ANESVAD
Aún recuerdo cómo los anuncios publicitarios de esta oenegé, emitidos hace algunos años por la televisión, me llenaban de desasosiego y me generaban angustia y culpabilidad. En ellos se veían campos de leprosos miserables, llagados por la enfermedad hasta límites horripilantes. En medio de tanta miseria, un hombre occidental de mediana edad y con aspecto de explorador o de misionero laico, apremiaba con desesperación a los telespectadores para que contribuyéramos con nuestro dinero en aquella obra misional a la que él parecía haber consagrado su vida, y por la que a todas luces parecía sentirse desbordado. Más que solicitar ayuda nos la exigía, como si todo aquel espectáculo de la peor de las miserias humanas fuera culpa y responsabilidad de todos los que en nuestras casas veíamos la televisión confortablemente.
Nunca me he fiado de los mendigos que hacen alarde de sus miserias. Tras de la exhibición de llagas y muñones me ha parecido ver siempre un fondo de teatralidad esperpéntica que me produce recelo y desconfianza. Su falta absoluta de pudor y de dignidad me generan sentimientos de rechazo más que de piedad, aunque tampoco por ello puedo evitar sentirme culpable. Pero a estas alturas de la vida sé que la culpabilidad, tan presente en el mundo cristiano, no es buena consejera.
De vez en cuando he recibido misivas y folletos publicitarios de esta misma oenegé, sobre todo en fechas próximas a la navidad, en los que con imágenes y palabras parecidas a los usados en los anuncios de la televisión, seguían apremiándome con gran vehemencia para que contribuyera de una vez a su proyecto humanitario. A punto estuve en más de una ocasión de ingresar dinero en la cuenta corriente que me facilitaban, mas al fin acabó siempre por imponerse mi desconfianza, aunque al precio de tener que cargar con una dosis de culpabilidad que me ha atormentado cada vez que he vuelto a ver las siglas de tal organización: ANESVAD.
Hoy me entero por la prensa que el presidente de esta oenegé ha sido detenido por estafa. Mis recelos estaban bien fundamentados. Fin de una pesadilla. Veremos a ver en qué consiste la próxima.