vincenzolaguardia
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Aquí os pongo el artículo de Angel Vence que realmente da en el clavo....y me voy al bar!
Primero intentaron quitarles el tabaco, luego el alcohol y si esto sigue así no tardarán en dejarlos sin tragaperras y sin clientes. Una vasta conspiración urdida por el Gobierno está a punto de acabar con el noble gremio de bares y tabernas del país. Felizmente, los propietarios de establecimientos de bebidas han reaccionado con gallardía a la intimidación gubernamental. Más de un 85% de los bares de Galicia y hasta un 95% de los existentes en el bravo País Vasco optaron por mantener una liberal permisividad con el tabaco, ofreciendo refugio en sus locales a los desamparados fumadores.
Al igual que los perseguidos por la Justicia se acogían otrora a sagrado en las iglesias, son ahora los templos del dios Baco -bares y tabernas- los que dan cuartelillo a las gentes de la fumeta acosadas por Sanidad. De seguro que el Gobierno no contaba con este soberbio movimiento de resistencia que tal vez esté abriendo un nuevo frente de desgaste electoral para los puritanos mandamases españoles.
Por si no tuviese bastante con las manifestaciones de obispos a golpe de hisopo, el presidente Rodríguez Zapatero puede encontrarse ahora con una movilización general de los dueños de bares contra su política. Y ya se sabe que los bares suelen estar mucho más concurridos de parroquianos que las iglesias. Esto pasa, dirán los misóginos, por tener a tantas mujeres en el Consejo de Ministros. Conocida es la aversión de las señoras a la antigua por los bares: esos centros de perdición en los que los maridos gastan las horas que debieran dedicar a la familia en inacabables tertulias y partidas con los amigotes.
Casualidad o no, la virtuosa cruzada contra el tabaco y la que ya se anuncia contra el alcohol tienen su origen en la parte femenina del Gobierno. El primer intento de bajarles los humos ha topado con la masiva resistencia de los bares; pero esta es sólo la primera batalla de lo que se anuncia como una larga guerra contra el vicio.Pronto nos abrumará la propaganda oficial con estadísticas en las que se demuestra palmariamente que España -y no digamos ya Galicia- es el país con mayor número de bares, pubs y abrevaderos de alcohol por kilómetro cuadrado de toda Europa.
Después insistirán las autoridades en que esa situación no se puede sostener por razones de salud pública, y finalmente -con la opinión popular ya bien ablandada-, no quedará más que promulgar la correspondiente ley. Seca, naturalmente.Muy lejos de esa idea reaccionaria típica de las brigadas contra el vicio, lo cierto es que los bares son centros de reunión que rinden muy valiosos servicios a la causa de la sociabilidad y la tolerancia. Por una módica cantidad de dinero, cualquier ciudadano puede relacionarse con otros para arreglar los problemas del mundo alrededor de unos vinos con guarnición de tapas. En los bares se forjan amistades, se juega, se intercambian ideas y hasta se urden novedosas tácticas futbolísticas que jamás se le hubieran ocurrido al más sabio de los entrenadores.
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No es de extrañar que en un ágora de este tipo -una taberna de la época- fuese redactada hace ya más de dos siglos la Constitución norteamericana que todavía hoy sigue gobernando el mundo. Quiere decirse, en fin, que la bebida es sólo una parte -y ni siquiera la más significativa- de la variadísima oferta de ocio con la que estos locales contribuyen al equilibrio social. Fácilmente se deduce de todo ello que los bares son instituciones cívicas de primer orden que cualquier Gobierno debiera respetar, en lugar de acosarlos bajo torpes pretextos de higiene pública. De momento, sus propietarios van resistiendo al irrefrenable ansia gubernamental de controlarlo todo; pero no es seguro que puedan hacer frente durante mucho tiempo al poderoso aparato del Estado. Por si sí o por si no, vayan los lectores apurando sus cañas. Pueden ser las últimas.