El independentismo se hunde en Cataluña. Tuvieron su oportunidad, ERC la tuvo, con sus 23 diputados en el Parlament en 2003, y 5 regidores en el ayuntamiento de Barcelona; también hay que recordar aquellos 8 diputados que obtuvo en el Congreso en 2004. No pueden decir que no tuvieron la ocasión de demostrar lo que sabían hacer, porque tuvieron la llave de la gobernabilidad en Barcelona, en Cataluña y fuero socios preferentes de Zapatero en España.
Y lo han hecho tan mal, tan rematadamente mal, tan avariciosamente mal, que lo han ido perdiendo todo. Ayer hubo un cambio histórico en Barcelona, y los socialistas dejarán de gobernar la ciudad después de 32 años. Ganó CiU y Xavier Trias será alcalde. Pero más allá de este hecho sin duda significativo e importante está la tremenda debacle de ERC en todo el territorio catalán y muy simbólicamente en Barcelona, donde se queda con 2 diputados.
Durante los últimos años se ha ido difundiendo la idea de que el sentimiento independentista era mayoritario o casi entre los catalanes. Se ha ido difundiendo la idea de que en caso de celebrarse un referendo por la independencia se podría llegar a ganar. Los resultados de ayer demuestran hasta qué punto esta idea es falsa. Es verdad que muchos independentistas votan a CiU, pero también lo es que, pese a que la federación nacionalista obtuvo en toda Cataluña unos buenos resultados, no llegaron ni se acercaron a ser la mitad del total de los votos.
Como cualquier país estancado, Cataluña se había buscado la excusa de España y de la supuesta anticatalanidad del PP para no tener que hacer nunca autocrítica. Y al final lo que ha pasado es que el gran enemigo de Cataluña no ha sido España, ni el PP, sino los que con su pésima acción de gobierno y sus líderes lamentables nos han hecho perder el tiempo del modo más absurdo.
Cataluña votó ayer catalanismo. Nacionalismo, sí, pero después de que CiU se presentara a las municipales con un nacionalismo de bajo perfil –renunciando a la independencia- y con un candidato que es de lo más tibio y moderado que existe en la política catalana. Y a ello hay que sumarle que el PP fue la tercera fuerza en Barcelona, con 8 regidores.
La lección general es que cuando las cosas se hacen mal siempre fracasas. La lección que ayer nos dejaron las urnas como mínimo en Cataluña y en Barcelona es que cuando no asumes tus responsabilidades y tratas de refugiarte en excusas, acabas arrastrándote por los suelos y perdiéndolo todo.
Y eso sirve para los independentistas, para los indignados, para los parados y para todos aquellos que crean que la culpa de lo que les pasa es de los demás y que ellos son ultrapuros y vírgenes y que nada se les puede exigir. El independentismo se hundió ayer en Barcelona y en Cataluña después de muchos años de haberlo hecho muy mal, fatal.
Y hundirse en la miseria es lo que les espera a todos aquellos que no tomen las riendas de su destino, que crean que el enemigo está fuera de ellos mismos, y que no trabajen muy duro para hacer algo que tenga provecho y sentido.