Con motivo de la muerte de Florian Schneider me ha dado por repasar la discografía de Kraftwerk, y de paso me he leído el libro de Wolfgang Flür,
I was a robot.
Ya sabía a lo que iba, así que no me ha defraudado. Hubiera preferido más detalles técnicos sobre el proceso de grabación y los equipos en el Kling Klang Studio y en directo, pero bueno, menos da una piedra. Todo el libro está empapado del rencor de Wolfgang hacia Ralf y Florian. Parece que le costó asumir que Kraftwerk eran ellos dos. Cuando Wolfgang se incorporó, Kraftwerk ya había publicado tres álbumes, aunque sin el éxito que alcanzarían después. Está claro que su período más brillante coincide con la época de la formación clásica: Ralf, Florian, Wolfgang y Karl. Cuando la tecnología avanzó lo bastante, en particular los secuenciadores, su papel como percusionista dentro del grupo fue cada vez más marginal, hasta que se hartó y se fue. Mientras tanto, los miembros fundadores estaban más interesados en el ciclismo que en la música, y pasaron años sin publicar nada ni salir de gira.
En los primeros capítulos habla de su infancia y adolescencia, y de sus primeros pinitos en bandas de rock y blues, hasta que entró en contacto con Ralf y Florian. Después de su salida de Krafwerk pasó un tiempo desconectado de la música hasta que a mediados de los 90 regresó bajo el nombre de Yamo. Es honesto y reconoce que las memorias son una herramienta de promoción para ese proyecto, al que dedica demasiadas páginas para mi gusto. El problema vino con la publicación del libro en su primera edición en alemán. A Ralf y Florian no les hizo mucha gracia que Wolfgang contara según qué cosas, así que lo demandaron e hicieron todo lo posible para retirarlo del mercado. Yo he leído la edición en inglés, expurgada, pero con algunos capítulos añadidos dedicados al litigio. La verdad es que no se entiende el mosqueo de los fundadores, a no ser que pretendieran mantener el secretismo y el aura de misterio. Está claro que eran personas, y hay algunas anécdotas graciosas, sobre todo durante las giras, pero tampoco es que fueran los reyes de la fiesta y la perversión. Lo más escandaloso puede que sea un episodio sexual del propio Wolfgang con una groupie menor de edad, que cuenta en plan romántico sin ningún pudor, pero que hoy seguro que le hubiera causado problemas.
Karl Bartos sacó hace poco sus propias memorias, pero que yo sepa no han sido traducidas ni siquiera al inglés. Con Schneider muerto y Ralf todavía explotando el legado del grupo y sin ganas de hablar de más, el libro de Wolfgang es el único testimonio de primera mano sobre la banda. Hay edición en castellano.