A mí que existan personajes así, pues qué queréis que os diga, me gusta. Mañana muere Messi y no hay duelo nacional, ni luto, ni controversia, ni nada. La noticia, el oh qué pena, los homenajes y se acabó. Como cuando se murió Kobe Bryant. Comparad ambas cosas, ambas repercusiones, ambas reacciones.
Al final es el personaje, el carácter, lo que hace que uno trascienda el deporte y sus méritos en él conseguidos y el otro no. Hay que ser excesivo, superlativo, bandarra, exagerado. Hay que dejar una ristra de declaraciones polémicas, de espantás, de enemigos, de hijos putativos, de mujeres despechadas tras de ti. Hay que enardecer a toda una hinchada, a una ciudad, a todo un país, hay que conseguir que sea tu cara la que impriman en pancartas, hay que convertir tu silueta en un icono y aparecer al día siguiente saludando en un balcón con un Cohiba en la boca. Hay que ser futbolista, profeta, iluminado, bocazas, pichabrava, pendenciero y atorrante y ponerse el mundo por montera, hacer y decir lo que se te ponga en los huevos y que tu nombre de pila baste para que a tu muerte se pueda decir todo lo que se está diciendo. Por eso, a mí que existan personajes así, pues qué queréis que os diga, me gusta.