Maradona deja la droja definitivamente

  • Iniciador del tema Iniciador del tema Lebrom
  • Fecha de inicio Fecha de inicio
Veo por aqui mucho especialista en Maradona. Pero yo si me lo crucé en un bar al lado de Segovia, le tiré sin querer el carajillo y ni se enfadó, un tio muy cercano.
 
Cierto es que ganó dos veces el scudetto, batiendo al mismísimo Milan de Sacchi (que le pregunten al Madrid lo que era ser zarandeado como un muñeco de trapo por el Milan de Sacchi), cierto es que el mundial lo ganó en el momento que lo ganó. Que todos sus éxitos además fueron en una época en la que se repartía mucha estopa y no se protegía al futbolista... Cuando fue el mejor fue el putísimo mejor.

Pero yo sigo pensando que tiene mucho de sobrevaloración, algo muy de los argentinos. Su reinado fue corto, su legado escaso. Si coges a CR o Messi llevan siendo los mejores ¿12 años? Es una barbaridad, Pelé ganó su primer mundial con 17 y el último con 30, cuando jugar un mundial era muucho más complicado porque había menos equipos. Sé que son comparaciones que no llevan a ninguna parte, pero creo que para ser el mejor de la historia tienes que haber tenido un verdadero reinado, Maradona, el verdadero y gigantesco Maradona fueron 4 años, 5 si me apuras.

Otra cosa es ser un símbolo, o un personaje que trasciende lo que realmente has hecho. Ahí no digo nada; pero insisto en que es también producto de la tendencia de los argentinos a ser más pesados que nadie.
 
Hombre, comparar los equipos donde han jugado Messi o CR con el que capitaneaba Maradona, genera un poco de inconsitencia a tu argumento. Dicho lo cual, de acuerdo totalmente a que ha sido mas mito o leyenda que otra cosa. Es parte de la cultura popular, como las camisetas del Che Guevara o la fiebre ochentera.

Por cierto, cada vez que veo la siguiente frase me entran sarpullidos y se me activa el botoncito rojo de detector de subnormales:

"No me importa lo que hicistes con tu vida, sino lo que aportastes a la mía gñeeeeee".
 
Última edición:
La diferencia es que antes había hombres. Se vestían por los pies, y vivían su vida de acuerdo a sus principios. Así lloviera, así escampara. O te llevaran derechito a un pelotón de fusilamiento. Así era.

Ahora hay productos. Nada se sale de ese guión so pena de perder contratos, ser ignorado por la industria que sea, tal vez. Lo primero es tener talento, después alinearse con el pensamiento. Sea hipócrita o no. Sea justo o no. Y luego ya a cobrar el cheque.

En el vídeo de la AFA lo dicen muy bien. Lo de que les dió ánimo después de una guerra. Ahí se echó un país a la espalda, el drogadicto. Pero era un hombre, y ya no hay de esos por la tele.

DEP.
 
Última edición:
Cierto es que ganó dos veces el scudetto, batiendo al mismísimo Milan de Sacchi (que le pregunten al Madrid lo que era ser zarandeado como un muñeco de trapo por el Milan de Sacchi), cierto es que el mundial lo ganó en el momento que lo ganó. Que todos sus éxitos además fueron en una época en la que se repartía mucha estopa y no se protegía al futbolista... Cuando fue el mejor fue el putísimo mejor.

Pero yo sigo pensando que tiene mucho de sobrevaloración, algo muy de los argentinos. Su reinado fue corto, su legado escaso. Si coges a CR o Messi llevan siendo los mejores ¿12 años? Es una barbaridad, Pelé ganó su primer mundial con 17 y el último con 30, cuando jugar un mundial era muucho más complicado porque había menos equipos. Sé que son comparaciones que no llevan a ninguna parte, pero creo que para ser el mejor de la historia tienes que haber tenido un verdadero reinado, Maradona, el verdadero y gigantesco Maradona fueron 4 años, 5 si me apuras.

Otra cosa es ser un símbolo, o un personaje que trasciende lo que realmente has hecho. Ahí no digo nada; pero insisto en que es también producto de la tendencia de los argentinos a ser más pesados que nadie.

En esos 4 años hizo más que otros en 40. El Jimi Hendrix del fúrgol. Brishó como una supernova y se apagó rápido. Las dronjas, el trasnochar, el no entrenar, el que le entraran a matar, los marcajes de 3 y hasta 4, las putas, los hospitales, las malas juntas y el ponerse verracón mermaron un poco su capacidad de ridiculizar al equipo contrario, pero eso, más que restarle, le suma. Sólo recuerdo un jugador que se le acercase, aunque a varios kilómetros: Romario.
 
Todo lo que le he visto a Messi se lo he visto antes a Maradona, pero muchas cosas de Maradona no las tiene Messi en su repertorio. Por lo demás, imposible comparar carreras, por equipos y modo de entender el fútbol.

Habría ganado Messi 2 ligas con el Sevilla saliendo de fiesta de domingo a miércoles?, Todos sabemos la respuesta.

Solo he visto a un jugador que pudiese decir, dámela donde quieras que yo hago todo, el primer Ronaldo, aunque era mas físico que tecnico y no tiraba faltas ni tenía esa calidad.
 
Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.
 
Que no pongo en duda que fuera un icono, lo que vengo a decir es que los últimos 15 años de su vida han sobrado, han sido un desperdicio, solo han aportado a los suyos vergüenza, dolor y sufrimiento y de haber vivido 15 años más habría sido lo mismo o peor, y que por eso bien muerto está.

Sus últimos 15 años han sido los últimos 20-30 de algunos de por aquí. Uno di noi.
 
"Me gusta ser Diego, Pelusa, Maradona, HÍJO DE PUTA, bueno, normal, ignorante, me gusta ser como soy".

Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.
 
Personalidad, carisma, es lo que tenía Maradona.
Le sacó un rédito inmenso a lo único bueno que tenía: una zurda prodigiosa, pero nada más.
Yo le ví partidos en que parecía que no estaba, que no rascaba bola. Imaginad jugar contra una defensa formada por Clemente, Arteche, Ruiz y Tomás. Cualquiera de los 4 te mandaba al hospital y ni se inmutaba, era casi su obligación.
Pero nada, dos arrancadas, dos periodos de juego de apenas 30 segundos, gol y asistencia. Volvías con un 2-0.
No jugabas contra el Barca, contra el Nápoles, contra Argentina, jugabas contra él. Lo sabía todo el mundo, Maradona también lo sabía, lo explotaba muy bien.
Fuera fue una cabra, un rebaño de cabras tenía por cerebro, en el campo fue el mejor. Dejaos de Messi ó de Penaldo, esos son un par de damiselas amariconadas que no le llegarían a la suela del borceguí.
 

Insuperable la despedida que le brinda el diario Clarín, sin firma:

Una historia sin igual

Y un día ocurrió. Un impacto mundial. Una noticia que marca una bisagra en la historia. La sentencia que varias veces se escribió pero había sido gambeteada por el destino ahora es parte de la triste realidad: murió Diego Armando Maradona.
Villa Fiorito fue el punto de partida. Y desde allí, desde ese rincón postergado de la zona sur del Conurbano bonaerense se explican muchos de los condimentos que tuvo el combo con el que convivió Maradona.

Una vida televisada desde aquel primer mensaje a cámara en un potrero en el que un nene decía soñar con jugar en la Selección. Un salto al vacío sin paracaídas. Una montaña rusa constante con subidas empinadas y caídas abruptas.

Nadie le dio a Diego las reglas del juego. Nadie le dio a su entorno (un concepto tan naturalizado como abstracto y cambiante a la lo largo de su vida) el manual de instrucciones. Nadie tuvo el joystick para poder manejar los destinos de un hombre que con los mismos pies que pisaba el barro alcanzó a tocar el cielo.

Quizá su mayor coherencia haya sido la de ser auténtico en sus contradicciones. La de no dejar de ser Maradona ni cuando ni siquiera él podía aguantarse. La de abrir su vida de par en par y en esa caja de sorpresas ir desnudando gran parte de la idiosincrasia argentina. Maradona es los dos espejos: aquel en el que resulta placentero mirarnos y el otro, el que nos avergüenza.

A diferencia del común de los mortales, Diego nunca pudo ocultar ninguno de los espejos.

Es el Cebollita que solo tenía un pantalón de corderoy y es el hombre de las camisas brillantes y la colección de relojes lujosos. Es el que le hace cuatro goles a un arquero que intenta desafiarlo y al mismo tiempo el entrenador que intenta chicanear a los alemanes y termina humillado. Es el que se va bañado de gloria del estadio Azteca y el que sale de la mano de una enfermera en Estados Unidos.

Es el que arenga, el que agita, el que levanta, el que motiva. El que tomaba un avión desde cualquier punto del mundo para venir a jugar con la camiseta de la Selección. El del mechón rubio y el que estaciona el camión Scania en un country. Es el gordo que pasa el tiempo jugando al golf en Cuba y el flaco de La Noche del Diez. El que vuelve de la muerte en Punta del Este.

Es el novio de Claudia y es también el hombre acusado de violencia de género. Es el adicto en constante lucha. El que canta un tango y baila cumbia. El que se planta ante la FIFA o le dice al Papa que venda el oro del Vaticano. El que fue reconociendo hijos como quien trata de emparchar agujeros de su vida.

Un icono del neoliberalismo noventoso y el que se subió a un tren para ponerse cara a cara contra Bush y ser bandera del progresismo latinoamericano. Es cada tatuaje que tiene en su piel, el Che, Dalma, Gianinna, Fidel, Benja… Es el hombre que abraza a la Copa del Mundo, el que putea cuando los italianos insultan nuestro himno y el que le saca una sonrisa a los héroes de Malvinas con un partido digno de una ficción, una pieza de literatura, una obra de arte.

Porque si hubiera que elegir un solo partido sería ese. Porque no existió ni existirá un tramo de la vida más maradoneano que esos cuatro minutos que transcurrieron entre los dos goles que hizo el 22 de junio de 1986 contra los ingleses. El mejor resumen de su vida, de su estilo, de lo que fue capaz de crear. Pintó su obra cumbre en el mejor marco posible. Le dijo al mundo quién es Diego Armando Maradona. El tramposo y el mágico, el que es capaz de engañar a todos y sacar una mano pícara y el que enseguida se supera con la partitura de todos los tiempos.

Barrilete cósmico. Y la pelota no se mancha. Y las piernas cortadas. Y que la sigan chupando. Y la tortuga que se escapa. Y el jarrón en el departamento de Caballito, el rifle de aire comprimido contra la prensa, la Ferrari negra que descartó porque no tenía estéreo, la mafia napolitana y toda una ciudad que elige vivir en pausa, rendida a su Dios. Es el de las canciones, el de los documentales a carne viva y las biografías siempre desactualizadas. El que levanta el teléfono y llama cuando menos lo esperás y más lo necesitás. El que jugó partidos a beneficio sin que nadie se enterara. El que pasa del amor al odio con Cyterszpiler, con Coppola o con Morla. El que siempre vuelve a sus orígenes y le presta más atención a los que menos tienen.

Es el abuelo baboso y el papá inabordable.
Es antes que todo y por sobre todas las cosas el hijo de Doña Tota y de Don Diego.
Y Maradona es en presente pese a que de los que mueren haya que escribir en pasado. Es el que en Dubai se codeaba con jeques y contratos millonarios y el que en Culiacán y con 40 grados a la sombra pedía un guiso a domicilio. El que internaron en un neuropsiquiátrico. El que pudo dejar la cocaína. El que hizo jueguitos en Harvard. Es el que como entrenador de Gimnasia vivió un postergado homenaje del fútbol argentino. Aquel que había dirigido a Racing y a Mandiyú no era este último Diego de las rodillas chuecas, las palabras estiradas y las emociones brotando sin filtro.

Es también Maradona el hombre que se fue apagando. Se resquebrajó su cuerpo y empezó a sacar a la luz tantos años de castigo físico, de desbordes, de excesos, de patadas, de infiltraciones, de viajes, de adicciones, de subibajas con su peso, de andar por los extremos sin red de contención.

Y el alma se fue apagando al compás del cuerpo. En el último tiempo ya no quería ser Maradona y ya no podía ser un hombre normal. Ya nada lo motivaba. Ya no servía el paliativo de los antidepresivos ni las pastillas para dormir. Y la combinación con alcohol aceleraba la cinta. Cada vez menos cosas encendían su motor: ni el dinero, ni la fama, ni el trabajo, ni los amigos, ni la familia, ni las mujeres, ni el fútbol. Perdió su propio joystick. Y perdió el juego.

Lo llora Fiorito, escenografía inicial de esta historia de película y pieza fundacional para comprender al personaje. Lo lloran los Cebollitas donde se animó a soñar en grande. Lo llora Argentinos Juniors donde no solo es nombre del estadio sino el mejor ejemplar de un molde que genera orgullo. Lo llora Boca y toda la pasión que unió a un vínculo que fue mutando pero conservó el amor genuino. Lo llora Nápoles, su altar maravilloso en el que con una pelota cambió la vida de una ciudad para siempre. Lo lloran también Sevilla, Barcelona y Newell’s, que infla el pecho por haberlo cobijado.

Y lo llora la Selección porque nadie defendió los colores celeste y blanco como él. En definitiva, lo llora el país entero y el mundo.

Entre tantas cosas que hizo en su vida, Maradona hizo una particularmente exótica: se entrevistó a sí mismo. El Diego de saco le preguntó al de remera de qué se arrepentía. “De no haber disfrutado del crecimiento de las nenas, de haber faltado a fiestas de las nenas… Me arrepiento de haber hecho sufrir a mi vieja, mi viejo, mis hermanos, a los que me quieren. No haber podido dar el 100 por ciento en el fútbol porque yo con la cocaína daba ventajas. Yo no saqué ventaja, yo di ventaja”, se contestó en una sesión de terapia con 40 puntos de rating.

En ese mismo montaje realizado en 2005 en su programa “La noche del Diez”, el Diego de traje le propuso al de remera que deje unas palabras para cuando a Diego le llegue el día de su muerte. “Uhh, ¿qué le diría?”, piensa. Y define: “Gracias por haber jugado al fútbol, gracias por haber jugado al fútbol, porque es el deporte que me dio más alegría, más libertad, es como tocar el cielo con las manos. Gracias a la pelota. Sí, pondría una lápida que diga: gracias a la pelota”.


 
Argentina es un país enfermo, esclerótico, cancerígeno. Un país que idolatra hasta la locura a un jugador de fútbol pendenciero, drogata, y venido a menos es un país muerto. Pero bueno, un país que sigue idolatrando al peronismo cuando llevan décadas hundidos hasta el fango de la miseria, la corrupción y la nadería...

Conviene recalcar que Maradona era pobre y se hizo rico sin mancharse con la corrupción. Algo único en la Argentina y raíz de que lo idolatren. Fue la esperanza de un mundo mejor, la posibilidad de llegar al cielo a pesar de haber nacido en el barro.
 
No sé a quién prefiero, si a los cuñaos que vienen a recordar que se endrojaba dronja y era rojo o los activistas de redes sociales que aprovechan que se ha muerto para decir que era un machista, homófobo, gordófobo, maradonófobo.
 
Última edición:
¿Sabemos ya si lo entierran, lo queman o lo hacen trocitos y los venden como recuerdo?
 
No sé a quién prefiero, si a los cuñaos que vienen a recordar que se endrojaba dronja y era rojo o los activistas de redes sociales que aprovechan que se ha muerto para decir que era un machista, homófobo, gordófobo, maradonófobo.

Tú estás en un plano superior a todos ellos, mirando a los astros, desde donde el Diego te guiña un ojo.
 
¿Estáis viendo al pueblo argentino en plena despedida?

Parecen extras de una peli distópica en la que el mundo se ha ido a la puta.

Es innegable que Argentina es un shithole con calidat certificada.
 
Lea bien, que digo claramente que se repartía mucha estopa.

Y no digo que CR o Mechi sean mejores, digo que el reinado de Maradona es corto para considerarlo el mejor de la historia. Eso por no hablar de que en Copa de Europa hizo entre poco y nada.

Por cierto, el propio Maradona decía que el mejor que ha habido ha sido el Mágico González.

Eso por supuesto teniendo en cuenta que hablar del mejor en un deporte de equipo... ¿Era el mejor lateral derecho? ¿Era el mejor portero?

Lo leí con atención. Decía que no lo tomaba en consideración porque no es que se diera mucha estopa, así en general. Lo que yo decía es que, comparativamente, es incluso mucho más llamativa la diferencia y eso en el fútbol es un mundo.
 
¿Estáis viendo al pueblo argentino en plena despedida?

Parecen extras de una peli distópica en la que el mundo se ha ido a la puta.

Es innegable que Argentina es un shithole con calidat certificada.
Me encanta ver shorar a chavales y chavalas de 12 años que lo único que han podido ver de Maradona es a un señor gordo pasado por la droga.
Puedo entender que un ultra del Napoles que viviera cómo el mejor de su época iba a un equipo y una ciudad casi africana y se lo echara encima esté tristón. Pero lo de los chavales es un postureo que no soporto.

Los borregos necesitan alguna mierda en la que creer.
 
Friends will be friends naninoninona naninonanonanonano...

Ens161JWMAArEh8
 
Atrás
Arriba Pie