Sobre las 2 de la madrugada del viernes, Jon Koppenhaver llegó sin avisar a mi casa de Las Vegas, Nevada, tras haber roto conmigo en mayo y haberse mudado de vuelta a su cada de San Diego. Cuando llegó me encontró a mí y a otro hombre completamente vestido y desarmado en la casa. Sin decir ni una palabra, empezó a golpear a mi amigo; cuando hubo acabado, apartó a mi amigo y se giró hacia mí. Hizo que me desnudara y me obligó a ducharme delante de él, luego me arrastró y me golpeó en la cara. No puedo recordar cuántas veces me golpeó, solo sé las heridas que resultaron de su agresión.
Mis lesiones incluyen 18 huesos rotos alrededor de los ojos, la nariz rota por dos sitios, he perdido algunos dientes y otros varios están rotos. No puedo masticar y no veo por mi ojo izquierdo. Mi pronunciación es casi ininteligible por la inflamación y los dientes perdidos. Tengo una costilla fracturada y el hígado severamente dañado por una patada en el costado. Me duele mucho una pierna y todavía no he podido caminar sin ayuda. También tengo algunas heridas producidas por un cuchillo que cogió de mi cocina y que presionó contra mi mano, mi oreja y mi cabeza, y utilizó para cortarme parte del pelo. Tras algún tiempo, el cuchillo se rompió por el mango y él siguió amenazándome con la hoja. Creí que iba a morir. Me ha pegado otras veces, pero nunca con tanta saña.
Cogió mi teléfono y canceló todos mis planes del fin de semana para asegurarse de que nadie preguntaría por mí. Me dijo que iba a violarme, pero no consiguió que se le pusiera dura. Tras otro golpe o dos, me dejó en el suelo sangrando y temblando, sujetándome el costado por el dolor en mi costilla. Salió de la habitación y entró en la cocina, donde le oí revolver mis cubiertos. Dando por hecho que buscaba un cuchillo más resistente para acabar con mi vida, salí corriendo por la puerta de atrás, cerrándola para que los perros no entrasen y me delatasen. Salté la valla del campo de golf que hay detrás de mi casa y corrí hacia la casa de algún vecino. Desnuda y aterrada de que volviera a atraparme, corrí por el vecindario llamando a todas las puertas. Finalmente alguien abrió y me llevó al hospital para tratarme las heridas.
Me gustaría agradecer a todos los que me están dando su apoyo en estos duros momentos. Me estoy recuperando rápido y bien, y agradezco todas las plegarias y visitas que he recibido estos últimos días. Tras muchos meses de miedo y presión para mantener feliz a este hombre, a pesar de temer por mi vida, creo que no puedo seguir en esta situación. Sus infidelidades casi a diario y sus abusos casi semanales son más de lo que puedo soportar. Ahora mismo hay una recompensa de 10.000 dólares por capturar a Jonathan Koppenhaver. Por favor, informen de cualquier dato a su policía local.
Gracias,
—Christy Mack
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