Hace unos años iba a un gimnasio en el que hacían clases de kárate para niños y adolescentes y nunca me crucé con ninguno de ellos en los vestuarios, aunque tampoco es descartable que puedan coincidir personas adultas con menores.
Respecto a los maricones en los gimnasios recuerdo a un par con los que coincidía en horario de tarde, ya sabéis que a los sarasas lo de madrugar no va con ellos. Y respecto a esculpir un cuerpo hercúleo, aunque a ciertos niveles también implique pérdidas ingentes de aceite, pues tampoco era algo que se les diera bien. Estos eran mariquitas típicos, los que cumplen con el patrón del mascaculos clásico, con ropa chillona, amanerados y con esa vertiente charil tan característica, y venían, básicamente, a hablar con las marujas revenidas, que estaban más rato tomando cafés y pastitas en la barra del bar del gimnasio que otra cosa.
La conexión entre julais y gusto por los niños tampoco es nada nuevo, recuérdense para ello el polémico caso de NAMBLA, que bajo el proselitismo de la pedofilia, estuvo formando parte de la Internacional marica hasta mediados de los años 90. Además, en este caso particular hablamos de Granada, de donde hemos tenido algún forero invertido en esta casa, y no sé por qué razón, está desbancando últimamente a Sevilla en la producción de maricos, deben haber trasladado el criadero o algo así.