El señor Inclito alza la voz en defensa de los pagafantas. Uno no siempre puede decidir lo que es y cuales son sus oportunidades. A veces no queda más opción que agachar la cabeza, admitir la derrota y buscar la manera más digna de manejarse en la vida en la búsqueda del coño imposible. No es fácil, ni siquiera posible, elegir una postura ante el cortejo, pues miles de años de evolución, de hábitos y costumbres, no van a cambiar ahora porque nos de por recuperar el honor mancillado. La rueda de la vida gira en un sentido muy claro: en el sexo ellas mandan y ponen las condiciones. Esto es así siempre y para todos. Que hablen las foreras y nos cuenten lo divertido que es tener una jauria de perrillos falderos a su vera. Luego podemos hablar de los machos alfa, de los gusiluz y de aquella noche en la que autobus de modelos suecas me violaron y me dieron 6000 euros por los servicios prestados.
La realidad, más alla del foro y de los personajes que interpretamos, es categórica. Si quieres meterla, coge el pico y la pala y déjate los riñones dándole duro, ya muerda el sol o te ahogue la lluvia. Si tienes suerte, eres constante y has aprendido de tus errores, tal vez enguajes tu lengua con el sagrado licor del flujo vaginal.
Siempre estarán los elegidos por los dioses, a los que un físico irrebatible, un labia diabolica o una cartera abultada, les faciliten las cosa y les permitan el lujo de caminar un escalon por encima del resto pero dos debajo del mujerio. Pero hay una inmensa manada de seres que por infinitas inseguridades, por limitaciones físicas o mentales o por simple pánico, no pueden jugar a ser unos rompebragas inflexibles, antes pajeros que perder su dignidad. Porque para estas multitudes pagafantas, las pajas no bastan, señores, su bragueta rabiosa e insatisfecha les pide coño y se lo pide ya, sin importar el como, sino el cuando. Es muy fácil hablar de dignidad con el estómago lleno y el rabo abastecido, pero para una inmensa mayoría esto no es asi, y se muerden las manos de deseperacion y rabia esperando su OPORTUNIDAD.
No defiendo la esencia misma del pagafantas, pero si la comprendo y la respeto, incluso la considero muy válida si parte del convencimiento de que una vez superados los obstaculos y recuperada la confianza, se tiene intención de abandonarla. Es un medio para un fin, y señores, en este caso, y durante miles de años y millones de hombres, el fin justifica los medios. Renunciar al coño es una opción mucho menos respetable