando una forma jerárquica de entender la relación entre las personas.
Una existencia humillante solo para dar placer
En la pornografía las mujeres nos convertimos en mercancía disponible para la compra-venta, utilizable y desechable según los deseos del varón que paga. Además hay que decir que la relación entre sexos que aparece en la pornografía es profundamente violento contra las mujeres. La pornografía nos muestra el dominio del hombre sobre la mujer, cuya única razón de existir es ser un objeto para dar placer al hombre.
La mujer que se propone como ideal en la pornografía es la puta, la perra, es decir la que puede ser aprovechada y utilizada como un objeto sin derecho a reclamar nada. Aunque suene denigrante, describe claramente la sexualidad que propone la pornografía; y por encima de ella el amo varón. Como putas, las mujeres que nos muestra la pornografía estarán dispuestas a realizar cualquier acto sexual que el hombre pida, por muy humillante, degradante, asqueroso, antihigiénico o violento que sea, y ellas expresarán alegremente el deseo de ser poseídas por su dueño.
Las "chicas normales" son las amargadas y reprimidas sexuales
La pornografía está especialmente interesada en demostrar que las mujeres en cualquier momento, lugar, situación o estado, vamos a disfrutar con cualquiera de las prácticas sexuales a las que se nos quiera someter, restringiendo además la relación sexual a la imposición de la relación coital.
De esta manera la mujer que en la vida real no accede a las prácticas sexuales con las características anteriormente expuestas, se la tilda de estrecha y puritana, de reprimida, amargada, algo imperdonable para el objeto-bien de consumo que debería ser la mujer moderna en la actualidad.
Parece que no existe el límite para la satisfacción masculina
La pornografía muestra sin pudor comportamientos sexuales que podemos calificar como esclavismo sexual. Establece una jerarquía implacable y clarísima acerca del valor de las personas según su sexo. Incluso la violencia y el sufrimiento físico es representado como un vehículo hacia el placer; el sufrimiento no es sino un elemento de excitación sexual.
Para mantener la novedad y no caer en el aburrimiento por la visión de las mismas prácticas sexuales la pornografía se esmera en introducir nuevos alicientes en forma de mayor violencia verbal, juegos con fluidos corporales, extraños objetos y otras extravagancias. Es decir ya no basta con ponernos medias de red, escote y orejitas de conejo, ahora nos tienen que humillar, violar o hacernos ingerir semen.
Se llega pues a la conclusión que lo que pretende la pornografía es dominar el cuerpo y la mente de mujeres y hombres de manera que asuman como conductas normales aquellas conductas de explotación, uso y abuso de la mujer como objeto para la satisfacción masculina.
El contenido ideológico de la pornografía no viene a ser otro que convertir en fuente de placer la horrible explotación de la mujer por el hombre, del fuerte sobre el débil, legitimando una forma jerárquica de entender la relación entre las personas.
Una existencia humillante solo para dar placer
En la pornografía las mujeres nos convertimos en mercancía disponible para la compra-venta, utilizable y desechable según los deseos del varón que paga. Además hay que decir que la relación entre sexos que aparece en la pornografía es profundamente violento contra las mujeres. La pornografía nos muestra el dominio del hombre sobre la mujer, cuya única razón de existir es ser un objeto para dar placer al hombre.
La mujer que se propone como ideal en la pornografía es la puta, la perra, es decir la que puede ser aprovechada y utilizada como un objeto sin derecho a reclamar nada. Aunque suene denigrante, describe claramente la sexualidad que propone la pornografía; y por encima de ella el amo varón. Como putas, las mujeres que nos muestra la pornografía estarán dispuestas a realizar cualquier acto sexual que el hombre pida, por muy humillante, degradante, asqueroso, antihigiénico o violento que sea, y ellas expresarán alegremente el deseo de ser poseídas por su dueño.
Las "chicas normales" son las amargadas y reprimidas sexuales
La pornografía está especialmente interesada en demostrar que las mujeres en cualquier momento, lugar, situación o estado, vamos a disfrutar con cualquiera de las prácticas sexuales a las que se nos quiera someter, restringiendo además la relación sexual a la imposición de la relación coital.
De esta manera la mujer que en la vida real no accede a las prácticas sexuales con las características anteriormente expuestas, se la tilda de estrecha y puritana, de reprimida, amargada, algo imperdonable para el objeto-bien de consumo que debería ser la mujer moderna en la actualidad.
Parece que no existe el límite para la satisfacción masculina
La pornografía muestra sin pudor comportamientos sexuales que podemos calificar como esclavismo sexual. Establece una jerarquía implacable y clarísima acerca del valor de las personas según su sexo. Incluso la violencia y el sufrimiento físico es representado como un vehículo hacia el placer; el sufrimiento no es sino un elemento de excitación sexual.
Para mantener la novedad y no caer en el aburrimiento por la visión de las mismas prácticas sexuales la pornografía se esmera en introducir nuevos alicientes en forma de mayor violencia verbal, juegos con fluidos corporales, extraños objetos y otras extravagancias. Es decir ya no basta con ponernos medias de red, escote y orejitas de conejo, ahora nos tienen que humillar, violar o hacernos ingerir semen.
Se llega pues a la conclusión que lo que pretende la pornografía es dominar el cuerpo y la mente de mujeres y hombres de manera que asuman como conductas normales aquellas conductas de explotación, uso y abuso de la mujer como objeto para la satisfacción masculina.