Creo que uno de los grandes males de este tiempo consiste, en que Internet dé voz hasta al tonto del pueblo. También es cierto que mentes brillantes han emergido desde la mierda para ofrecer en pos de muchos de su talento, pero en época de estupidez campante y suprema, los tontos del pueblo y su acceso privilegiado a escapar de la anonimidad, en ocasiones, mas allá de toda mofa resultante, pueden llegar a resultar hasta creíbles por otros correligionarios. E incluso quien sabe si algunos de estos, convencidos de lo suyo, pudieran resultar ser una amenaza al
status quo. Pero por norma general, predominan los idiotas que lastran a otros símiles y de limitadas entendederas. Sumad a eso la variada oferta de conspiración de la Hinternec y obtendremos reductos lolescos que vagan con su repertorio particular de estupidez, como enviados del cielo, desvariando a base de barrabasadas sin fin.
Hace no mucho, uno de los citados me vino con la cantinela de los huevos.
«¡No hay que comer huevos por dos cosas!».
Sabía de antemano que no estaba muy centrado con la mera lógica, y que contradecirle podía resultar contraproducente. Al preguntarle con tono y pose de Iker Jimenez escuchando al coronel Baños,...
(Iker Jiménez en modo escucha o modo monitor).
«Tienen unas hornonas nativas y propias de los pollos que inducen al lesbianisno y la mariconería, eso lo he leído YO»
Impactante, ¿y la otra?
«Son fetos de gallina.. ¿te comerías un feto de persona? ¿te gustaría que una gallina picotease un feto de persona? ¿ehhh!?»
Lo sorprendente es que hasta el tono que empleaba era el del más recio docente catedralicio. Una completa homilía digna del más reaccionario de otro tiempo.
«Os voy a dar yo mística sacerdotal hasta que excretéis efluvios anales sanguinolentos»