Hoy he ido a la gran ciudad. Hasta Móstoles con la c-15 y aluego en metro. Bien todo hasta que he tenido que hacer el primer transbordo en Puerta del Sur. Su puta madre, otra vez hay que sacar billete, primero no encontraba la puta estación donde tenía que ir, porque resulta que había que sacarlo en la puta máquina de al lado. Indispues no entraban los putos billestes de 20, joder, no entraban, la raja era diminuta. Yo iba preparado con mi fajo de billetes como un ganadero a una feria regional. Menos mal que una señorita de allí se ha percatado de que había un paleto acaparando la máquina de billetes y a establecido contacto visual conmigo. Se ha apiadado de mi alma y me ha sacado ella el billete porque yo no sabía ni por donde me andaba. Que esa es otra, macho, que gente más rara en la ciudad. Son como zombis, no se miran unos a otros, bueno, los tíos sí miran a las zagalas con ojos golosones. Pero el resto de la gente deambula como fantasmas. He visto caras raras, de otras razas, gente hablando idiomas y jergas exóticas. Mucha lorealista moviéndose como modelos en pasarela.
Se me ha puesto delante una en el metro, no era ni fea ni guapa, pero llevaba la ropa ajustada y no podía dejar de mirarla. Pues la muy zorra se ha cambiado a otro asiento a 3 m de mí. Ya hay que ser hija de puta, eh.
Un notas pidiendo un euro por dos paquetes de pañuelos más la voluntad. Solo dos perroflautas pijas le han dado dinero. Todo esto en el subsuelo de la ciudad.
Bueno, nada más salir de la boca me he desorientado con tanta gente y tanto coche y tanta hostia, así que he preguntado por una calle a una señora y resulta que estaba en la calle por la que preguntaba. Los de pueblo no podemos ir a la gran urbe porque cada vez que abrimos la boca es para hacer el ridi.